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Las Culturas de Pensamiento como motor del aprendizaje

“Pensar en Culturas de Pensamiento en las aulas es una invitación a repensar nuestro rol como educadores, a convertirnos en arquitectos de experiencias que despierten la mente, nutran el alma y preparen a los estudiantes para los desafíos de un mundo en constante cambio”. A partir de su libro “Rutinas de Pensamiento. Herramientas para desarrollar mentes críticas en el aula” nos escribe la autora y licenciada en Educación Romina Cariati participante del 2do Encuentro Nacional de Educadores.

¿Cómo podemos convertir las aulas en espacios donde la cultura del pensamiento impulse experiencias de aprendizaje genuinas? Una primera respuesta surge de considerar a las disposiciones de pensamiento como la energía primordial que impulsa el aprendizaje profundo.  Los pensadores efectivos se caracterizan por su predisposición a explorar, cuestionar, investigar nuevos espacios, buscar claridad, pensar crítica y cuidadosamente, considerar diferentes perspectivas y organizar su pensamiento. Para que estas disposiciones se integren de manera efectiva, la enseñanza debe orientarse hacia el desarrollo de cada una de estas dimensiones, tejiéndolas en el entramado mismo de la práctica pedagógica.    

Para ello, resulta fundamental brindar oportunidades en donde se valore una actitud de compromiso con la actividad intelectual; se utilice el pensamiento intencionadamente y se accione desde una mirada de la comprensión como desempeño.  Una forma de traducir estos principios en acciones concretas dentro del aula es haciendo visible los propósitos que sustentan cada experiencia de aprendizaje, generando así una motivación intrínseca en los estudiantes al comprender el «para qué» de cada propuesta.  Asimismo, el hecho de ofrecer una variedad de opciones para acceder al conocimiento, reconociendo y valorando los diferentes estilos y ritmos de aprendizaje, permite que cada estudiante encuentre múltiples perspectivas desde donde construir su propia comprensión.  

El uso de un lenguaje de pensamiento específico y preciso se vuelve esencial, ya que permite visibilizar las sutilezas entre las distintas formas de pensar, ayudando a los estudiantes a tomar conciencia de sus propios procesos cognitivos.  La pregunta se convierte en una herramienta poderosa para estimular la reflexión profunda y la curiosidad intelectual. La incorporación de herramientas pedagógicas que hacen visible el pensamiento, como rutinas, llaves o mapas de pensamiento, enriquece aún más el proceso de aprendizaje; permitiendo a los estudiantes revisitar sus ideas, profundizarlas con el tiempo y construir una comprensión cada vez más sólida y sofisticada.    

Es posible definir a una Cultura de Pensamiento como un lugar donde el pensamiento, tanto individual como colectivo, se valora, se hace visible y se promueve activamente como una experiencia diaria y compartida por todos los miembros del grupo. La misma se sustenta en una serie de principios fundamentales que impregnan cada aspecto del espacio educativo. Estos principios, o fuerzas culturales, narran la historia de aprendizaje de cada estudiante, docente, aula y escuela que se embarca en el desafío de articular las diferentes microculturas, fusionándolas para crear el contexto ideal para aprender.

Es posible definir a una Cultura de Pensamiento como un lugar donde el pensamiento, tanto individual como colectivo, se valora, se hace visible y se promueve activamente como una experiencia diaria y compartida

Entre estas fuerzas, las expectativas juegan un papel fundamental. Si bien los educadores suelen tener claridad sobre el tipo de propuesta que desean implementar en el aula, no siempre comunican de manera explícita las expectativas de aprendizaje o el tipo de pensamiento que se requiere para llevar a cabo el desempeño planificado.  Brindar oportunidades para que los estudiantes a piensen críticamente, se desafíen a sí mismos y aspiren a ir más allá requiere del diseño de desempeños de comprensión en  donde puedan aplicar el conocimiento en situaciones novedosas, indagar e investigar con y acerca del contenido, comunicar lo aprendido de manera efectiva y valorar tanto el esfuerzo individual como el del grupo.    

El tiempo se erige como un recurso invaluable en el desarrollo de comprensiones duraderas.  Las oportunidades para pensar son fundamentales, pero su efectividad depende de que se les asigne el tiempo necesario; junto a ser parte de aulas en donde los docentes sean modelos de pensadores y aprendices, demostrando no solo el proceso, sino también la transformación personal que implica el aprendizaje continuo. Así, el lenguaje se convierte en una herramienta poderosa para identificar, destacar y expresar las intenciones pedagógicas, haciéndolas visibles y accesibles para cada estudiante.  

El entorno físico del aula comunica mensajes poderosos sobre el aprendizaje y el pensamiento.  Diseñarlo de manera intencional se convierte en una estrategia para promover el aprendizaje activo y la construcción de una sólida cultura de pensamiento. Las interacciones que allí suceden constituyen el corazón de la tarea docente, fluyendo cuando en el centro de las prácticas pedagógicas reside un interés genuino y un profundo respeto por el pensamiento de los estudiantes.  Las rutinas que estructuran las interacciones revelan los patrones de comportamiento que sostienen y guían el aprendizaje.  La incorporación de rutinas de pensamiento en la planificación facilita el despliegue de las ideas, estructura las conversaciones con el objetivo de desarrollar la comprensión y fomenta el sentido de autonomía al involucrar activamente a los estudiantes en su propio aprendizaje.  

Pensar en Culturas de Pensamiento en las aulas es una invitación a repensar nuestro rol como educadores, a convertirnos en arquitectos de experiencias que despierten la mente, nutran el alma y preparen a los estudiantes para los desafíos de un mundo en constante cambio. Es un camino que exige compromiso, pasión y una profunda convicción en el poder transformador de la educación. 

Romina Caritati

Romina Cariati es autora, capacitadora docente y conferencista LATAM, experta en educación y desarrollo del pensamiento crítico. Licenciada en Educación con posgrados en Políticas Socioeducativas y en Convivencia y Mediación Escolar.

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