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Francisco y Clara: Referentes de una nueva economía

A partir de estos dos grandes santos, “el Papa Francisco propone revisar los modelos económicos existentes” y “como docentes nos toca formar en la responsabilidad de los jóvenes”, escribe Luciano Falcinelli, licenciado, profesor y miembro de la comunidad educativa de FASTA, quien participó del encuentro sobre “La economía de Francisco” en Asís (octubre de 2022).

La Economía de Francisco es un proyecto que nace por iniciativa del Santo Padre en mayo de 2019, pocos meses antes de la convocatoria a realizar el Pacto Educativo Global (1). El Papa Francisco convocó a los jóvenes de todo el mundo, y de todos los credos, a encontrarnos en Asís y así realizar “un pacto para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana” (2). Pero para adentrarnos en el origen y la finalidad de la Economía de Francisco, es necesario comprender la doctrina social que Francisco promueve desde Laudato Si’ (2015).

El Santo Padre eligió su nombre porque cree que el ejemplo del Santo de Asís es una fuente de inspiración para los tiempos actuales: “Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados.” (LS, 10). El modelo de austeridad (desprendimiento de los bienes materiales), de compromiso por renovar la Iglesia y la misericordia por los necesitados, son la clave para convertir a los agentes económicos (3) en verdaderos cuidadores y administradores de la casa común (45). Desde San Francisco y Santa Clara de Asís (6), el Papa propone revisar los modelos económicos existentes. De allí surge la Economía de Francisco.

El Papa convoca a todos: creyentes (católicos y no católicos) y no creyentes. En definitiva, a “a cada persona que habita este planeta” (LS 3). No en vano Francisco señala en la encíclica Laudato Si’ que fue inspirado por el Patriarca Bartolomé, máximo referente de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla (LS 7-9). A su vez, volvió a mostrar la misma iniciativa en Fratelli Tutti (FT), inspirada en el Gran Imán Al-Tayyeb, líder espiritual de los musulmanes sunitas (FT 5). Francisco sabe de la complejidad del diálogo ecuménico e interreligioso, así como del diálogo con un mundo incrédulo y escéptico de la fe (LS 62). Sin embargo, al mismo tiempo sabe que toda la humanidad es capaz de unirse detrás de un bien común superior a los “intereses particulares”. Francisco pone la economía como ese espacio dónde todos podemos aportar, porque se trata del cuidado de la casa común, la hermana tierra (7), que se une a los gemidos de los abandonados del mundo (LS 53).

En la carta de invitación a Asís, el Papa convocó a jóvenes economistas, activistas y promotores de cambios, sin distinción de credo o religión (8). Tal como lo indica el punto 2 del Pacto Educativo Global (9), que pone tanto énfasis en que ellos son capaces de transformar la realidad. La Iglesia de Francisco entabla un diálogo directo con la juventud (10). Al igual que en el ámbito educativo, el Papa invitó, primero a escuchar a los jóvenes (11), para luego convocarlos a ser los líderes del cambio social: “¡Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio! ¡Ustedes son los que tienen el futuro! Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. […] Les pido que sean constructores del mundo, que se metan en el trabajo por un mundo mejor” (CV 174) (12).

En Asís, el Papa fue muy claro. Siendo un excelente “iniciador de procesos”, nos regaló tres indicaciones para seguir adelante: mirar al mundo con los ojos de los pobres; no olvidarnos del trabajo y los trabajadores; y encarnar el mensaje de Asís con obras concretas, poniendo corazón, mente y manos en el cambio de la economía (13). Los jóvenes debemos “hacer carne” esta invitación, entendiendo que no se trata de cambiar un modelo económico por otro, sino de transformar la mente y el corazón hacia las necesidades del prójimo, la comunidad y el medio ambiente. Así alcanzaremos el auténtico progreso social y moral que requiere este cambio de paradigma (LS 4, 5, 6, 9, 181).

