«Es imperioso formar docentes con perspectiva en discapacidad en general, y en neurodivergencias, en particular” sostiene Miguel Ángel Astariz, presidente de FEDUTEC, Federación para el Desarrollo de la Educación Técnica Especial y Común. Un especialista que plantea “imbuirse de las nuevas corrientes de pensamiento” para poder afrontar los diversos procesos terapéuticos, las barreras que se encuentran y lo que puede ofrecer la escuela, o no.
Al hablar de discapacidad, no nos cansaremos de repetir que el foco de situación debe estar centrado en la persona, ese niño único e irrepetible, con sus habilidades, capacidades, sueños, intereses y motivaciones, y con sus requerimientos, para el logro de su desarrollo y salud emocional, en búsqueda de una ansiada felicidad, que es lo que verdaderamente y quizá más significativamente importe. No obstante, existe en la actualidad una mirada ampliamente extendida, a la que calificamos de fundamentalista, llevada a cabo por organizaciones que han cooptado mayoritariamente la opinión pública, institucional y legal, con un constructo enteramente social escindido de la salud, que no se compadece de un análisis crítico ni de rigor científico ni empírico alguno, al orientar el encuadre desde una perspectiva exclusivamente social y descartando cualquier orientación médica o clínica, a la que deberán obligarse todas las instituciones educativas, aludiendo “que los Estados deben garantizar las trayectorias escolares en instituciones educativas comunes y que todas las personas sin excepción tienen derecho a educarse juntas¨, sin considerar que cada caso impone tener un abordaje terapéutico, pedagógico y educativo distinto y propio de la neurodiversidad.
Resulta interesante imbuirse de las nuevas corrientes de pensamiento, que con basamento racional descartan el/los términos de discapacidad/discapacidades para sumirse en el concepto de la neurodiversidad, que define la diversidad del funcionamiento neurocognitivo propio de la naturaleza humana, haciendo así consciente a la sociedad de su propia diversidad. Ser neurodiverso es ser una persona, y también significa que tienes un cerebro diferente a las demás personas y así cada uno de nosotros.
Es un concepto amplio que incluye tanto a personas neurotípicas, (aquellas que se ajustan a los patrones neurológicos típicos o estándar de la sociedad. Es decir, personas sin una condición neurológica que afecte su comportamiento, pensamiento y comunicación), como a las neurodivergentes (aquellas con una condición que hace que su funcionamiento neurocognitivo sea significativamente diferente, con patrones neurológicos que se desvían de la norma socialmente establecida, en adelante ND).
Dentro de las neurodivergencias se engloba a aquellas personas con diagnóstico de CEA (condición del espectro autista, más conocido como TEA, trastorno del espectro autista), TDAH (Trastorno de déficit de atención e hiperactividad), TEL (trastorno del lenguaje), trastorno disocial de la personalidad, trastorno bipolar, psicopatías, síndrome de Tourette, discalculia (dificultad en el aprendizaje de las matemáticas), dislexia (dificultad en la lectura), disgrafía (dificultad en la escritura), dispraxia (dificultad motriz), entre otros. (descriptos en el CIE-11, – Trastornos mentales, del comportamiento y del neurodesarrollo).
Neurotípicos y neurodivergentes, conforman la neurodiversidad del cerebro humano. Dejemos sentado que la neurotipia y la neurodivergencia son conceptos, o forman parte, de una teoría social. De ninguna manera son términos, condiciones o diagnósticos médicos. Pero arribamos a la conclusión de que quizá uno de los estigmas más persistentes con respecto a las neurodivergencias es considerarlas enfermedades o discapacidades, cuando en realidad, desde un enfoque holístico, y con esta concepción de pensamiento, no estamos frente a capacidades diferentes, sino frente a procesos diversos.
Volviendo ahora al artículo 24 de la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad de la Organización de Naciones Unidas (13 de diciembre de 2006) y en la Ley N° 26378/2008, donde se ratifica la adhesión de nuestro país a la mencionada Convención, vemos que imperiosamente se reconoce el derecho a la educación, y que para garantizar este derecho deben hacerse ajustes razonables y prestarse apoyos en función de las necesidades individuales, para facilitar la formación efectiva de las personas neurodivergentes.
