María Victoria Morán
Asesora de Pastoral Escolar de la Editorial SM – España. Especialista en Filología Hispánica por la Univ. Complutense de Madrid. Diplomada en Ciencias Religiosas y Agente de Pastoral por la Univ. De Comillas. Máster en Psicología Transpersonal.
“Probar o dejarse seducir por lo que se pone de moda en educación, sin un proyecto propio, es innovar sin sentido” explicó la visitante de España, María Victoria Morán Ruiz, asesora de pastoral escolar del grupo editorial SM. Afirma que la escuela católica de Argentina afronta “los mismos retos” que otros establecimientos en el mundo: la misión compartida entre educadores que testimonian su fe, la convicción del significado de la propuesta cristiana y la prioridad de su identidad por encima de otras propuestas de excelencia académica.
Esta especialista en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid entiende que “un educador católico se diferencia de cualquier otro educador por su fe. Solo podemos comunicar de verdad lo que vivimos…”. Su intervención en la Jornada de Representantes Legales partió de esta premisa. Destacamos los aspectos más sobresalientes de una reflexión que parte de su experiencia pastoral y docente.
“Estamos envueltos en la cultura de la innovación, por todas partes, incluido el mundo educativo…, pero tenemos el riesgo de probar de aquí o allá, de todo lo que se pone de moda (neurociencia, mindfulness, coaching, tecnología puntera…), sin criterios, sin rumbo claro o sin saber para qué…
Y podemos caer en la tentación de las modas educativas, de la saturación, o de copiar “recetas” sin discernimiento… Sería innovar sin sentido.
Augusto Ibañez (Director Corporativo de Educación de SM) explica que las escuelas adoptan distintas posturas ante la innovación:
– Escuelas reactivas, que innovan por mera sustitución de lo que ya venían haciendo. Modelo academia de refuerzo.
– Escuelas que innovan por agregación, incorporando novedades de acuerdo a modas pedagógicas.
– Escuelas con un Proyecto propio, compartido y aferrado a su identidad. Innovan con sentido.
Y Javier Cortés (autor de muchos libros) señala que una buena estrategia de innovación debería abarcar cuatro ámbitos o niveles:
- La innovación educativa. A partir de una reflexión de mayor calado sobre qué lectura se puede hacer hoy de la actividad educativa.
- La innovación pedagógica. Marcaría como consecuencia de la reflexión anterior, las grandes opciones del proyecto educativo (una pedagogía de alteridad, una pedagogía del silencio, una pedagogía del sentido, una pedagogía del sujeto como persona, etc.).
- La innovación didáctica. Atentos a los nuevos instrumentos que puedan ayudar a perfilar mejor la idoneidad del acto de enseñanza aprendizaje (el currículo y todo lo que conlleva).
- La innovación organizativa. Imaginando los modelos de organización más adecuados y también la distribución de los elementos físicos, o espacios.
Es necesario hacerse preguntas en este tema como en todo lo importante de la vida. Y las buenas preguntas hay que hacerlas en el orden correcto: “La innovación con sentido es buscar para qué cambiar.” (SlomoAbas).
Los pasos del impulso innovador
- El primero sería preguntarse: ¿es realmente inevitable hacer las cosas como las estamos haciendo? Hay que situarse en una contemplación libre y serena de la realidad que nos permita en cierta medida poder «desmontar» lo que existe, aunque solo sea en el ámbito de la imaginación.
- El segundo, invita a contemplar la inadecuación entre lo que estamos viviendo y ofreciendo hoy en el colegio no tanto con lo que esperan las familias o los alumnos, sino con la fuerza de nuestro proyecto. Para eso es imprescindible una mirada al proyecto en sí mismo, no ligado a las concreciones en las que se ha ido encarnando.
- El tercer paso llama a la búsqueda de sabiduría y de recursos. Es muy posible que en la propia organización existan potencialidades ocultas que podrían aportar sugerencias. Y también es momento de acudir a las «fuentes externas»: innovaciones pedagógicas, posibilidades del mundo digital, propuestas didácticas, avances en el campo de la psicología o de la neurociencia, incluso, nuevos modelos de aprendizaje. La gran diferencia consiste en que este mirar hacia fuera, a lo que está de moda y piden los padres, se lleva a cabo desde una intencionalidad educativa marcada por el proyecto. Esta intencionalidad además se constituye en un elemento de motivación interna muy fuerte: no innovamos para competir (triste nivel de motivación), sino que innovamos para ser más lo que queremos ser.
- El cuarto paso consiste en arriesgar una propuesta nueva. Para ello hay todavía que desmontar una falsa creencia sobre la innovación, aquella que considera que lo nuevo no aprovecha nada de lo antiguo, como si la innovación inaugurara un nuevo tiempo desligado de lo que existía. La innovación no funciona así. En realidad, el material de lo nuevo es lo que existía, pero combinado de manera distinta y así poder reorganizarlos de otro modo, acudiendo a combinaciones insospechadas. Las mejores innovaciones sorprenden porque aúnan elementos de manera inesperada.
Innovar con sentido
Es construir desde las propias raíces con fidelidad creativa.
- La escuela tiene claro su para qué: compartir la misión evangelizadora de la Iglesia; es lugar privilegiado para la educación cristiana.
- Su riqueza está en el proyecto educativo integral que desarrolla, impregnado de los valores del Evangelio.
- Y en sus transmisores: los educadores, religiosos, presbíteros y laicos, a través del testimonio de su vocación particular, manifestado en su cualificación humana, profesional y su talante religioso personal.
Una escuela que innovara en los aspectos pedagógicos, pero no se planteara la evangelización como fundamental, perdería su especificidad. Por eso, la PASTORAL ESCOLAR es todo lo que hacemos en la escuela para proponer, animar, educar y acompañar la experiencia religiosa cristiana. Y ésta: “Vivir, en el ámbito de la comunidad cristiana y por la acción del Espíritu Santo, el encuentro con Cristo resucitado, que genera nueva identidad personal y un estilo de vida caracterizado por la salida de sí”.
La actitud de apertura a las novedades, las investigaciones en cualquier disciplina nos pueden ayudar a mejorar nuestra forma de educar en la aplicación a la propuesta de fe, a la experiencia cristiana.
No se trata de acoger todo lo nuevo como positivo y desterrar lo tradicional como negativo, sino de conocer lo que el mundo actual y sus avances nos ofrece, formarnos y discernir con lucidez lo que puede ponerse al servicio de la educación y la pastoral. También es importante el lenguaje y los modos en la comunicación de la fe, así como la estética, el diseño de los espacios…, pero esto daría para otra reflexión.
Aquí nos vamos a centrar en el proyecto de pastoral, que seguro en todos sus Colegios tienen y refleja su identidad y misión; se concreta en objetivos, líneas de acción, temporalización y secuenciación del itinerario de fe. Lo importante es que se centre en las capacidades que se quieren entrenar, para acompañar en ese encuentro personal con Jesús que les propicie su seguimiento. Y el modo de proponerlo son las actividades que programamos.
(continuará en el próximo número: Claves para un proyecto de pastoral educativo innovador)