SOBRE LA PROMOCIÓN DE LA MUJER
“En el preciso instante de su creación, la mujer promocionó” escribe Mónica Gómez, catequista, educadora y misionera. Su reflexión introduce un número dedicado al tercer objetivo del Pacto Educativo Global: la elección prioritaria y estratégica del magisterio del Papa Francisco que apunta a “favorecer la plena participación de niñas y jóvenes en la educación: no sólo con palabras sino con actos, y revertir la pobreza, el maltrato, violencia y discriminación que muchas mujeres sufren”.
“Los que estamos aquí tenemos los mismos sentimientos; somos objeto de un amor sin fin de parte de Dios. Sabemos que tiene los ojos fijos en nosotros siempre, también cuando nos parece que es de noche. Dios es Padre, más aún, es madre. No quiere nuestro mal; sólo quiere hacernos bien, a todos. Y los hijos, si están enfermos, tienen más motivo para que la madre los ame. Igualmente nosotros, si acaso estamos enfermos de maldad o fuera de camino, tenemos un título más para ser amados por el Señor.” Así habló Juan Pablo I en el Ángelus del Domingo 10 de septiembre de 1978.
Este Dios, nuestro Dios, que es Padre y Madre en el origen habló y la nada estalló en seres:
“Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, que mande a los peces del mar y a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo”
Y Dios creó al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó. Dios los bendijo, diciéndoles; Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar a las aves del cielo y a cuanto animal viva, en la tierra…………Y vio Dios que cuanto había hecho era muy bueno” (Génesis 1, 26-28)
Nos cuesta muchísimo a los creyentes aceptar y pensar y tratar de resolver el tema “promoción de la Mujer” porque parece que estamos cuestionando al mismo Dios Creador del universo. No, no debería ser un tema.
La Palabra está dicha, es indiscutible, es Palabra de Dios, la Mujer promocionó en el preciso instante de su creación.
Tendríamos que pensar desde cuándo y por qué esto es tan absurdamente discutible. Quizás se pueda intentar comprender desde un asunto totalmente físico. Como nos han contado siempre: el hogar que encendía el hombre prehistórico con el fuego que había descubierto probablemente al caer un rayo, debía ser cuidado, y por eso, como el hombre era más fuerte, le correspondía ir a cazar mientras que la mujer cuidaba el hogar, el fuego.
Pero a esta altura de la historia, fundamentar esa debilidad, ese estar atrás, ese ser de segunda, en ese hecho prehistórico resulta un poco infantil.
Por eso no me parece del todo bien tratar este tema tan delicado peleando, porque no tendría que haber nada por qué pelear. Todo debería ser totalmente natural, tan simple como dejar a la verdad que brille.
Si hay que apelar a los derechos humanos para salvar a la mujer, querrá decir que es posible pensar que algunos ¿no la ven del todo humana? Lamentablemente, muy lamentablemente e increíblemente hay que explicarlo, hacerlo comprender, dar pruebas.
Es por eso que quienes tenemos La Palabra de Dios como luz en nuestras vidas, tenemos la certeza de qué decimos cuando decimos Mujer.
Creo que la Palabra es la gran educadora. Hablar de las mujeres del Antiguo y el Nuevo Testamento podría llevarnos años. Pero sí podemos pensar en el lugar que Dios les ha dado y les da, porque la Palabra siempre se dice hoy.
Para dar un ejemplo, en la genealogía de Jesús que encontramos en el Libro de Mateo 1,1-17, vamos a encontrar sólo a cuatro mujeres, (tengamos en cuenta que en la antigüedad no se incluía a las mujeres al redactar las genealogías), pero Mateo lo hace, y ¡qué cuatro mujeres!: Tamar, Rajab, Rut y María. Salvo María, la Inmaculada, las dos primeras tuvieron vidas que escandalizarían a más de un feligrés; sin embargo, Dios las necesitó, miró sus corazones, se sirvió de su amor incondicional y tienen uno de los mejores lugares en el Evangelio. Rut ni siquiera era judía y fue bisabuela nada menos que del Rey David. Y Rajab, la prostituta de Jericó, la tatarabuela.
¿Qué decimos con esto? Que Dios nunca tuvo ese problema discriminatorio, simplemente porque la hizo a su imagen y semejanza, ¿cómo se entendería que vaya en contra de su obra? Dios que es amor se entiende con la mujer igual que con el hombre desde el amor y ese es el lugar de la igualdad. El amor no tiene género, lo mismo que Dios que es Padre y Madre.
La mujer ya promocionó y es Dios mismo quien le dio el título.
En la mayoría de textos de Catequesis, durante años y aún ahora, los grandes héroes del Antiguo testamento son Abraham, Moisés y David… y apenas se nombra a Sara que a esa avanzada edad dio a luz a Isaac. Y qué habría sido de Moisés sin Miryam, su hermanita de 12 años que lo cuidó hasta que llegara a manos de la princesa egipcia y que lo fue guiando en su fe. Creo que sin darnos cuenta, la historia fue postergando lo que la Palabra no.
Creo que los valores cristianos tienen que brillar en la educación de manera que despejen dudas. Creo que hay que rever los textos y reivindicar a la mujer, porque de lo contrario habrá algo que no comprendimos, porque de lo contrario habrá huecos en nuestro decir. Habrá lo callado. Un silencio doloroso.
Creo que los valores cristianos tienen que brillar en la educación de manera que despejen dudas. Creo que hay que rever los textos y reivindicar a la mujer, porque de lo contrario habrá algo que no comprendimos, porque de lo contrario habrá huecos en nuestro decir. Habrá lo callado. Un silencio doloroso.
Este silencio ha hecho que cosas muy simples y cotidianas alguna vez se tomaran como pecados. Ejemplo de esto es esa niña, todas las niñas, que entre los 10 y 13 años aproximadamente, comienza de una manera no muy feliz a preparar su cuerpo para recibir un hijo que tal vez nunca tendrá, y que cada mes hasta sus 50 años se lo recordará, esa niña ya promocionó. Se preparó 40 años. Promocionó.
Cosas tan sencillas, cotidianas y básicas que tal vez se enseñan desde la biología, desde la higiene o desde la moral y no desde la divinidad, desde el amor de Dios que la ha elegido mujer y de una manera misteriosa y especial la hizo madre.
Tanto hombre como mujer deben volver a ser educados en la dignidad de hijos de Dios, de seres hechos para amar a imagen de Cristo.
María, la Inmaculada, fue la primera en recibir la divinidad en la encarnación. María Magdalena, la endemoniada, fue la primera en ver la divinidad en el Señor Resucitado. Dos mujeres, ¿por qué será?
Ninguna de las seguidoras de Jesús lo traicionó ni lo abandonó en el momento más terrible, casi todos sus amigos sí.
Pongamos nuestra confianza y nuestro clamor por las mujeres del mundo en la estrella que Dios nos dejó, la que es el lugar, el espacio, la pobreza, la sabiduría, el consuelo, la alegría, la esperanza, la santidad, la bondad, el amor de Ella, la que, desde el mayor dolor, dolor de cruz se quedó con nosotros, María. La Mujer, nuestra Madre.
Fuente: Mónica Gómez es Docente de Nivel Inicial y Terciario. Titiritera. Desde hace 8 años, después de jubilarse, recorre el país con obras de títeres para niños y cursos de formación para docentes, catequistas y religiosos.