“En el camino eclesial de la pastoral juvenil vemos cómo son los procesos que ayudan y aportan ideas para pensar la vida escolar en clave sinodal”. Así habla el profesor Leandro Giordano, docente del Instituto Pironio, proponiendo un recorrido con tres autores – protagonistas del último Sínodo.
Comparto algunas resonancias e inquietudes que me acompañan. Sobre todo, porque al trabajar la pastoral en la escuela tenemos que tener en cuenta varias dimensiones. Por ejemplo, sabemos que la pastoral tiene que estar en el currículum. Hay que revisar desde dónde partimos y qué opciones incorporamos en temas transversales como la ESI, o proyectos solidarios, o parroquiales.
Todos son espacios explícitos de anuncio del evangelio. Pero, desde el Instituto Pironio agregamos algo más; la pastoral juvenil. ¿Porqué? Porque tenemos la intuición de que la pastoral juvenil ha sido un laboratorio para la vida de la Iglesia. De hecho, nos ayudó bastante a madurar el tema de la sinodalidad.
De ahí que planteo un recorrido con el aporte de tres autores. Ellos señalan cómo la pastoral juvenil puede volver más sinodal la vida de la escuela.
Rossano Sala, sacerdote salesiano. En 2017 el papa Francisco lo nombró secretario de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema: Juventud, fe y discernimiento vocacional. El escribió un artículo que titula: ¿Qué es la sinodalidad misionera? De allí propongo sacar algunas claves.
En primer lugar, Sala analiza cómo durante el sínodo de los jóvenes que abarcó desde 2016 a 2019 – año en que se publicó la carta “Cristus Vivit” – la Iglesia vivió un proceso en el que se dio cuenta que los jóvenes no piden que hagamos algo distinto, sino que seamos distintos. Este es un gran planteo que nos lleva a dejar de pensar en ellos como destinatarios, para pensar en nuestra identidad eclesial con ellos.
Parte del fruto del Sínodo de Jóvenes nos muestra que hay que pasar del paradigma del hacer al estar con los jóvenes.
Cuántos de nosotros al pensar las propuestas pastorales para nuestros colegios, nos planteamos que debemos hacer por los jóvenes o qué hacer por ellos. En realidad, para hacer más sinodal nuestro estilo pastoral, deberíamos comenzar a preguntarnos ¿qué estamos llamados a ser con los jóvenes?
Hay que ser realistas, los colegios son las comunidades eclesiales que más jóvenes tienen, y nosotros tenemos la gran ventaja y posibilidad de acompañarlos desde los 13 a los 18 años.
Rossano dice que para volver a una propuesta sinodal tenemos que hacer tres conversiones: espiritual, formativa y pastoral.
En la parte formativa, Rossano plantea que para renovar la pastoral de un colegio hay que generar un plan de formación en sinodalidad: aprender a trabajar en equipo, ejercitar la capacidad de escucha empática, y experimentar la disciplina de vivir juntos. En este plan formativo, todos los agentes, docentes y familias buscaríamos estar con los jóvenes en vez de hacer cosas para ellos.
En total hay tres conversiones: espiritual – formativa y pastoral, un proceso que implica desplegar energías, tiempo y esfuerzo. Esto marca un estilo que puede favorecer o no la sinodalidad. Desde la gestión, las opciones no son neutrales. Hay que estar convencido en este tipo de propuesta.
El siguiente aporte es de Nathalie Becquart, una religiosa francesa que ha sido consultora del Sínodo de los jóvenes en 2019 y sub secretaria del Sínodo de 2021. Esta experiencia la marcó y habla de los jóvenes como laboratorio de la sinodalidad. La iglesia o escuela en escucha no lo hace para recopilar información, o buscar estrategias para alcanzar objetivos.- dice- Esta es una falsa paz, así evadimos los problemas. Por lo tanto, la verdadera escucha plantea cuestionamientos, discernimientos y transformaciones.
Entonces, lo primero es tener un plan formativo en sinodalidad. Esta propuesta coincide con el tercer aporte, un escrito de la licenciada en Psicología, Graciela Senosiain, titulado: “Acompañando a restaurar la vida después de la pandemia”
Ella habla justamente de la necesidad de que haya personas que sepan escuchar. Es decir, para volver más sinodal nuestra pastoral escolar tiene que haber espacios sistemáticos con personas capacitadas en escucha. Esto permitiría desarrollar la inteligencia espiritual en los adultos y estudiantes, revisar la propia vida y volver a humanizar todas las experiencias que vivimos.
En este sentido hablamos de escucha individual y escucha grupal. Hay colegios que tienen a disposición algunos espacios sistemáticos, el acompañamiento espiritual de algunas religiosas, la confesión con el sacerdote o gabinetes psicopedagógicos. Sin embargo, dice Graciela Senosain, cualquier lugar puede ser habilitado para escuchar.
Por otra parte, en la escucha grupal, los equipos tenemos que atrevernos a mirar qué lugar tienen los jóvenes en la toma de decisiones. Así estaríamos logrando que nuestra pastoral sea más sinodal: revisando el conjunto de necesidades que va sintiendo la vida de nuestro colegio, las necesidades explícitas e implícitas, que no se dijeron, pero se dieron a entender.
En definitiva, la escucha habilita conocer nuestras necesidades y a proyectar para la acción. Desde este punto de vista, algunos tomarán decisiones, otros solo tamizarán para tener este gran laboratorio eclesial que son los jóvenes. Ellos traerán la renovación a la iglesia y a nuestro sistema escolar.
Leandro Giordano
Profesor en Filosofía y en Ciencias Religiosas. Diplomado en introducción a la docencia en ambientes virtuales. Docente del Instituto Pironio. En el 58 curso de Rectores habló de “La pastoral juvenil sinodal en la escuela”.