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El método Glifing, la semilla

“Muchas cosas bonitas suceden a partir de un problema” escribe Montserrat García, madre, psicóloga de Barcelona, quien a partir de la experiencia escolar de un hijo con dislexia diseñó el reconocido método Glifing que ayuda a chicos con dificultades en la lectura. Educadores de muchas escuelas de España lo utilizan y en Argentina comenzó su expansión.

Muchas cosas bonitas de la vida acaecen a partir de un problema. Este es el caso de Glifing.

Glifing nació a raíz de la dislexia de mi hijo Mario. Mario es el tercero de mis hijos y sus dificultades de lectura no diagnosticadas fueron la causa de un fracaso escolar injustificado. Mario era un niño inteligente y curioso, con ganas de aprender y con una facilidad innata para identificar el núcleo importante de cualquier tema. Mario también tenía mucha facilidad para el cálculo y le gustaban sobre todo los temas relacionados con la naturaleza.

Pero Mario tenía un problema: no leía. Durante los primeros años de primaria se creyó que su retraso lector se debía a un retraso madurativo que se superaría en los próximos años. En los próximos años se creyó que tenía un problema emocional que bloqueaba su camino de aprendizaje, y Mario visitó psicopedagogos y psicólogos. Pero en el colegio Mario era siempre más y más infeliz, y lógicamente su autoestima quedaba al ras de suelo.

Cuando Mario estaba finalizando quinto grado de primaria, habiendo reprobado cuarto grado y viendo que cada vez sería más difícil seguir el camino académico, decidí dejar mi trabajo y centrarme en entender qué le ocurría a Mario. Terminé la carrera de psicología que había iniciado de joven y me centré, guiada por profesionales de la Universidad de Barcelona, en artículos que hablaban de dificultades de aprendizaje, dislexia, plasticidad cerebral y entrenamientos cognitivos.

Diseñamos un pequeño grupo de ejercicios de lectura en formato digital que nos permitía entrenar las habilidades básicas de la lectura: la decodificación lectora.

El primer objetivo sería alcanzar una lectura precisa, eso es, carente de errores. Mario, intentando alcanzar el ritmo lector de cualquier normo lector, inventaba palabras, omitía o añadía sílabas, cambiaba unas letras por otras y se encallaba a cada paso. Su lectura no solo era lenta, sino que además era poco precisa. A pesar de ello, y sorprendentemente, a veces Mario conseguía entender bastante aquello que leía. Pero lógicamente Mario leía poco, rehuía la lectura tanto como podía. Además, su grafía era ininteligible y las faltas de ortografía muy abundantes, a pesar de que Mario estudiaba y conocía las reglas ortográficas. 

Con ese programa digital, Mario inició su entrenamiento lector y su lectura, ante mi asombro, mejoró de forma bastante obvia y espectacular. En tres meses, trabajando cada día una sesión de entre 15 y 20 minutos de duración, Mario fue avanzando desde sus 43 palabras de minuto hasta las 60, 90 y finalmente, tras otro entrenamiento de 5 meses, a las 120 palabras por minuto.

¿Por qué es importante la velocidad de lectura? 

Porque la velocidad de lectura libera los recursos de atención y memoria que nuestro cerebro necesita para centrarse en la comprensión lectora.

Porque una lectura lenta bloquea la memoria de trabajo y no permite que recordemos aquello que leemos.

Porque leer despacio convierte la lectura en algo pesado y aburrido. Es difícil ser lector cuando no hay ritmo de lectura.

Y finalmente porque básicamente no hay tiempo para leer cuando para leer necesitamos el doble, el triple o hasta cuatro veces el tiempo que emplean las demás personas.

Las personas tendemos a abandonar aquellas tareas que nos resultan difíciles y que no nos proporcionan placer o sensación de logro, como suele explicar nuestra amiga Florencia Salvarezza de Ineco (Buenos Aires).

Así, Glifing empezó su camino atendiendo a la mecánica lectora como parte principal de un proceso que debía terminar en la comprensión lectora. Con los años, y tras el éxito de muchos casos de niñas y niños españoles, con y sin diagnóstico, llegamos a América de la mano de nuestro “Mario porteño”: Adrián.

Lo que empezó como un programa de entrenamiento para disléxicos, hoy se ha convertido en una metodología que atiende todos los procesos y habilidades implicadas en la lectura.

Adrián trabajó con Glifing gracias al tesón de su madre, Laura Morón.  Hoy día, ambos forman parte del equipo de Glifing en Buenos Aires y Laura es una de las personas que te atenderá si decides contactar con nosotros para implementar Glifing en tu colegio, en tu consultorio psicopedagógico o simplemente en casa con tu hijo o tu hija.

Laura, como yo y como tantas otras madres y padres, pasamos de la impotencia a la esperanza gracias a una manera de trabajar la lectura. Gracias a la constancia, gracias a la personalización del camino de aprendizaje, gracias a una pauta graduada e intensiva.

Aprender a leer no es una tarea natural. Nuestro cerebro está preparado para aprender a hablar tan solo escuchando a los demás, pero la lectura no se aprende de forma tan natural, sino que necesita de una enseñanza explícita, sistemática y graduada. Con una presentación racional del principio alfabético (como nos explica Stanilas Dehaene) y con una consolidación que se obtiene sólo a partir de la práctica diaria: todos los niños entre 6 y 9 años necesitan entrenar lectura para convertirse en lectores competentes. Lo cual los llevará a desarrollar conocimientos, una buena comprensión lectora y, lo más importante, pensamiento crítico.  

Lo que empezó como un programa de entrenamiento para disléxicos, hoy se ha convertido en una metodología que atiende todos los procesos y habilidades implicadas en la lectura, con más de 4.000 sesiones de trabajo y más de 60.000 actividades lúdicas (muchas de ellas en rioplatense). Para trabajar desde la conciencia fonológica y las funciones ejecutivas, hasta el principio alfabético, el vocabulario y la comprensión lectora, pasando por nuestros orígenes: la decodificación de la lectura.

Glifing sigue atendiendo a miles de niños con dificultades de aprendizaje, pero es también una herramienta de aprendizaje de la lectura para miles de niñas y niños en edad de aprender a leer. Y seguimos abarcando necesidades de aprendizaje entre adultos en procesos de alfabetización o migrantes que deben adquirir el idioma y la lectura de su nuevo país de acogida.

Nuestro equipo de 30 personas, repartidas entre Buenos Aires, Barcelona, San Sebastián y Salamanca, nos sentimos muy orgullosos del camino realizado y muy agradecidos por todas las personas que nos han apoyado con el uso de la herramienta y con la expresión de las mejoras observadas en sus estudiantes, pacientes e hijos.

Mirando el futuro, desde este presente esperanzador, me gustaría pedirle a la vida que padres, maestros y políticos entendieran que la lectura es la base de una buena escolarización y que no dejen esa tarea de conseguir una lectura autónoma para el futuro: sólo desde el ahora podemos atender el mañana.

Y me gustaría que las ya miles de historias felices que hemos conocido en Glifing tuvieran la oportunidad de multiplicarse en todos los lugares que sean requeridas.

Fuente: Montserrat García se especializó en la detección y entrenamiento de las dificultades de lectura y la dislexia. “Un proyecto que empecé como madre de un niño disléxico y que ahora es un proyecto educativo, empresarial y de amplio alcance social», dice en: www.glifing.com

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