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Escuela en salida

“Me enseñaron que era un derecho que los niños fueran a la escuela y yo aprendí que era una obligación que la Escuela vaya a los niños”. Julio Manuel Pereyra, educador comunitario, y fundador de la escuela itinerante “Caminos de Tiza” afirma que esta frase de su discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas en 2023, es la que más lo identifica. Una sintonía con el Pacto Educativo Argentino, que aborda la inclusión educativa en sus diversos escenarios. 

La inclusión educativa debe dar paso a la educación no excluyente, que es atender y entender la diversidad, es decir dar respuestas didáctico-pedagógicas para los perfiles heterogéneos de los estudiantes.

Enseñar lo que necesitan y también lo que quieren aprender, enseñar como aprenden los alumnos y entender que los diagnósticos no son pronósticos ni sentencias, sino que es la base del paso de una educación expulsora, a una inclusora.

Entender que los fracasos de los alumnos son fracasos de los docentes es vital. 

El DUA (Diseño Universal de Aprendizaje) brinda una aproximación hacia dónde debe ir el sistema educativo.

Desde Escuelita Ambulante Caminos de Tiza buscamos modos de atender/entender, desde estrategias y recursos cognoscitivos, los diferentes perfiles de aprendizaje (neurodivergencias-inteligencias múltiples-multigrado e inclusión escolar). No se trata sólo de siglas (DUS, STEAM) o apellidos para la palabra “educación” (inclusiva , disruptiva) porque para la docencia no existen manuales ni recetas bajo la premisa que las grandes escuelas están donde están los grandes maestros y no los grandes edificios.

La frase que más me identifica es la que dije en la Asamblea General de las Naciones Unidas: “A mí me enseñaron que era un derecho que los niños fueran a la escuela y yo aprendí que era una obligación que la escuela vaya a los niños”.

Premisas para revisar la educación

  1. No confundir la escuela con edificio, sino asociarlo a comunidad educativa.
  2. No asociar director administrativo-burocrático con liderazgo educativo.
  3. No confundir innovación con tecnología.
  4. No es lo mismo tiempo pedagógico que calendario escolar.
  5. Idoneidad no es sinónimo de título/formación, sino de praxis, creatividad y desarrollo.
  6. La docencia no es un cargo.
  7. Normalizar las evaluaciones externas (las internas están viciadas de clientelismo político, intereses de gestión, de limitaciones institucionales.

Esto es lo que quiero que se entienda.

Los inicios de "Caminos de Tiza"

No elegí la docencia, la docencia me eligió a mí. Tuve la suerte de estudiar profesorado de Historia porque me gustaba, y en el camino me enamoré de la docencia. Poco a poco fui virando hacia otra forma de educar, hacia la educación comunitaria y popular, que va por otro camino. 

En la práctica comencé a trabajar con estudiantes en barrios y aldeas muy vulnerables, de pueblos originarios, con discapacidad, y a generar mi propia mirada sobre una educación inclusiva. Hoy soy un profesor de educación especial, rural e intercultural bilingüe.  

En 2013 fui a trabajar a Paso de los Libres, Corrientes, en mi vecino país Argentina, cuando un día encontré en las afueras de esta ciudad a niños que en vez de estar en la escuela, se hallaban buscando comida en un basural.  

Encontré a un niño con discapacidad, no institucionalizado, que tenía zoonosis y parasitosis, nadie lo cuidaba, sus derechos nunca habían sido consagrados en base a que ni siquiera tenía identidad. Descubrí que hay dos Argentinas. Al principio, todo eso era como una forma de denuncia y de protesta, pero luego se transformó en una forma de educar y de poder generar políticas públicas.

Porque la burocracia administrativa en el sistema educativo transforma al niño en un número; no importa si aprende o no, mientras asista a la escuela, y puede ser que el chico tome a la escuela como un comedor, en vez de ser un centro pedagógico. La escuela está llena de analfabetos funcionales, pues la educación es vista como una forma de tener a los chicos encuadrados en una estructura en lugar de dotarlos de competencias para la vida. 

En “Caminos de Tiza” evitamos que el niño se vaya de la escuela y desaparezca del sistema. Lo nuestro es complementario y alternativo al sistema escolar formal. Los aborígenes, que en nuestro sistema educativo comunitario son nuestros docentes auxiliares, no tienen ninguna formación dentro de la docencia del sistema formal. Son referentes culturales, lingüísticos, que transmiten la identidad, la cultura, los saberes populares, imprescindibles para la vida de una comunidad. Y para mí, la conectividad no es requisito indispensable para generar una comunidad educativa.

Caminos de Tiza consiste en ir a buscar a los chicos a sus comunidades, no generar una escuela para que el chico vaya, porque si el chico es un inmigrante paraguayo fronterizo, padece de trabajo infantil, o tiene que recorrer grandes distancias a caballo para llegar, pues no va a ir, por más que tú le crees una escuela.  

Priorizamos la fenomenología que a las familias les permite prevenir problemas concretos: el pique, la ura, el dengue, la pediculosis, la leishmaniasis, les enseñamos a reconocer insectos y qué hacer si nos pican o los tocamos. También hacemos alfabetización inicial, apoyo escolar, construimos escuelas, traducimos textos al guaraní, hacemos videos en lengua de señas, estimulación temprana, psicomotricidad y comunicación alternativa para los niños con discapacidad, atención primaria de la salud, educación sexual integral y armado de material terapéutico y ortopédico. Trabajamos con niños con dislexia, sordos, ciegos y todo lo que tiene que ver con problemas del aprendizaje.

