Mons. Nicolás Baisi
Obispo auxiliar de La Plata. Presidente del Consejo de educación católica de la provincia de Buenos Aires. Exposición realizada en el 57° Curso de Rectores bajo el título "Fundamentos Teológicos de la Ecología"
“Tenemos que aprender a mirar el mundo como algo bueno; para que los alumnos comprendan el sentido de su existencia;”, dijo monseñor Nicolás Baisi, obispo auxiliar de La Plata, al dejar inaugurada la Jornada de Representantes Legales.
“¡Qué difícil pensar así en el mundo contemporáneo!” expresó el prelado, Presidente del Consudec en la provincia de Buenos Aires. En el primer día del CREC 2020 basó su ponencia sobre los “Fundamentos Teológicos de la Ecología”, en la lectura del Génesis. “Los hombres estamos hechos con la sangre de los primeros esposos (Adán y Eva); llevamos el pecado original y por eso en lo más profundo de nuestro ser está el desorden, el caos”. Aclaró que “así tuvieron lugar las distintas concepciones del mundo” en las que, según las distintas culturas, “se ve a la Tierra como algo divino, intocable, para reverenciar”.
Sin embargo, después de años de cristianismo, “tenemos otra mirada”, dijo monseñor Baisi. “Es porque el Génesis describe que solo Dios crea el mundo. Él lo pensó y lo hizo como una persona que piensa algo y lo hace”.
El obispo de La Plata enfatizó este hecho porque “Hoy hay toda una corriente que considera el mundo como algo oscuro, para tener cuidado. Pensamos que las cosas tienen poderes ocultos, o que las estrellas tienen poderes sobre mí. Pero, el Génesis dice que Dios creó las estrellas. Entonces, el mundo no nos hace mal. No tiene poderes malignos, como pensaban los griegos, los orientales, los sumerios, o los pre hispánicos”.
El último día Dios crea al hombre – continúa el prelado – reflexiona y dice: hagámoslo a nuestra imagen y semejanza. Y luego, señala que a él se sujeten los peces del mar, las aves del cielo, y le da todas las cosas… ¡qué cambio tremendo con respecto a la manera de ver al ser humano como plantean las antiguas cosmogonías! ¡qué difícil pensar esto en el mundo contemporáneo!
Monseñor Nicolas Baisi prosiguió su intervención hablando de las distintas corrientes de pensamiento que acusan a la Iglesia de ser Oscurantista, de estar en contra de la ciencia o ser la causante de la crisis ecológica. “Los detractores del Génesis sostienen que el cristianismo al hablar del hombre y del sometimiento de la tierra, ha traído la crisis ecológica…”
Pero el Génesis habla de que Dios le dio al hombre un Jardín. Fíjense en este hecho, porque el jardín se distingue de la selva. La selva es tremendamente natural, pero inhabitable. El jardín lleva tiempo y cuidado, y permite que la naturaleza sea vivible y aprovechable. Este es el sentido que Dios le dio a la tierra; hace partícipe al hombre para habitarla y cultivarla
Al principio existía “el logos”
Así lo señala el evangelista San Juan en el nuevo testamento. La revelación dice que el fundamento de todo es el logos, no el caos. El logos es belleza, armonía, no fealdad. Significa que todas las cosas tienen un orden y sentido. Y sigue San Juan: …en el logos estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. De modo tal, que Dios nos hizo con logos, y mi inteligencia y sabiduría puede captar el “logos” de las cosas. Es decir, la inteligencia de las cosas. Por eso la educación como la conocemos, es cristiana.
Porque en la Teología, Dios nos enseña que nosotros podemos conocer que ese logos es la luz y es la vida, y que, aprendiendo conocemos la verdad. Por eso somos felices, nos ponemos contentos cuando aprendemos algo.
Esto tiene una consecuencia práctica. El cristianismo para entender su fe recurre a la filosofía, y la filosofía recurre a la ciencia, y ésta empieza a desarrollarse. Con las ciencias empíricas comienza el desarrollo tecnológico. O como decía Galileo y Bacon el mundo está para que nos responda las preguntas que le queremos hacer.
El mundo es cosa, no es divino, entonces podemos utilizarlo: la des divinización del mundo que trajo el cristianismo, hizo avanzar la ciencia. Desde la era moderna hasta el mundo contemporáneo. Pero, tampoco no podemos hacer lo que queremos porque la naturaleza tiene sus propias reglas.
El paradigma tecnocrático
La crisis ecológica nos ha mostrado que existen reglas, es decir, no solo tenemos que respetar la naturaleza del mundo sino nuestra propia naturaleza. Es lo que el Papa llama una ecología integral. En Laudato Si señala que “la libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social…”
El respeto por la naturaleza del hombre no es solo a nuestro ser dado físico, sino a su naturaleza espiritual. Así como respetamos el equilibrio ecológico de los seres naturales, tenemos que respetar el equilibrio ecológico de los seres que tienen inteligencia y voluntad. Es decir, el hombre en su dimensión física, psíquica y espiritual. Por eso dice Francisco, si no respetamos nuestra naturaleza tampoco podemos respetar el mundo.
Nosotros consideramos al hombre como fruto del azar, tenemos metido un evolucionismo caótico. Pero, entonces, si provenimos del caos, no hay mundo posible. Como si el determinismo evolutivo nos llevara a pensar que no hay nada que ordenar.
Miren lo que pasa hoy, el mundo contemporáneo en pos de la ecología, sostiene que hay que eliminar a los hombres. Ejecutar al hombre para poder respetar la naturaleza. El papa dice que el hombre que tiene un desierto espiritual que lo lleva a generar un desierto ambiental. El hombre que tiene un alma vacía, produce vacío en el mundo.
Algunas conclusiones
Cuando el papa Francisco habla de cuidar la casa común señala el Jardín que habitamos: “mezcla de la naturaleza y de la cultura del hombre”.
Con un estilo de vida austero, contemplativo, responsable; tenemos que aprender a mirar el mundo como algo bueno. Que los alumnos tengan el sentido de su existencia, el alma regada por el amor de Dios, si en la vida de los alumnos fructifica el amor de Dios, ellos harán que este mundo sea mejor para nosotros.
Como último punto, la creación no acaba el sexto día, sino el séptimo, que es la perfección. De modo tal que todo tiene sentido si encaminamos la vida hacia el descanso con Dios, que hace que nuestro corazón no sea un desierto, sino un jardín.