Al hablar sobre las crisis del mundo contemporáneo el Papa Francisco refiere este desafío: “el diálogo entre generaciones, educación y trabajo, son instrumentos para construir una paz duradera”. Su mirada, enfocada en la necesidad de un intercambio constante entre la escuela y el contexto productivo, es el tema que analiza – junto a otros especialistas – el educador Juan Rojas, licenciado en Cooperativismo, quien estuvo a cargo de programas de formación para el trabajo de jóvenes y adultos, desarrollando proyectos de educación popular.
Estas dos imágenes representan lo que dicen los estudiantes frente a la finalización de su escuela secundaria. La de la izquierda es un o una joven frente a un pozo, a un abismo. Así decían sentirse los y las estudiantes frente a la búsqueda y obtención de un trabajo. La de la derecha es de un o una joven frente a una pared, a una muralla. Así decían sentirse los mismos estudiantes frente a la continuación de sus estudios superiores. Estos son testimonios relevados en una investigación realizada por la Agencia de Desarrollo de Campana, entidad mixta pública y privada, que indagó sobre el estado de la educación en la región y su relación con el mundo productivo. Este artículo va a referirse al primero de los aspectos, es decir la vinculación de la educación con el mundo del trabajo.
Si bien es cierto que todo cambio genera resistencias, dejar la escuela en algún punto es dejar una zona de confort, es comenzar algo nuevo y desconocido, pero consideramos que la contundencia de las imágenes representa alguna falla en la preparación de los y las jóvenes para hacer una transición menos traumática y más efectiva. Sobre todo cuando desde su perspectiva, en las entrevistas del estudio ya citado, los y las estudiantes definían el ser adulto principalmente en el rol de trabajador y especialmente como profesionales.
La escuela secundaria debe cumplir con sus tres mandatos esenciales: formar para la vida comunitaria y democrática, formar para posibilitar la continuación de estudios superiores, y formar en habilidades y conocimientos para el ejercicio de una actividad laboral. Hoy, y cada vez más, el certificado del nivel secundario funciona como una credencial laboral.
Veamos qué pasa con la situación laboral de los y las jóvenes en base a su nivel de formación.
En el cuadro N° I se verá la directa relación de los niveles de formación con las tasas de desocupación. Las y los jóvenes con estudios primarios incompletos sufren un 50% de desocupación; en cambio ese índice baja al casi 8% en los casos de jóvenes que tienen estudios superiores completos. La diferencia es abismal, es muy fuerte, es inaceptable en términos de equidad y justicia social. En el medio se dibuja una muy prolija escalera descendente.
I. Tasa de desocupación según nivel educativo para jóvenes de hasta 24 años
Fuente: Dirección General de Estudios y Estadísticas Laborales – SsPEyE, en base a datos de EPH – INDEC. Tercer trimestre de 2020
En el cuadro N° II se verá cómo impacta el nivel formativo en la calidad de los empleos obtenidos. En este análisis se toma la tasa de empleo no registrado por ser el indicador más contundente a la hora de definir la calidad del empleo. En este gráfico, la escalera no es tan “prolija” (este comportamiento de la curva merece un análisis más profundo) pero de todas maneras y a los efectos de este artículo, esta tabla demuestra que sí se mantiene un fortísimo desbalance. La diferencia en este caso no es tan grande como en el cuadro anterior, pero también es igual de inaceptable. Los jóvenes con el mayor nivel de estudios tienen una tasa de informalidad del 33,2 % y los de menor nivel se sitúan entre un 82 y 86%. Nuevamente los menos calificados se encuentran en una situación no sólo desfavorable sino inequitativa.
II. Tasa de empleo no registrado según nivel educativo para jóvenes de hasta 24 años
Fuente: Dirección General de Estudios y Estadísticas Laborales – SsPEyE, en base a datos de EPH – INDEC Tercer trimestre de 2020
Hay problemas en la preparación de las y los jóvenes egresados de las escuelas secundarias a la hora de conseguir empleo, ya sea en relación de dependencia o en forma independiente. Es muy común escuchar en boca de los empleadores que los y las jóvenes no reúnen los requisitos para ocupar los puestos de trabajo ofrecidos.
