“El mundo como está dado, deja a muchos y muchas en situaciones de extrema vulnerabilidad” señala la referente Mónica Visenti, reconocida miembro del comité de Desarrollo Social de la Asociación Cristiana de Jóvenes, YMCA. En esta colaboración especial reflexiona sobre “el desafío de seguir construyendo una escuela, que dé respuestas, a las necesidades sociales”.
Una situación epidemiológica, que provoca, un cambio de la noche a la mañana, inesperado.
El Covid, el aislamiento, las clases virtuales; la vida de nuestros niños, niñas y adolescentes, dio un giro de ciento ochenta grados….la nuestra también.
Faltaron los recreos, las picardías y las charlas interminables. Estuvieron presentes los classroom, las reuniones por meet y nunca faltaron los abrazos virtuales.
Aprendimos, rápidamente, a manejar herramientas tecnológicas; a las que algunos se resistían; ayer eran un territorio transitado solo por pocos; en ese momento se convirtieron en indispensables.
Fue necesario construir redes, pensarnos y re pensarnos en este nuevo contexto.
Nuestras escuelas, como eran dadas, ya no lo eran; el mundo no fue ni es el mismo.
El 2020 fue un año, de tristezas, ausencias, perdidas; pero también de mucho aprendizaje; el Covid 19 vino a recordarnos, que en situaciones extremas nadie se salvó solo, nunca sucedió, a lo largo de la historia de la humanidad.
Paulo Freire nos indicaría el camino…” enseñar, no es transferir conocimientos sino crear posibilidades, para su propia producción o construcción” un camino que debimos tomar con la distancia que provoco el aislamiento social preventivo y obligatorio; pusimos el alma en cada classroom y allá fuimos a encontrarnos con esas posibilidades.
El desafío fue de construir la escuela como la conocíamos; pensando el cómo poder llegar de manera efectiva, a nuestros alumnos y alumnas; y en este sentido nos reinventamos.
¿Cómo haríamos para poder crear esas posibilidades utilizando la tecnología como medio? Y claro está, pensando también en aquellos niños, niñas y adolescentes que no tienen, aún en el siglo XXI acceso a ella.
Investigamos materiales, creamos otros; resonaron palabras hechas acción; contener, acompañar, contenernos, acompañarnos.
Teníamos que lograr que el conocimiento se construyera en casa y por eso fuimos.
Un año después, aquí estamos; enfrentando el nuevo desafío de la presencialidad combinada con la virtualidad; pensando en este reencuentro con nuestros pibes y pibas.
Un 2021 plagado de complejidades e incertidumbres nos recibe, con el desafío de seguir construyendo una escuela, que dé respuestas, a las necesidades sociales; es imperativo que así sea.
No somos los únicos responsables de que esto ocurra, pero si los actores necesarios; construir definitivamente una ciudadanía participativa y responsable; es hoy urgente. ¿Recuerdan lo que nos vino a enseñar el Covid 19? “nadie se salva solo”.
En este territorio maravilloso de socialización que es la escuela, hay tierra fértil para sembrar nuevos proyectos; la combinación de los ABP (Aprendizaje basado en proyectos) la enseñanza del cooperativismo; cimentados en la pedagogía de la solidaridad; son sin duda, la fórmula clave para lograrlo.
Elaborar proyectos integrados, interdisciplinarios en la escuela, supone la interpretación de la realidad escolar socio-comunitaria en la que se halla inmersa la institución.
Un fenómeno generalizado que se observa en la sociedad argentina de comienzos del siglo XXI, es el de la pérdida individual y colectiva del ejercicio cotidiano de los valores de tolerancia y respeto que nos impone la convivencialidad, trabajar, en la escuela, proyectos integrados, da cuenta de la mixtura, que puede lograrse, entre el trabajo cooperativo y colaborativo, enriqueciendo el proceso de enseñanza-aprendizaje y la convivencialidad dentro de la institución; en las distintas relaciones: equipo directivo-docentes, colegas, equipo directivo-estudiantes, docentes-estudiantes, comunidad toda.
La educación, debe ofrecerse, como alternativa para colaborar a la construcción de una ciudadanía proactiva, orientada al logro de una sociedad más justa y solidaria, con amplia inclusión y oportunidades. Este fin, puede lograrse; convirtiendo en aprendizaje significativo, al conocimiento.
Trabajar juntos, juntas; en la interrelación de las distintas disciplinas buscando ejes en común, que nos lleven a dar respuestas a necesidades concretas, despierte vocaciones en nuestros alumnos y alumnas de los últimos años; trabajando con nuestros y nuestras jóvenes que son “el presente” que construye su futuro, he aquí los proyectos.
Existen, en los diseños curriculares, multiplicidad de ejes; tan solo pensar en el estudio y relación con lo circundante de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) tendremos el enlace perfecto entre las distintas disciplinas.
Como bien, nos señaló, nuestro Papa Francisco en la encíclica “Laudato Sí”; es indispensable que pensamos, nos organicemos y actuemos en pos del cuidado de nuestra casa común. Su mensaje es claro, es urgente y necesario un cambio del sistema económico, político y social; el mundo como esta dado, deja a muchos y muchas en situaciones de extrema vulnerabilidad.
La solidaridad, el respeto a la diversidad, la inclusión social, la igualdad de oportunidades, no pueden quedar en palabras; los tiempos que corren requieren de acciones. La educación es el motor del cambio social.
Los y las docentes, nos encontramos ante este desafío; un tanto asustados, agotados; si es verdad; pero también es verdad que abrazamos la educación siendo aquellos niños y niñas que nunca dejaron de ir a la escuela.
Nos mueve y nos conmueve el amor y el profesionalismo; recordemos que nunca dejamos de aprender.
Fuente: Mónica Visenti-Abogada-Profesora en Ciencias Sociales. Premiada por el Centro Ana Frank de Argentina por el tema “Inclusión social y convivencia escolar” “Proyectos sociales y cooperativismo en las escuelas”. También es “Personalidad destacada de la Ciudad de Buenos Aires, en Derechos Humanos e Inclusión Social de niños, niñas y adolescentes”. Es Asesora en la Fundación Espacios Verdes.