Además, trabajamos con los padres para que sepan usar un colchón antiescaras, un nebulizador, cómo mantener limpia una sonda nasogástrica o una valva. Conseguimos donaciones como sillas de ruedas, bipedestadores, y desarrollamos un ropero solidario y la biblioteca comunitaria Tekombo’e. Trabajamos con sistema Braille. Logramos que desarrollen cultivos, levantamos escuelas en medio de la selva y hemos conseguido alfabetizar a casi el 100% de los niños mayores de 8 años de estas 14 comunidades y muchos de esos niños son bilingües”. 

Por eso Caminos de Tiza enseña prácticas alternativas para la vida diaria de los chicos, como qué pasa si te intoxicas en tu casa, cómo cuidarse de electrocutarse, cómo no contraer tétanos, qué hay que hacer en una inundación, cómo prevenir accidentes cuando hay tormentas, cómo prevenir incendios. Nuestra concepción se basa en una ‘pedagogía de la emergencia’. La formación tradicional consiste en ‘aprender a enseñar’ y se basa en transmitir contenidos. En cambio, la nuestra se basa en ‘aprender a enseñar a aprender’ y en competencias cognitivas: no te enseño química, pero te enseño a reconocer por qué se oxida un clavo.

Lo que de verdad buscamos es sacar al niño de la ‘pobreza cultural’, que consiste en no tener herramientas para hacer reclamos y reivindicaciones y somete a la población al clientelismo político cuando desconoce sus derechos y no sabe ni cómo rellenar un documento ni cómo tratar un simple accidente doméstico”.

En estos contextos rurales y marginales, la formación es práctica en el territorio con “conciencia situacional”, como cuando el hijo aprendía carpintería de su padre, o a sembrar, o a navegar, etcétera. 

Por eso, el modelo no es aplicable en las ciudades, ni en escuelas privadas, sino que busca sostener la trayectoria escolar de los estudiantes en peligro de abandono del sistema educativo. Articulamos con maestros rurales y referentes barriales. Convivimos generando diversas actividades lúdico-didácticas. Experimentos, juegos, talleres, clases y salidas. Respetamos su identidad, creencias, rituales, leyendas y los caciques lo saben. Nos permiten compartir y estar con ellos trabajando sobre esto. 

Y para poder propagar este sistema, hablamos de “capacidad instalada”, que consiste en formar referentes comunitarios que desde sus prácticas compartan sus saberes y sus conocimientos con los demás. Desde alguien que enseñe a prevenir accidentes con abejas, a otra persona que sepa cómo labrar la tierra. Nosotros les damos herramientas pedagógicas con base científica para que tengan formas de intervenir en su comunidad. Al ser nosotros itinerantes, no podemos volver a la misma comunidad hasta pasar 20 días. 

 

En este caso, dejamos un plan de trabajo construido con la misma comunidad para que cada familia siga, básicamente a partir de la estimulación de los hijos. Esto nos garantiza la continuidad. Lo importante no es lo que nosotros hacemos con los chicos, sino “a través de ellos”, que es educar a las familias. Al chico le enseñamos a reconocer comida vencida, a leer etiquetas, y logramos que la familia participe de la clase. Dejamos ejercicios de trabajo de alfabetización inicial, de conciencia fonológica. 

Nuestro objetivo es que el chico llegue a la escuela formal, buscamos la reinstitucionalización. Con el Estado acceden a tener vacuna, documento, asignación universal por hijo, control médico. Lo curioso es que se habla de la educación del siglo 21 cuando Caminos de Tiza sigue resolviendo problemas del siglo 19. 

Es un proyecto que se solventa apelando a la creatividad, con materiales didácticos de bajo o nulo costo, y con elementos reciclados. Realizamos diseños de innovación readaptando algo, salidas didácticas para reconocer peligros, flora y fauna, raza de perros peligrosos, identificar arañas, plantas con espinas. Llevamos al hombro todos los materiales de trabajo [pictogramas, hojas, títeres, lápices, libros. También usamos tecnología educativa como tablets, lupas, microscopios, lentes VR, celulares, pero se alterna o se complementa, no son de necesidad primaria.

Los premios mundiales que hemos recibido son porque el modelo educativo que generamos es replicable, de alto impacto y funcional para refugiados, desplazados, en contexto de guerra y a comunidades trashumantes, sobre todo migrantes zafrales. Porque nosotros acompañamos el movimiento de las comunidades para que los chicos no pierdan sus trayectorias escolares. Ya lo replicamos en la comunidad de los “loncos” que hablan la lengua mapuche, el mapudungún, cerca de Neuquén y en Rincón de los Sauces.

No pido que todos sean el maestro peregrino errante que soy yo, muchas veces las propuestas son simples: ayudar a los vecinos que están en la esquina, a los niños que post pandemia están con problemas de reescolarización,  dando el wifi para que un niño pueda estudiar.

FUENTE: Julio Manuel Pereyra es uruguayo, profesor de Historia y Licenciado en Cs. de la Educación, que hoy reside en la provincia de Misiones, luego de pasar por Corrientes, Santiago del Estero y Chaco. Este mes estará a cargo de un conversatorio sobre estrategias y medios para atender la diversidad y discapacidad en los nuevos escenarios educativos.  Un espacio de encuentros virtuales patrocinado por Consudec. https://bichosdecampo.com/

 

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