“La naturaleza humana supone, en sí misma, individualidad en la universalidad”, explica Silvia Figiacone, una especialista en neurociencia aplicada a la educación y a las organizaciones. Como investigadora, se expresa sobre la necesidad de personalizar la oferta pedagógica y dice: “Una propuesta que no diferencia es una propuesta que tampoco enseña”
«Los niños tienen muchas cosas en común, porque son seres humanos y porque todos son jóvenes, pero también tienen diferencias importantes. Lo que compartimos nos hace humanos, pero la forma en que nos diferenciamos nos hace individuos. En un aula con poca o ninguna instrucción diferenciada, sólo las similitudes de los estudiantes parecen ocupar un lugar central» (1)
Esa frase de Carol Anne Tomlinson nos habla de lo que podríamos llamar individualidad en la universalidad, y nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de personalizar la oferta pedagógica de alguna manera para alcanzar a todos. Personalizar la enseñanza fue siempre un desafío tanto como una meta, sin embargo, muchas veces, los docentes refieren que no es sencillo, y décadas de educación tradicional en las aulas de todo el mundo generan la tentación de diseñar una oferta “como las de antes” que supone objetivos que, todos, deben alcanzar de la misma manera. Hoy sabemos que cada uno de nosotros tiene su perfil y trayectoria de aprendizaje y que una propuesta que no diferencia es una propuesta que tampoco enseña.
En el año 2015, la ONU definió los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sustentable) de la Agenda 2030 cuya intención es “mejorar la vida de todas las personas sin dejar a nadie atrás” (2). El ODS número 4 pretende “garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.
Si ponemos foco en la individualidad en la universalidad, no podemos dejar de prestar atención a los objetivos vinculados a este ODS y reflexionar acerca de cómo sería posible orientarnos a una meta tan justa como compleja.
“La educación puede considerarse el principal acelerador de nuestro cerebro” y “saber aprender es uno de los factores más importantes del éxito escolar” (3). Estas dos frases de Stanislas Dehaene nos dan el norte para empezar a pensar en cómo responder al mismo tiempo al ODS 4 y la naturaleza humana que supone, en sí misma, individualidad en la universalidad.
Así y todo, Tomlinson (1) manifiesta que en muchas clases el aprendizaje es más estandarizado que diferenciado, y cuando no se pone el énfasis en la diferenciación, unos pocos aprenden (a veces realmente unos pocos) y el docente tiene la ilusión de que aquellos que no lo hacen no lo hacen porque no tienen suficiente capacidad para.
Sin embargo, aprender no es una cuestión de ser capaz de sino de tener oportunidad para. Los docentes debemos comprometernos con la idea de generar espacios de oportunidad para que nuestros estudiantes aprendan, y esos espacios deben ser, en el buen sentido de la expresión, a la medida de cada uno de ellos y no a la medida de un estándar universal que se corresponde con algún criterio abstracto que muchas veces ni siquiera consideramos de dónde surge.
¿Cómo hacer una propuesta para cada uno de ellos que respete la individualidad en la universalidad sin que sea una titánica e imposible tarea? En lo personal, me gusta pensar en la idea de una planificación para 30 trayectorias. Una planificación que considera lo universal al momento de diseñar la propuesta e incluye lo individual al momento de poner el foco en el aprender para aprender. Una planificación que pone especial énfasis en cómo dar feedback y qué andamiajes utilizar, para que cada persona pueda aprender a ser cada día más autónomo en relación a sus aprendizajes.
Hablar de una planificación para 30 trayectorias supone considerar primero que debemos entender qué tenemos los seres humanos de universal (esto es por ejemplo, aprender acerca de las respuestas a preguntas como ¿qué es aprender?, ¿qué es la trayectoria de aprendizaje?, ¿cómo se desarrolla una persona?, ¿qué tipos de habilidades tenemos los seres humanos y qué relación tiene su desarrollo con la enseñanza y la educación?, ¿cómo podemos potenciar el desarrollo de todo tipo de habilidades desde una propuesta pedagógica que considere tanto la universalidad como la particularidad?.