Por último, me gustaría brindar algunos ejemplos acerca de cómo esta reflexión puede tornarse en iniciativas prácticas de aplicación en el ámbito educativo:

1. Los problemas económicos son problemas relacionados con la materialidad, con lo tangible. No es necesario poseer una fe católica para tener preocupación por el prójimo que se encuentra en necesidad. Unir a los jóvenes detrás del combate a la pobreza, la promoción del trabajo que dignifica a la persona, el cuidado responsable de la naturaleza; son ejemplos de causas que pueden unirnos en pos del bien común. Así mismo, el Bien, nos enseña Santo Tomás, junto con la Verdad y la Belleza (trascendentales del ser), son cualidades de Dios que se encuentran presentes en la naturaleza y en las personas. La búsqueda del bien común, es una forma de elevar el alma y encontrarnos con Dios a través de las personas y las causas justas. La búsqueda del Bien es una vía predilecta para la nueva evangelización (14) de los jóvenes y el acercamiento a la fe católica.

2. De lo dicho anteriormente, podemos rescatar la importancia de la iniciativa. Los jóvenes de espíritu poseen fuego. Los espíritus envejecidos solo atinan a quejarse y responsabilizar al resto de todos los problemas existentes. La Economía de Francisco nos invita a tomar una actitud proactiva, a proponer soluciones originales e innovadoras para combatir los problemas económicos existentes. De los alumnos y el cuerpo docente pueden surgir propuestas concretas para que los jóvenes se transformen en agentes de cambio (changemakers) de las instituciones y comunidades. No sólo hay que prestar atención a la iniciativa existente, sino que hay que promover la iniciativa. No tenemos que dejar de lado los desafíos y la sana competencia para promover acciones cooperativas y buscar soluciones colectivas a los problemas comunitarios e institucionales.

3. Es importantísimo poner al servicio en el centro de nuestra formación docente. Entendemos el servicio como amor de benevolencia, ese ofrecimiento de nuestro tiempo y cabeza, en busca del bien de los demás, sin esperar nada a cambio. Es el amor que se expresa en la entrega generosa y desinteresada de uno mismo, en la ayuda al prójimo y la promoción del bien común. El servicio debe ser estimulado para que se vuelva un hábito en nuestros jóvenes, siguiendo con el ejemplo de Jesús que vino a servir y no a ser servido (Mt 20, 28). Es un enorme desafío para los formadores pensar proyectos de servicio a implementar en nuestras instituciones, o incluso en nuestros barrios o ciudades.

4. Diversos psicólogos y pedagogos han descrito el pensamiento del joven adolescente, camino hacia la madurez del carácter y el afianzamiento de la personalidad, con sus crisis y problemáticas. En muchas ocasiones, esta crisis se manifiesta en una desobediencia y rechazo hacia toda autoridad, así como a una queja constante y una falta de compromiso para con sus responsabilidades. La virtud de la responsabilidad cobra, hoy más que nunca, plena relevancia en el ámbito económico, social y, especialmente, en el juvenil. A nivel social (sin distinción de edades), existe una tentación de echarle la culpa de todos los problemas económicos a alguien más (a las grandes empresas trasnacionales, a los ricos del mundo, al Fondo Monetario Internacional, o a quién sea). También existe una tentación a delegar la responsabilidad solamente en los gobernantes: “Ellos tienen que solucionar el hambre, el desempleo, el analfabetismo, etc.” Como docentes nos toca formar en la responsabilidad, y la Economía de Francisco es una oportunidad enorme de trabajo, porque el Papa “responsabiliza” a los jóvenes de hoy de gestar el futuro de la sociedad. Hay que generar espacios donde los jóvenes asuman roles protagónicos. Hay que invitar a la juventud a “hacerse cargo” de la realidad, a no mirar al costado, a no caer en la cultura del descarte de la que tanto nos habla el Papa Francisco (EG, 53).

Para conocer más sobre la Economía de Francisco, en la web oficial (francescoeconomy.org) se encuentran las aldeas de trabajo (áreas temáticas) y las iniciativas promovidas por la organización central (internacional). De nosotros, los formadores, depende asumir un rol activo en la promoción del cambio moral y social (15), potenciando la iniciativa juvenil y el rol solidario desde la educación, para salir adelante de las dificultades y desafíos económicos que enfrenta nuestra Patria.

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