El Papa Francisco ha convocado para el mes de Mayo del año próximo a reunirse en Roma todos aquellos que se sientan involucrados con la educación de los niños y jóvenes para reflexionar sobre el Pacto Educativo Global.
No se trata de un documento a firmar, sino de un compromiso de los educadores a formar ciudadanos preparados para enfrentar el cambiante mundo en que deberán actuar y para afrontar las dificultades que les esperan de manera madura y pacífica, con capacidad de diálogo para con quien presenta diferencias en cualquier ámbito.
Las migraciones de personas que por distintas razones llegan a integrarse en lugares nuevos, llevando consigo sus tradiciones, creencias y concepciones de la vida. El cambio cultural que afrontamos en occidente: cambios en la concepción de manera de percibirse el hombre antropológicamente; los aceleramientos en el desarrollo tecnológico; la centralidad del crecimiento económico poniendo como centro el dinero y no el bien de las personas. La pérdida de la propia identidad en tanta confusión y rapidez de transformaciones, unidos a la agresividad y enfrentamientos entre unos y otros colocando en el papel de enemigo a quien piensa distinto. Todas estas realidades hacen que el mundo en que crecerán nuestros hijos y nietos sea menos humano, mucho más difícil para crecer y convivir. El lugar y el tiempo en los que compartimos la vida no garantizan ser parte unos de otros.
Estar atentos a esto no nos rescata de las consecuencias ni tiene la fuerza necesaria para impedir que siga en este vértigo de hostilidad humana. El Santo Padre nos invita a poner nuestra capacidad educativa para crear medios que ayuden a educar a nuestros jóvenes en la solidaridad universal y un humanismo nuevo, con capacidad de diálogo, en la aceptación de quien es, piensa o cree diferente.
No basta proponer un cambio sino que hay que educar para ese cambio. Todos los que nos reconocemos implicados en la educación de los jóvenes estamos invitados a participar de esta propuesta.