Personalizar la enseñanza es una tarea que no es sencilla pero tampoco es imposible. Para orientarnos a ello podemos considerar varios conceptos y estrategias que, en conjunto y de manera simple, pueden resumirse de la siguiente manera: debemos diseñar una planificación que sea lo suficientemente universal como para poner foco en el desarrollo humano en general, y contenga un espacio para abrir al uso de estrategias que permita poner atención al desarrollo individual en particular. Expresándolo de manera más simple todavía: tal vez sea tan sencillo como agregar una columna de andamiajes y otra de feedback a la planificación que ya utilizamos. Posiblemente ese sea el primer paso.
Entonces, ¿cómo diferenciamos?, ¿cómo planificamos para 30 trayectorias? Para comenzar, debemos considerar lo que se denomina diferenciación. La diferenciación es, en principio, “una manera de pensar” (4), una manera de pensar que puede compararse con tejer con dos agujas. “Cuando trabajamos en diferenciación, tejemos con dos agujas, por un lado, prestamos atención a la literatura que nos enseña cómo hacer lo que tenemos que hacer y, por otro lado, le prestamos atención a cada una de las personas que tenemos en el aula” (5).
En segundo lugar, debemos poner foco en generar un clima emocional en el aula que puede conceptualizarse con lo que Fisher & Frey (6) llaman la clase que invita. La clase que invita es un espacio en el que las personas pueden aprender en un clima de confianza, respeto, optimismo e intencionalidad. En la clase que invita es posible equivocarse y aprender de los errores y, para ello, los docentes deben generar un clima en el que el error no solo sea bienvenido, sino que sea realmente considerado como uno de los pilares de aprendizaje (2).
En tercer lugar, necesitamos una metáfora que nos permita representar en nuestra cabeza la individualidad en la universalidad. Personalmente, la imagen más poderosa que encontré es de Stanislas Dehaene (2) que dice que cada uno de nosotros no es más que “su propia versión de la melodía del homo sapiens”. Una melodía que supone varios conjuntos de instrumentos (o herramientas neuropsicológicas) que se desarrollan conjuntamente: aquellas vinculadas a la cognición, otras relacionadas con la autorregulación y, finalmente, un conjunto de habilidades de todo tipo que nos permiten hacer frente a las demandas de la vida diaria. Entre las primeras podemos mencionar por ejemplo la atención y la memoria (entre otras), en el segundo grupo la motivación, la regulación de las emociones y las funciones ejecutivas (aunque hay más), y en el tercero las habilidades académicas y sociales, por ejemplo.
Aunque considerar todo esto nos permitirá personalizar la enseñanza, no alcanza si no integramos armoniosamente dos herramientas: los andamiajes y el feedback intencional. Son ellos los que verdaderamente ponen al estudiante y al docente en condición de sostener una relación que le permita al primero aprender y al segundo personalizar espacios de aprendizaje en el aula.
Un andamiaje es un “sistema o estructura de soporte, temporario y removible, que permite a las personas ir hacia adelante en cualquier tarea que tengan que realizar” (7). Fisher & Frey explican que los andamiajes solo se utilizan cuando la persona los necesita porque no está en condiciones de completar tareas sin su utilización. Son además estrategias que son customizables en base a las necesidades y características de quien los usa. Se utilizan durante el tiempo que sea necesario y es la persona (en este caso el estudiante) y no el docente quien decide cuándo ya no es necesario para él. Un ejemplo típico de andamiaje es la tabla pitagórica que se utiliza mientras se están aprendiendo las tablas de multiplicar. Los andamiajes abren zona de desarrollo próximo y permiten así que diferentes personas enfrenten la misma tarea a través de sus propios recursos. Una extensa colección de andamiajes puede encontrarse en Aprendizaje y neurodiversidad. Una guía práctica para personalizar la enseñanza (5).
