¡Somos los clubes de las parroquias, somos la Unión de Clubes Parroquiales! exclama Juan Manuel Gauna, Licenciado en Educación Física, Director Nacional de una institución que crece en el ámbito de la educación popular. Su trabajo responde creativamente a una sentencia sobre la que más acuerdos hubo en el diálogo por el Pacto Educativo Argentino: la redefinición de la jornada escolar y cómo pueden participar otros actores comunitarios (municipios, clubes, empleadores o sindicatos) en las trayectorias educativas de niñas, niños y adolescentes.
Nuestro origen, organización y crecimiento COMO UNIÓN DE CLUBES PARROQUIALES a nivel nacional, es impulsado por la necesidad y convicción de cuidar el tesoro más preciado de nuestra patria, nuestras infancias, RECONOCIENDO a la JUVENTUD como motor de un pueblo que puede volver a encontrarse en medio de la dispersión y el individualismo. Los clubes parroquiales como expresión de una pastoral presente, que entiende al deporte social/comunitario como instrumento transformador.
El club parroquial trabaja cada día en el barrio, colaborando en la construcción de comunidad, aportando a su organización y dando oportunidades que desde una perspectiva de derechos promueven el desarrollo integral de los niños y niñas, instalando propuestas formativas y preventivas que puedan llegar antes que otras opciones que desgranan la comunidad y se llevan puesta la vida de nuestro pueblo.
Somos los clubes de las parroquias de las villas y barrios populares, la esperanza nos mueve, es la juventud la que tiene la potestad de recuperar su lugar en el camino de la transformación, hacia una cultura fraternal. Francisco en “Fratelli Tutti” nos propone acercarnos, encontrarnos y acompañarnos, invitándonos a pensarnos en comunidad.
LA PROPUESTA es primerear, llegar antes, como respuesta concreta DE UNA IGLESIA EN SALIDA, con vocación de ABRAZAR LA VIDA COMO VIENE, ACOMPAÑAR y transformar la realidad que tiene rostro. Una propuesta pastoral que reconoce en el deporte y en la cultura, un vehículo para llegar con la palabra de Jesús donde muchas veces es difícil entrar. Por eso nuestra propuesta de acompañar y fortalecer las comunidades en estas tres C de la vida CAPILLA, COLEGIO Y CLUB, que hacen contrapropuesta concreta y emergente a las tres C de la muerte CALLE, CÁRCEL Y CEMENTERIO.
Para ello, en la pandemia y sobre un camino vocacional recorrido desde muy adolescente en grupos de jóvenes, con un espíritu puesto en la mirada social y comunitaria, impulsado por un sueño forjado en un patio salesiano con un gran compañero, puede llevar adelante a través de la editorial Santa María, un libro pensado en aquellos jóvenes y líderes comunitarios que emergen desde las barriadas y necesitan en algunas ocasiones un material bibliográfico y una guía para llevar adelante los encuentros, los campamentos, pensar al club como una instancia preventiva y potente, etc. (Enseñar jugando, escuela de valores: herramientas didácticas para líderes comunitarios, Santa María, 2021).
Para fortalecer el entramado y red, fuimos recorriendo los diferentes clubes de nuestro país, presentando propuestas y herramientas preventivas y pastorales, teniendo una visión con una propuesta federal, que cree en una Argentina fraterna y en la fuerza creadora de la comunidad que participa y se organiza.
Los clubes parroquiales surgen como herramientas de la acción pastoral, atendiendo a la integración y fortalecimiento del entramado social, en comunidades de nuestro país donde la discriminación, ya sea por la migración de hermanos de otras comunidades, como también de los mismos pueblos originarios de nuestra patria, tiende al olvido, la falta de oportunidades y el descarte.
Los clubes parroquiales, dentro del área de desarrollo integral de Cáritas Nacional, buscan ser puentes que acompañan la vida parroquial, trabajan por acercar a los niños, niñas y jóvenes a valores y experiencias que promuevan su desarrollo integral, individual y comunitario, promoviendo el acceso a derecho, entendiendo al deporte, el juego y la cultura como tales, y así también herramientas fundamentales para el crecimiento personal y la construcción comunitaria.
No dejar a nadie afuera y hacer lugar al cuidado de la casa común. La propuesta deportiva y cultural de la unión de clubes parroquiales busca recuperar la dignidad humana entendiendo las necesidades y búsquedas de los jóvenes.
