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Construyendo puentes entre familia y escuela

“La escuela debe dar el primer paso” sostiene la doctora Adriana Napque, que tiene un amplio recorrido en Psicopedagogía Institucional, en todos los niveles educativos. Comenta que el docente “es un profesional” y “tiene la mayor responsabilidad en la construcción de una buena relación” con los padres. En agosto, ella introduce este número que aborda la organización escolar y los aspectos señalados en el pacto educativo argentino. Entre ellos: “Fortalecer el rol de la familia promoviendo su cercanía y participación”.

La educación es un derecho fundamental que habilita a los seres humanos para ejercer plenamente su ciudadanía y potencial. Para el éxito de este proceso educativo cobra una importancia central los factores ambientales y las relaciones interpersonales que rodean a los estudiantes. Estos factores, especialmente aquellos vinculados a la relación familia-escuela, juegan un papel crucial en el desarrollo del niño o adolescente, influyendo en su aprendizaje y formación integral.

Es por esto que la colaboración entre la familia y la escuela se vuelve indispensable para potenciar dicho desarrollo en todos los aspectos de la personalidad: físico, cognitivo, social, afectivo y moral. Tanto la familia como la escuela comparten la responsabilidad no solo de los aprendizajes académicos, sino también de la formación de individuos capaces de integrarse positivamente en la sociedad. Cuanto más estrecha sea esta relación entre familia y escuela, más efectivo será el cumplimiento de los objetivos.

Para lograr una buena cooperación es necesario, fundamentalmente, una buena calidad en la comunicación y respeto de las incumbencias propias del rol que cada una cumple, evitando la confusión y las invasiones en el terreno del otro. Sobre esa base, es importante un intercambio óptimo que posibilite acuerdos operativos.

Es fundamental clarificar las expectativas y demandas mutuas. Ericsson (2000) utiliza la expresión “Rand Zone” para esos espacios poco claros.

La familia posee un rol clave en los inicios de la construcción de la modalidad de aprendizaje del niño; no obstante, toda relación con los demás en cada momento de la vida genera una trayectoria de aprendizajes en la que incorporamos información y desarrollamos distintas habilidades y destrezas. Es posible afirmar con certeza que la actitud de los adultos durante la infancia y adolescencia influirá fuertemente en el posicionamiento del sujeto como aprendiente y, por lo tanto, en la constitución de la identidad de aprendizaje.

Los padres son los agentes de salud mental de primer orden. Los docentes pasan a ocupar un lugar de importancia, ya que trabajan día a tras día con niños y adolescentes, esto es, “Seres humanos con su psiquismo en desarrollo y cerebro en construcción”. Por ello también los docentes son agentes de salud mental (Gold, 2015)

Pensar una escuela inclusiva, una escuela que busque la formación integral, que asuma su lugar en la sociedad, es vital hoy más que nunca. Detectar los factores y las conductas de riesgo en la comunidad educativa, requiere también estar atentos a los padres, generar un vínculo de cooperación con ellos. La escuela debe dar el primer paso. El docente es un profesional y tiene la mayor responsabilidad en la construcción de una buena relación (Nordalh, 2005)

Lo más importante es crear un clima de optimismo, esperanza, respeto y apoyo. La forma en que los colegios se preocupan por sus alumnos se refleja en la forma en que se preocupan de la familia de estos (Epstein, 2010)

 

La forma en que los colegios se preocupan por sus alumnos se refleja en la forma en que se preocupan de la familia de estos.

El aprendizaje y desarrollo de competencias cognitivas y emocionales y la implementación de herramientas para su trabajo fuera y dentro del aula permitirá concretizar aún más el fin educativo. En este sentido las también las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) posibilitan la creación de nuevos escenarios y oportunidades de interacción entre la familia y la escuela.

La implicación de los padres en la escuela no solo ayuda a los hijos sino también a ellos mismos, otorgándoles muchas veces un mayor contacto con la sociedad, oportunidad de conocer otros recursos y modalidades de funcionamiento de otras familias, armar una trama cooperativa frente a la crianza de los hijos, etc.

Por otra parte, es frecuente observar que al involucrarse en la situación educativa de sus hijos los padres revisan su propia historia escolar e incluso algunos retoman estudios y desarrollos académicos. Esto muestra cómo el cambio y crecimiento en la vida de los hijos puede estar seguido por los cambios y crecimiento en la vida de las familias.

Es muy importante trabajar la biografía escolar del docente, su modelo mental. La metacognición del docente es clave para emprender este camino de encuentro con la familia.

El vínculo y el acuerdo entre todos los actores institucionales es central para lograr un proyecto verdaderamente institucional. El liderazgo escolar, que recae principalmente sobre el director o directora del centro educativo, es uno de los factores claves para impulsar, favorecer acciones en la escuela.

Si bien cada actor institucional es parte importante de la construcción del puente familia-escuela, el tutor —en los casos en que esté creado este rol— es frecuentemente “la puerta” por la que los padres se relacionan con la institución para participar, ayudar, sugerir, reclamar, informar, etc. Es por ello que es importantísima la formación y capacitación de los tutores.

En este sentido, entre otras cuestiones, es importante dar a la entrevista a padres toda la atención que requiere, preparándola, conduciéndola y cerrándola de forma constructiva y posibilitadora de crecimiento para todos. Desde la primera entrevista es importante construir con los padres una relación que posibilite el sentimiento común de estar trabajando en la misma dirección, en búsqueda de ayudar al hijo. Recordemos que para que los padres puedan expresarse, tiene que haber un clima resonante, plantear preguntas que “abran”, incorporar frases positivas de apoyo a la comunicación, respetar silencios. Transmitir que conocemos al hijo, destacar aspectos positivos, lo que sí está funcionando, y lo bueno del hijo.

No tomarse nunca el enfado de los padres como algo personal y mantener la serenidad.

Son numerosas las actividades que pueden llevarse a cabo para la participación de la familia en la escuela, y abordarlas excede el alcance del presente artículo. Más allá de la implementación de cada escuela, tengamos presente que cada institución deberá pensar y crear espacios de encuentro genuino con las familias, espacios con organización, claridad de objetivos y fundamentalmente con la misión de construir un puente sólido que permita transitar el camino para que, por medio del encuentro pleno familia-escuela, se pueda actuar en pos de una sociedad más “sana”, inclusiva y fortalecida.

Adriana Napque

Adriana Napque es Doctora en Psicopedagogía por la Pontificia Universidad Católica Argentina, con Especialización certificada en Salud. Forma parte del servicio de Psicopedagogía del CESAC 12 del Hospital I. Pirovano, de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Directora de la carrera de Psicopedagogía y titular de diversas cátedras del Profesorado del CONSUDEC. Profesora de la UCA y Coordinadora del área de Psicología del Departamento de Educación en esa universidad. Ha sido disertante en diversos congresos, jornadas del área de salud y educación y cuenta con varias publicaciones. Fue asesora del Programa de Atención a Grupos Vulnerables, Secretaría de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación.



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