Si bien muchos empresarios no saben definir con claridad las condiciones de ingreso de sus potenciales empleados, es muy común que privilegien lo que se da en llamar competencias o habilidades blandas, también llamadas genéricas, y últimamente, habilidades socio emocionales. Más allá de la validez de la opinión de los empleadores, la realidad nos demuestra que históricamente, la tasa de desocupación entre los y las jóvenes es aproximadamente el doble que la tasa promedio.
Las causas de esta situación son múltiples. Una de ellas la podemos encontrar en el diseño de una estructura curricular no sólo desactualizada sino desintegrada en disciplinas inconexas.
Otra de las causas, quizás la principal, radica en la dificultad de establecer estrategias firmes y constantes de diálogo, contacto e intercambio entre la institución educativa y el contexto productivo. Las dificultades se encuentran en ambas partes, por ello es imperativo generar espacios de cooperación que faciliten los intercambios, que promuevan debates, que alimenten propuestas entre los distintos actores y sectores incluyendo a los propios estudiantes y a las organizaciones que los representan en su calidad de estudiantes y/o trabajadores. Esto se podrá lograr a través de procesos de articulación internos dentro del sistema educativo y externos a él.
Para finalizar, se ponen en consideración algunas afirmaciones, pero también algunos interrogantes.
- Hay que promover, premiar, financiar modelos de articulación de actores en el nivel más local. ¿Es posible democratizar el sistema educativo dándole mayor participación a otros actores sociales?
- Las Prácticas Profesionalizantes externas con vinculación con el contexto y las pasantías son además de formativas, el medio más idóneo para generar un puente que provoque esa cooperación y articulación arriba reseñada. ¿De qué modo se pueden promocionar en las empresas y otros lugares de trabajo para que acepten practicantes?
- ¿No habría que dar un lugar central, formal y sistemático para el fortalecimiento de habilidades blandas, socioemocionales o socio laborales?
- Por último y quizás la pregunta más importante. ¿No es momento de pensar seriamente en una transformación de fondo del nivel secundario hacia una oferta uniforme, integrada y homogénea que forme por igual en sus tres mandatos y suprimir así la injustificada diferenciación entre escuelas orientadas y escuelas técnicas?
Juan C. Rojas
Juan C. Rojas es autor de algunas publicaciones de Noveduc. Estuvo a cargo del Programa “Formación para el Trabajo” dirigido a jóvenes y adultos; y de formación profesional para trabajadores desocupados del Ministerio de Trabajo de la Nación. Desde 2008 hasta 2011 se desempeñó como director de Educación Técnica de la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Es docente, investigador en las universidades del Salvador, Nacional de San Martín, Nacional de Lanús y Facultad Regional Gral. Pacheco - UTN.
Bibliografía
BIRGIN, A.: La Escuela en el Contexto de las Transformaciones del Trabajo y de los Procesos de Inclusión Social. Buenos Aires, 2005.
ROJAS, J.C.: “Una Experiencia de Articulación en la Formación para el Trabajo. Revista Vías – Universidad Nacional de San Martín, N° 1, pag.53 a 55 – Mayo 2008.
ZYSMAN, A. y ARATA, N.: Recorridos Conceptuales en Torno a la Articulación
Educación – Trabajo, en Anales de la Educación Común, Año II, N° 5, 2006.
Documentos:
AGENCIA DE DESARROLLO DE CAMPANA. Observatorio de Saberes para el Desarrollo de la Producción; AGENCIA DE DESARROLLO DE CAMPANA; Campana 2009.
Estrategias de Vinculación y Cooperación con el Entorno Productivo y Social. MTEySS. 2004
Iniciativas para la Mejora de la Enseñanza de las Ciencias y Tecnología en la Educación Media. FUNDACIÓN YPF, Buenos Aires, 2006.
Innovación, Sostenibilidad y Desarrollo. El Rol de la Ciencia y la Tecnología. Nuevo Manifiesto, publicado en el año 2010, que avanza a partir del “Manifiesto de Sussex” de 1970. INTI, Buenos Aires, 2010.