Los clubes parroquiales asumen el rol de garantizar acceso al deporte y permanencia en su práctica. Con sus ya 70 clubes, más de 25.000 niños, niñas y jóvenes y 800 referentes del deporte comunitario, la unión de clubes parroquiales se constituye como un importante actor social en cada comunidad y así también, por su desarrollo y alcance, como referente dentro del mundo del deporte, pensando espacios que promueven la participación y la organización de comunidad , inserta en las villas y barrios populares impulsada por la visión, compromiso y acción pastoral y evangelizadora.
No dejar a nadie afuera y hacer lugar al cuidado de la casa común. La propuesta deportiva y cultural de la unión de clubes parroquiales busca recuperar la dignidad humana entendiendo las necesidades y búsquedas de los jóvenes.
Los clubes parroquiales asumen el rol de garantizar acceso al deporte y permanencia en su práctica. Con sus ya 70 clubes, más de 25.000 niños, niñas y jóvenes y 800 referentes del deporte comunitario, la unión de clubes parroquiales se constituye como un importante actor social en cada comunidad y así también, por su desarrollo y alcance, como referente dentro del mundo del deporte, pensando espacios que promueven la participación y la organización de comunidad , inserta en las villas y barrios populares impulsada por la visión, compromiso y acción pastoral y evangelizadora.
En medio de una sociedad que pretende construir islas y el individualismo rompe el tejido social, se instala el sálvese quien pueda y el más pillo es quien ventajea al otro para llegar antes —sabe Dios a dónde—. El deporte QUE PROPONEN los clubes parroquiales quiere ser oportunidad de sentirnos parte, RECONOCIDOS, VALORADOS, y de reconocernos en el prójimo, quien en el juego no es el enemigo, sino que me da la posibilidad de jugar, de mostrar mis avances, lo que logramos en el entrenamiento, lo que generamos como equipo. Ese a quien también tengo que cuidar y darle oportunidad de mostrar su mejor versión.
Urge consolidar y profundizar los programas de cuidado, que organizan la comunidad para la reconstrucción del tejido social. Para abordar la pobreza multidimensional hay que profundizar estos caminos: techo, tierra, trabajo y reconstrucción de la comunidad.
Los clubes parroquiales abrazan la vida, abren sus puertas y salen a buscar a todos, garantizando acceso y acompañando la vida cómo viene.
Un deporte que, pensado como escuela de vida y construcción de ciudadanía invita a ser parte, reconocida, valorada y fundamental de la comunidad que se organiza para crecer fraternalmente Y TRANSFORMAR LA REALIDAD ADVERSA, como pasa en cada partido que jugamos, si jugamos en equipo hay más posibilidades de tener un buen resultado.
Un deporte que brinda la oportunidad de iniciar un camino de cuidados y acceso a hábitos saludables, de alejarse de la esclavitud de las adicciones la y de la muerte. Clubes donde aparecen manos que sostienen y muestran otras formas de pertenecer, generando identidad a los colores del barrio, dónde el consumo de sustancias pierda funcionalidad y sentido, dónde la soledad se destierra y dónde el equipo es familia.
Es Francisco quien nos pide que nos abramos a todos, que nos recuerda que nadie se salva solo, que el camino que abraza la vida es por la ruta de la fraternidad.
Son los referentes deportivos, los profes, quienes hacen concretas y reales las oportunidades de generar verdaderos ámbitos preventivos en los barrios de la periferia, donde las propuestas estatales no llegan o con suerte se presentan limitadas e inaccesibles.
Es el espíritu de Francisco, quien con su carisma y olor a oveja nos impulsa a generar un deporte presente y formativo que es Iglesia y se multiplica donde la necesidad se presenta.
Invocamos a reflexionar y acompañar en concreto a los sectores de la política, a pensar y desarrollar prácticas territoriales que permitan garantizar acceso y permanencia en la práctica deportiva, y ser actores entusiastas, formados y promotores de una transformación cultural que nos posibilite recuperar el sentido comunitario y la identidad nacional. Una cultura que nos ayude a acercarnos y encontrarnos fraternalmente. Solo así nuestra Argentina será una patria de desarrollo para su pueblo.
Soñamos una Argentina más próspera y con derechos, pensamos políticas públicas que garanticen un deporte, accesible y sustentable, que permita ser parte del proyecto de vida de muchos, que sea fuente de trabajo estable, reconocida y con todos los derechos laborales vigentes. Un deporte que valore y acompañe a los clubes sociales y deportivos en su conformación, desarrollo y autonomía como organizaciones libres del pueblo.
Ponemos en las manos de María de Luján a nuestra querida patria, al corazón de nuestra nación que son nuestros pibes, pibas y adolescentes, e invocamos su protección maternal.