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Educación popular como usina de trasnformación social

La Asociación Civil Fe y Alegría ha cultivado un legado de transformación social a lo largo de décadas en Argentina y casi 70 años a nivel mundial. En nuestro país, su modesto inicio en Chaco y su expansión por siete provincias son reflejo de una propuesta socioeducativa centrada en la comunidad con una visión holística de la educación que da fruto tomando forma en cada comunidad. Un faro en contextos desfavorecidos donde hoy más de 6500 personas, desde niños de primera infancia a jóvenes y adultos mayores, en su diversidad, tiene un lugar para aprender y forjar un proyecto de vida.

Fe y Alegría en Argentina es una asociación civil perteneciente a la Compañía de Jesús que, a nivel global, tuvo su origen en 1955 en Venezuela, de manos de José María Vélaz SJ. Con jóvenes universitarios, el P. Vélaz visitaba las comunidades más empobrecidas de Caracas para anunciar el Evangelio. Fue allí donde una familia, la de Patricia y Abrahan Reyes, con 7 hijos, le pidió por favor una escuela para los niños y niñas. Ofrecieron su propia casa para que comenzara.

Ese gesto tan poderoso fue la primera chispa de una llama luminosa que nadie imaginó hasta dónde llegaría. Pon un lado, un gesto cargado de fe en los jóvenes y en el padre Vélaz. Fe en el poder de la educación y en su rol fundamental para la vida de los niños.

Y, por otro lado, un profundo gesto de generosidad y compromiso, al ofrecer cobijo a la futura escuela en el corazón de una familia humilde: su propio hogar. Así comenzaron los primeros alumnos. “Llegaban con fe y se iban con alegría”, decían. Luego la obra se fue expandiendo y hoy está presente en 22 países del mundo, buscando brindar educación de calidad en contextos vulnerables.

Desde Venezuela hasta Chaco

En Argentina la obra comenzó en el Barrio Alberdi, Resistencia, en el año 1996. Hoy está presente en 7 provincias: Chaco, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Corrientes, San Juan y Buenos Aires. Recibe a más de 6500 estudiantes. Cuenta con escuelas propias, públicas de gestión privada. A eso se suman centros de oficios, centros comunitarios, clubes de emprendimiento, centros de primera infancia y una amplia gama de propuestas de educación, promoción social y formación para el trabajo.

Los inicios en cada localidad suelen remontarse a geografías donde el estado aún no estaba presente. Lugares extremos donde “no goteaba el agua potable y donde las calles perdían su nombre”, cómo describía el P. Vélaz refiriéndose a los lugares dónde estaba la misión de Fe y Alegría.

En Argentina, muchas de sus escuelas empezaron sin nada: debajo de la sombra de un árbol. Con el empuje y compromiso de personas solidarias, sensibilizadas por la situación de familias con niños viviendo en pobreza y sin educación; invitadas, en muchos casos por algún sacerdote jesuita o alguna religiosa, se sumaron a hacer algo, a “arrimar sus cinco panes y sus dos pescados” y confiar en el milagro de la multiplicación. Frente a lo que parecía imposible, pusieron todo lo que tenían a su alcance. Empezando por su vida a disposición.

En el Barrio Alberdi, en 1996 todo comenzó en un saloncito con 42 niños de una sala de 5. La escuela hoy cuenta con los tres niveles y 1400 estudiantes.

En la mayoría de los casos, años después de comenzar y sostener la propuesta, se fue logrando que cada Estado provincial acompañará con un marco institucional asumiendo cargos docentes y aportando a la infraestructura. Todos nuestros centros son de cuota cero (sin arancel).

Una propuesta socio educativa

En sintonía con el Pacto Educativo Global que propone Francisco, en Fe y Alegría se vive a diario la centralidad de su rol en las comunidades donde está presente. No solo brinda educación si no que está profundamente enraizada con el contexto, con sus necesidades, su impronta y su potencial. Actua con, desde y para la comunidad. A las “escuelas” las denomina Centros Socio Educativos porque su rol, además de educativo, es de transformación social. A la luz de la realidad de cada contexto, esa propuesta integral se “aterriza”, siempre empapada con su identidad y espiritualidad ignaciana.

En la actualidad, toma como camino el enfoque por competencias, aspirando a un perfil de egresado/a que sea capaz de cultivar todas las dimensiones de su persona; la cognitiva, la físico-corporal, la social, la emocional, la espiritual y la ético-valórica; una persona formada en competencias para la vida, capaz de para transitar un camino de vida interior, de vida compartida y de vida comprometida, como ejes transversales. Y en esa trayectoria, un especial hincapié en la formación para una cultura de trabajo, una cultura del cuidado y una cultura de paz al servicio de la vida.

Busca que sus estudiantes sientan la llamada al compromiso con transformar su comunidad, defender el derecho a una educación de calidad, inclusiva e integral. Que se sientan protagonistas y parte del proyecto: ¡que pueden transformar la realidad en la que viven!

Testimonios de que es posible

Cuando Rocío estudiaba el secundario en Fe y Alegría del Barrio de Solidaridad en Salta, escuchaba disparos en las calles de su barrio. Allí todavía persiste mucha violencia, droga y carencias de todo tipo. Allí late el corazón de Fe y Alegría.

“Solamente pasar por la vereda de la escuela, uno nota la calidad de la escuela”, dijo una periodista hace poco en Salta. Cuando las personas, niños o jóvenes como Rocío reciben educación, ocupan su lugar en el aula y van creyendo que pueden, se ven los frutos en toda la comunidad. Hoy, con 24 años, Rocío coordina toda la línea de emprendimientos de la organización en Argentina.

Fe y Alegría y su propuesta de educación popular, anhela integrar la voz del pueblo, la confianza en sus conocimientos y un diálogo de saberes. No se trata de llegar con “un paquete cerrado”. Va tomando diversas formas, y por eso su propuesta es capaz de encenderse en lugares y países tan diversos como el Amazonas de Brasil, África, Nepal, Italia, y los 22 países que integran la federación.

Mirando hacia el futuro, queda claro que el trabajo de Fe y Alegría en Argentina está lejos de terminar. En un mundo marcado por desafíos persistentes, la necesidad de una educación inclusiva y de calidad sigue siendo fundamental. Siguiendo el ejemplo de aquellos que nos precedieron, estamos todos llamados al compromiso y a apoyar y fortalecer la centralidad de la escuela. Juntos, podemos continuar siendo anclas de esperanza en medio de la adversidad, construyendo un mañana más luminoso para las generaciones venideras. Porque donde hay educación, hay esperanza. Y donde hay esperanza, hay un camino hacia un futuro mejor para todos.

FUENTE: María Mullen. Comunicación. www.feyalegría.org/argentina/

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