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La solidaridad para la formación de ciudadanía

“Un buen proyecto de aprendizaje y servicio desencadena la alegría del hacer” afirma Nieves Tapia, fundadora y directora de la CLAYSS, anfitriona del Encuentro Internacional que se desarrolló en el mes de agosto documentando un importante intercambio de experiencias y abriendo caminos de esperanza.

Por razones de la vida real invitamos a varios docentes al último Seminario Internacional de Aprendizaje y Servicio Solidario que tuvo lugar en la UCA y no pudieron venir. Son educadores que trabajan en una escuela primaria del centro de la Argentina, ubicada en las sierras de Córdoba, en donde los niños estudiaron la importancia de preservar el ambiente, y cómo se podía hacer para reciclar o reutilizar materiales. Ellos aprendieron a hacer ladrillos ecológicos o eco ladrillos que básicamente son botellas de gaseosa en las que uno va comprimiendo plásticos de un solo uso o materiales plásticos que de otra manera contaminarían. 

Después de mucho trabajo, de convencer a otras cooperativas escolares y a sus familias y aprender a hacer eco ladrillos, la escuela, en colaboración con el municipio, está construyendo sendas peatonales en uno de estos pueblos de la sierra que cuando llueve está embarrado y es difícil transitar, entonces están ayudando al mismo tiempo al medio ambiente y al tránsito en la ciudad, en su localidad. Es un proyecto en el que los niños aprendieron muchísimo y están haciendo una contribución muy concreta a su comunidad.

A mí esta experiencia me hizo acordar a este famoso pensamiento de Eduardo Galeano, que me parece que se aplica a este y a muchos otros proyectos de aprendizaje de servicio. Sí, son cosas chiquitas, no acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, pero quizás desencadenan la alegría de hacer. 

Y si hacemos buenos proyectos de aprendizaje de servicio, si pasamos del “¡qué barbaridad!”, del desencanto y de la inercia o descreimiento de la democracia, a decir que es posible transformar la realidad a los 5 años, a los 10 años, a los 15 años, lo vamos a poder seguir haciendo. De todas maneras, para ser realistas, porque entre nosotros sabemos que a veces no todo sale perfecto, necesitamos que sean buenos proyectos de aprendizaje de servicio.

Hace unos años, una organización amiga que trabaja en educación para la ciudadanía me invitó a un taller para compartir experiencias y me encontré con un adolescente enojadísimo porque en su escuela habían decidido que el proyecto iba a ser escribir una ordenanza para que no hubiera perros sueltos en la calle y querían que el Concejo Deliberante aprobara lo que ellos habían escrito. Era uno de los tantos momentos de crisis económica de la Argentina y el Intendente tenía un problema de desocupación en la ciudad, es decir, tenía algunas cuestiones más urgentes que los perros en la calle. Ellos fueron al Concejo Deliberante y no encontraron a nadie que les prestara atención.

La conclusión que habían sacado este adolescente enojado y sus compañeros era que la democracia no servía para nada. Cuento esta experiencia negativa porque me parece que nosotros tenemos que ser muy responsables en el acompañamiento de lo que nuestros estudiantes quieren hacer, para ayudarlos a ver la realidad: qué es posible transformar y qué no es posible. 

Planificación y diseño

Los estudiantes de una de las escuelas de la comunidad judía de Buenos Aires, el Martin Buber, habían estudiado el problema de la desocupación en Buenos Aires, que alcanzaba en 2001 niveles espantosos, y querían hacer algo… Entonces, la inteligencia de la docente fue acompañarlos a indagar el tema de la desocupación hasta que lograron encontrar un lugar en donde ellos podían colaborar. Cuando vieron en las estadísticas que una de las causas por las cuales los adultos no lograban reinsertarse en el trabajo era porque no sabían nuevas tecnologías, no manejaban computación, no podían reinsertarse por falta de conocimientos tecnológicos, decidieron que el proyecto de aprendizaje de servicio iba a ser una escuela de informática para personas adultas desocupadas. Y lo inteligente del proyecto fue, no sólo enseñaron informática, sino que además les dieron un certificado, sino que después les hicieron el seguimiento a sus exalumnos y lograron constatar que el 80% de sus egresados había conseguido trabajo gracias a sus nuevos conocimientos. 