Para poder garantizar apoyos y acomodaciones, es preciso ahondar en cuáles son las barreras que más frecuentemente se encuentran.
En general la neurodivergencia y en particular el autismo, se caracterizan por una fuerte diferenciación en la comprensión de las dinámicas sociales, lo que contribuye a un significativo malestar del estudiante al sentirse forzado a interactuar con pares y no saber cómo hacerlo, en detrimento de su salud y rendimiento, por lo que le resulta muy difícil trabajar en grupo y relacionarse con otros estudiantes.
Existe un grupo de personas con neurodivergencias funcionales, es decir, que pueden presentar condiciones que sean un obstáculo para la adaptación social o algunos aspectos del aprendizaje, pero estos retos no comprometen los aspectos básicos de su capacidad cognitiva e integridad física, y con adaptaciones razonables y con un especializado acompañamiento terapéutico integrador, la escuela común podrá brindarle los requerimientos que el niño necesita para poder lograr una efectiva inclusión y una integración con sus pares que le permitan desarrollarse en un entorno feliz.
Pero por otro lado nos encontramos con los espectros más severos de las condiciones mentales, con niños con discapacidad intelectual que conllevan habilidades de lenguaje muy limitadas y/o trastornos conductuales graves que pueden ser un peligro para sí mismos cuando no se establece un sistema de cuidados y apoyos y educación eficientes. Son problemas como el autismo grave de espectro más profundo, psicopatías, trastornos graves de la conducta (TDAH severos) todos los cuales comportan condiciones médicas, que normalmente necesitan tratamiento intenso y constante.
Aquí es donde afirmamos que actualmente la escuela común de ninguna manera podrá ofrecerle los requerimientos que necesita, ni aún algunos. Los ruidos, las luces fuertes, los olores, estar rodeados de muchas personas, ambientes amplios, y otros diversos estímulos que se experimentan dentro de la institución educativa (horarios, ingresos y egresos, etcétera), repercuten negativamente haciendo inaguantable e insoportable su desempeño, desencadenando conductas decididamente peligrosas para su salud y la convivencia con los demás, que en ambientes estructuralmente adecuados y de confort que respeten su individualidad, ni siquiera se manifestarían. Decididamente estamos afirmando que no es atribuible a la condición del niño la imposibilidad de inclusión en la escuela común, sino que ésta, en la situación actual, no podrá brindarle a todos los neuro divergentes (ND), los requerimientos indispensables para que pueda desarrollarse en un ámbito asequible a sus necesidades.
Por ello es muy importante evaluar qué instancias de formación docente, no docente y estudiantil son necesarias para concientizar a la comunidad educativa sobre las estrategias y abordajes adecuados para incluir a las personas ND en ambientes de educación común, de forma respetuosa y no invasiva.
El principal factor entorpecedor de una eficaz inclusión educativa resulta de desconocer el certero diagnóstico con que cursa el neurodivergente, así como la falta de conocimiento y comprensión de las neurodivergencias por parte del personal de las instituciones educativas. Es imperioso formar docentes con perspectiva en discapacidad en general y en neurodivergencias en particular, que sumado a la previa modificación estructural indispensable, genere un entorno sensorialmente amigable para que la brecha del neurodivergente con sus compañeros disminuya, hasta crear un sistema de mentorías (orientación y guía) específicas, donde docentes, y estudiantes, en un todo, acompañen a las personas ND en la inserción y permanencia en la escuela.
Por ello, para asegurar la calidad de la experiencia educativa en un salón de clases neurodiverso, el diagnóstico oportuno es clave para evaluar las necesidades caso por caso y discernir si el carácter cognitivo atípico del alumno le permitirá sacar el mejor provecho de las clases dentro de una población estudiantil general en una escuela común, para asegurar el bienestar emocional y el real acceso a la educación, haciendo que las oportunidades de desarrollo sean potenciadoras y equitativas (lo que conlleva tener en cuenta las diferencias).
Fuente: Miguel Angel Astariz fue Jefe del departamento de Asistencia Escolar del Consejo Nacional de Educación. Exdirector Nacional de Sanidad Escolar. Director general de Sanidad Educativa. Representante Legal del Instituto de Formación Docente Edusalud.