Se acerca la Navidad y nuevamente nos asomamos al pesebre, al misterio de Dios encarnado. ¿Que vemos? Vemos a un niño envuelto en pañales, nacido en un lugar precario, junto a su madre y a su padre que lo cuidan.
Ante la ternura y la fragilidad del Niño que nace nos dan ganas de abrazarlo. ¡Hagámoslo con fuerza! Que toda nuestra vida se funda en un abrazo permanente a Jesús.
Nuestros Dios es un Dios que abraza y se deja abrazar. Él es nuestra esperanza. El nunca nos deja solos.
En nuestras comunidades, en nuestros barrios, en nuestras calles, en nuestras instituciones, en nuestras aulas, Jesús está presente, igual que en el pesebre, humilde y frágil. Tiene rostros conocidos por nosotros que también necesitan ser abrazados.
“El pueblo que camina en las tinieblas vio una gran luz” (Isaías 9,1) En estos tiempos difíciles que nos ha tocado peregrinar, la luz que nace en el pesebre nos recuerda el cumplimiento de la promesa que Dios nos hizo y nos invita a compartir la esperanza.
Esta Navidad el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa dando inicio al Jubileo 2025 e invitándonos a ser “Peregrinos de la Esperanza”.
Que este sea nuestro propósito en estas fiestas, ser transmisores de la esperanza en nuestro peregrinar cotidiano.
FELIZ NAVIDAD
Adrián Álvarez
Presidente