Finalmente, personalizar la enseñanza también depende de encontrar herramientas que permitan personalizar el feedback. El feedback a partir del error es uno de los 4 pilares de aprendizaje según Stanislas Dehaene (3). “Las habilidades que los niños muy pequeños tienen para el lenguaje, la aritmética, la lógica o la estimación de probabilidades demuestran la existencia de intuiciones precoces y abstractas sobre las cuales debe apoyarse la enseñanza. Todas ellas se potencian si se enfoca la atención, se adopta un compromiso activo, se reconocen y rectifican los errores (lo que se conoce como feedback) y se practica un ciclo de experimentación durante el día y de consolidación a la noche”(3). En el libro How Feedback Works: a playbook (8), los autores manifiestan que el “feedback es una de las cosas que puede causar gran tensión sobre los educadores. Mientras que muchos reconocemos que es uno de los componentes importantes y esenciales del proceso de aprendizaje, también nos enfrentamos con desafíos al momento de darlo.”
El feedback es bidireccional. Recibimos feedback de nuestros estudiantes y lo usamos para entender cómo están aprendiendo y qué necesitan, y damos feedback a nuestros estudiantes para ayudarlos a reorientar su aprendizaje cuando consideramos que es necesario.
Feedback es un concepto complejo que “no puede tratarse como de una sola dimensión” (8). El docente es la fuente primordial de feedback en el aula, pero no la única. “El feedback es un ciclo continuo” (8) dentro del aula y “funciona cuando se da, se recibe y se integra al curso de acción durante el proceso de aprendizaje”. Los autores de How Feedback Works: a playbook, indentifican lo que llaman feed up, feed back y feed forward. El feed up es “hacia Adelante”, supone dar información acerca de qué intenciones de aprendizaje tenemos y cómo nos dirigiremos hacia ellas. Responde a la pregunta hacia dónde vamos. El feed back otorga información acerca de cómo estamos progresando hacia esas intenciones de aprendizaje y responde a la pregunta dónde estamos ahora. El feed forward finalmente “otorga información acerca del progreso que los estudiantes están haciendo a lo largo del proceso hacia el objetivo y sugiere cómo seguir”. Responde a la pregunta a dónde vamos ahora.
En síntesis, si cultivamos una manera de pensar que pone foco en la individualidad en la universalidad, pensaremos en la diferenciación como marco de referencia pedagógico. Dicho marco nos permitirá planificar para 30 trayectorias, considerando no sólo los objetivos de aprendizaje y los estándares de logro, sino también qué herramientas de andamiaje y feedback utilizar en clase para sostener a nuestros estudiantes en el camino del aprender de manera autónoma, llevándolos a desarrollar la capacidad de aprender a aprender. Los andamiajes y el feedback sostienen a los estudiantes (y a nosotros) en zona de desarrollo próximo, el espacio donde las condiciones de aprendizaje son óptimas. La diferenciación ofrece diversos caminos hacia el aprendizaje (1) pero no implica la realización de tantas actividades como personas tenemos en el aula. Personalizar la enseñanza no es, como alguna vez se pensó debía ser, ofrecer una propuesta para cada uno. Personalizar la enseñanza es ofrecer la misma propuesta para todos de la mano de andamiajes y estrategias de feedback que permitan, a cada uno, aprovechar la propuesta como ventana de oportunidad para aprender y crecer.
Fuente: Escrito por Silvia Renata Figiacone. PhD en Psicología. Licenciada en Psicopedagogía. Directora de NeuroEduca. Directora de la Maestría en Neuropsicología Aplicada del Hospital Italiana. Prof. Titular de la UCA. Autora de Bonum.
Bibliografía
Tomlinson, C. A. (2017). How to differentiate instruction in academically diverse classrooms. Ascd.
Objetivos y metas de desarrollo sostenible
Dehaene, S. (2019). ¿ Cómo aprendemos?: Los cuatro pilares con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro. Siglo XXI Editores.
McCarthy, J. (2017). So all can learn: A practical guide to differentiation. Rowman & Littlefield.
Figiacone, S.R. (2024). Aprendizaje y neurodiversidad. Una guía práctica para personalizar la enseñanza. Bonum.
Fisher, D., Frey, N., Quaglia, R.J., Smith, D. & Lande, L.L. (2017) Engagement by design: Creating learning environments where students thrive. Corwin Press
Frey, N., Fisher, D., & Almarode, J. (2023). How Scaffolding Works: A Playbook for Supporting and Releasing Responsibility to Students. Corwin Press.
Almarode, J., Fisher, D., & Frey, N. (2022). How feedback works: A playbook. Corwin Press.