A 4 años del Pacto Educativo Global
El cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, encabezó un espacio de reflexión sobre el cuarto aniversario del Pacto Educativo Global y lo consideró “un punto de no retorno, y de esperanza”. El lema del año santo 2025 “Peregrinos de la esperanza”, dijo, “será también el lema de nuestro Jubileo de la Educación”.
En octubre del 2020, el Papa Francisco dio inicio a este camino del Pacto Educativo Global. Un llamado que primero realizó en 2019 porque tenía como horizonte el encuentro presencial para un necesario compromiso educativo en Roma, pero la pandemia lo interrumpió.
Hoy, sin embargo, sabemos que el Pacto Educativo Global involucra a todos los actores de la sociedad. Y se trata de recordarlo y celebrarlo porque es una oportunidad para la vida de la Iglesia y para todo el mundo.
El PEG es un punto de no retorno y de esperanza. Es una semilla que una vez sembrada se desarrolla y crece cada vez más; proponiendo una nueva perspectiva de la educación nos invita a revisar y reformular los planes de estudio, los programas y los proyectos educativos de acuerdo con esta nueva visión.
El Pacto Educativo Global es también una cuestión de espiritualidad, del modo de abrazar la realidad, es algo que debe venir de dentro de nosotros
Pero además de volver a ver los puntos programáticos del camino, se hace necesario también revisar nuestra mentalidad: nosotros somos llamados a una conversión, porque el Pacto Educativo Global es también una cuestión de espiritualidad; del modo de ver, del modo de abrazar la realidad; es algo que debe venir de dentro de nosotros. Muchas organizaciones educativas especialmente en América Latina están revisando en los últimos años sus estatutos y currículos para ajustarse a las sugerencias del pacto educativo.
Y nuestra manera de re lanzarlo será celebrar también desde el Dicasterio para la Cultura y la Educación, “el Jubileo por la Educación” desde el 30 de octubre al 2 de noviembre de 2025.
El lema del año santo, “Peregrinos de la esperanza”, será también el lema de nuestro jubileo de la educación, porque como nos ha recordado varias veces el Santo Padre, educar es un acto de esperanza, es sembrar hoy algo que dará frutos en el futuro.
Los invito a trazar nuevos caminos con valentía, aprovechado también la aportación de importantes pedagogos, psicólogos, filósofos y teólogos latinoamericanos, que han reflexionado sobre educación partiendo de vuestro contexto local.
El papa Francisco indicó entonces los 7 compromisos de la educación para los próximos años llamando la atención a la centralidad de la persona, los jóvenes, las mujeres, la familia y los más necesitados, la renovación de la política, economía y el cuidado del medio ambiente.
Por último, los invito una vez más a buscar una alianza cada vez más estrecha entre vosotros, porque sí, es cierto, que existen importantes diferencias culturales entre países, pero compartís una historia marcada por experiencias comunes en el camino de la afirmación de vuestra identidad latinoamericana y caribeña.
Desde el Sínodo de la Sinodalidad
En este espacio habló también el padre Pedro Brassesco, Secretario General Adjunto del CELAM, que está participando en el Sínodo de Roma.
“El espíritu que anima mi participación no es encontrar respuestas cerradas sino motivarnos a pensar hacia dónde queremos ir para hacer realidad los compromisos del Pacto Educativo Global en América Latina y el Caribe.
En nuestra región particularmente reconocemos que hay mucho camino recorrido y también hay mucho trabajo invisible que llevan adelante en el territorio docentes, educadores, familias, estudiantes, ministros de las distintas confesiones religiosas, funcionarios públicos, entre otros.
El Pacto Educativo Global no involucra solamente al sector educativo sino a toda la sociedad, por eso es importante poder identificar los temas claves y áreas prioritarias.
Los invito a que tomemos los siete compromisos del pacto para atrevernos a imaginar algunas perspectivas que reitero, no se trata de orientaciones establecidas, sino puntos de partida para renovar nuestro entusiasmo y también nuestro compromiso.
El primero de estos compromisos sabemos que es poner a la persona en el centro y en este sentido me gustaría recordar el tiempo que estamos viviendo y que conocemos muy bien: hoy la sociedad está hiper conectada; las pantallas, los dispositivos de comunicación se han transformado en una parte importante en nuestra vida. Sin embargo, cada vez nos sentimos más solos y más aislados. No nos concebimos como parte de la gran familia humana, sino que muchas veces los demás se convierten en un producto, en un show, en algo para ver a través de las pantallas. Por eso, es muy importante ir generando procesos educativos donde podamos considerar el uso de la tecnología con nuestra capacidad de reconocer a otro, de relacionarnos humanamente, de establecer vínculos afectivos y efectivos aprovechando las potencialidades que nos brinda la tecnología. No se trata de desecharla, de prohibirla sino de hacer de ella una herramienta de verdadera vinculación humana.
Otro de los desafíos es escuchar a las jóvenes generaciones. Este sínodo que se está realizando actualmente en Roma, comenzó en el 2021 y sobre todo en América Latina ha revelado lo que se ha considerado o llamado por algunos como un déficit en la escucha. Esto particularmente fue un pedido de los jóvenes que no se sienten escuchados ni tenidos en cuenta. Por ejemplo, el documento de la síntesis continental de América Latina para el sínodo expresa que una Iglesia sinodal vivida como un hospital de campaña puede dar un lugar central a los jóvenes para estar cerca de ellos, curar sus heridas y acompañarlos en sus búsquedas. La Iglesia debe adaptar su lenguaje, sus símbolos para acercarse a sus realidades concretas.
Hay que pensar en nuevos métodos para encantar y rescatar la presencia de los jóvenes en la Iglesia, yendo a donde están y caminar junto con ellos. Resuena o ha resonado en este proceso la oración que un grupo de jóvenes realizó en el encuentro en el cono sur expresando por qué se han ido de la Iglesia sus amigos, sus conocidos y concluyendo con una sentida plegaria.
América Latina tiene experiencias bellísimas desde el trabajo en territorio en el norte de Santander, en Colombia, en las escuelas, en lugares de educación no formal, hasta instancias superadoras como por ejemplo el pacto educativo que se ha firmado en Argentina, en todo el país. Por eso, el CELAM ha basado toda su acción pastoral en la conformación y consolidación de redes que potencien el caminar y las iniciativas y nos vinculen entretejiendo un entramado capaz de expandirse a otros ámbitos y realidades.
Este es el gran desafío, dar el paso hacia formas de vincular las experiencias y proyectos para enriquecernos mutuamente y ser testimonio de unidad, ser capaces entonces de crecer en integración, articulación, unión, trabajo en red, que son palabras que utiliza habitualmente el Papa Francisco. Por eso los animo a todos a que podamos seguir trabajando juntos e integrando propuestas para seguir caminando y ofreciendo herramientas y una perspectiva de desarrollo en este Pacto Educativo Global, tan importante para la vida de los pueblos en el presente y en el futuro.
FUENTE: Webinar del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), la Conferencia de Religiosos de Brasil, la Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina y el Caribe, con el apoyo de la Fundación SM de Brasil.