A mí me parece que esta es una experiencia modelo en el sentido de poder demostrar que la realidad es transformable, pero no sólo desde las buenas intenciones, sino desde la planificación y el diseño del proyecto de acompañar a la motivación de los estudiantes hacia objetivos que sean realizables de acuerdo a su edad, y a sus posibilidades.  Se trata de vincular logros acotados a los grandes temas, en este caso, aprender computación con la problemática de la desocupación, y a lo largo del proyecto poder ir evaluando y sistematizando los aprendizajes de los estudiantes. 

En inglés hay una palabra, accountability, que lamentablemente es muy difícil de traducir en castellano, pero que tiene que ver con poder rendir cuentas de lo que hicimos. Es importante hacer, pero también es importante saber y poder mostrar a nuestros estudiantes todo lo que hicieron para transformar la realidad. 

Un panorama mundial

Reflexionar sobre la información, sobre la evidencia y sobre el saber implica hacerse hoy las preguntas más difíciles. El nivel de agresividad de las redes nos lleva al silencio y cuanto más nos callamos, más se escuchan solo las voces más agresivas y entonces aumenta la intolerancia que es, sabemos, el peor enemigo de la democracia. Entonces, ¿cómo hacemos en este panorama? 

Como siempre, todos nos piden que lo hagamos desde la escuela.  El famoso astrofísico Neil de Grasse Tyson, que es el que bajó a Plutón de la categoría de planeta, dice, “necesitamos que el sistema educativo enseñe no solo datos, sino también a reflexionar sobre la información, la evidencia y el saber. Sin ese tipo de entrenamiento terminarás creyendo cualquier cosa…”

Yo le diría a la comunidad científica, al señor de Grasse Tyson, pero también a todas las universidades presentes, que hay una responsabilidad de la comunidad científica de aprender a comunicar las evidencias de una manera que se entiendan en el mundo de las redes y de la posverdad. No puede ser que una adolescente sueca enojada convocando al paro por el calentamiento global como Greta Thunberg, haya tenido más influencia que cinco años de investigaciones científicas sobre el calentamiento global. Tenemos que aprender a comunicar las cosas de otra manera y eso excede las responsabilidades de los docentes.

Necesitamos que el sistema educativo enseñe no solo datos, sino también a reflexionar sobre la información, la evidencia y el saber. Sin ese tipo de entrenamiento terminarás creyendo cualquier cosa

 

Pero asumiendo eso, creo que Tyson nos está dando algunas pistas. Por lo tanto, formar ciudadanos democráticos en tiempos de posverdad no alcanza. En mis tiempos aprendíamos de memoria el preámbulo de la Constitución argentina y los pactos preexistentes, estudiábamos la historia de la Constitución durante gobiernos militares, y no estaba en práctica, pero al menos la teoría la sabíamos.

Ahora necesitamos aprender a hacernos las preguntas más difíciles y que no nos responda sólo el chat. Sino, tratar de responderlas por nosotros mismos, juntando lo que dice el chat, Wikipedia, o las redes, pero tratando de aprender a sacar conclusiones por sí mismos. Se trata de entender y evaluar diferentes perspectivas sobre un mismo problema. Y en este sentido tendríamos que ser capaces de ayudar a confrontar el saber científico con los saberes de la web, aprender a navegar el océano de informaciones ciertas y falsas, pero también aprender a escuchar y entender las perspectivas ajenas.

Tengo amigos cuyas posiciones políticas en Argentina son exactamente las opuestas a las mías, pero si yo no aprendo a escuchar por qué ellos votaron a quien votaron, por qué piensan lo que piensan y por qué eligen a quien eligen, estoy empobreciendo a la democracia y este es un ejercicio que necesitamos hacer con nuestros alumnos. Hay una educadora, Guadalupe Nogués, que dice que necesitamos aprender a separar las ideas de las personas porque todas las personas merecen respeto, pero las ideas tienen que ganárselo. Me parece que esto de separar a la persona de las ideas es justamente lo que no suele pasar en los chats y en las webs, allí se ataca a las personas por pensar lo que piensan en vez de discutir las ideas.

Y en este sentido, Joel Westmeyer, un docente norteamericano, decía: necesitamos poder encarar controversias actuales sin alimentar una cultura del odio. Y esto exige mucho entrenamiento. Aprender a valorar las diferencias y a construir puentes con quienes piensan distinto es algo que necesitamos empezar a hacer desde el aula, porque en un mundo tan polarizado como el que vivimos, tenemos también aulas polarizadas. Es el primer lugar donde los estudiantes deberían poder hacer este ejercicio de valorar lo diferente, de aprender a trabajar juntos con quienes piensan distinto.

 

FUENTE: Nieves Tapia. Fundadora de CLAYSS. Síntesis de una intervención. 

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