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Editoriales

La centralidad de la escuela

Adrian Alvarez
Presidente del CONSUDEC

En esta nueva publicación, seguimos desgranando algunos de los acuerdos arribados en nuestro itinerario de diálogo hacia un pacto educativo argentino.

Ya desde nuestro primer encuentro surgió un acuerdo de relevancia, volver a dar centralidad a la escuela, devolver a la escuela la iniciativa didáctica y recuperar la pedagogía: Es necesario ver a la escuela como formadora y facilitadora de proyectos para la vida de las personas, recuperando la formación en valores auténticos: «una escuela que siembre en los corazones». Para ello, es necesario darle mayor autonomía al proceso educativo, recreándolo desde múltiples formatos, y teniendo en cuenta que la organización etaria no es el único modelo posible. Para ello se coincidió en promover la creación de otros itinerarios escolares que acrediten trayectos intermedios, de manera que todos los alumnos que hayan transitado por el sistema escolar, obtengan un reconocimiento que les permita su incorporación a nuevas trayectorias a lo largo de su vida, sin tener que empezar siempre de nuevo. 

La escuela moderna ha sido pensada en el Siglo XIX, nuestros docentes han sido formados en el Siglo XX y nuestros estudiantes son del Siglo XXI 

El mismo Francisco nos señala que “La escuela es sin duda una plataforma para acercarse a los niños y a los jóvenes. Es un lugar privilegiado para la promoción de la persona…”, pero que “Sin embargo, la escuela necesita una urgente autocrítica” (CV 221) 

Si bien el Papa se centra (en esa cita) en lo pastoral, también necesitamos volver a mirarnos desde lo pedagógico a la luz de los desafíos del Pacto Global Educativo: Mirar la escuela, mirar nuestras propias prácticas docentes, mirar (con una escuchar activa) a nuestros estudiantes con disposición para dejarnos sorprender, para entrar en diálogo y realizar aquellos cambios que sean necesarios para dar respuesta a cada comunidad educativa.

En este último tiempo, la escuela, está “tironeada” por innumerables requerimientos, más allá de lo pedagógico. Sin dejar de atender las realidades de los estudiantes, no renunciemos a lo principal, a nuestra razón de ser, a la educación de los niños, las niñas y los jóvenes que son parte de nuestras comunidades.

En este sentido, la Escuela debe ser el gran articulador de la comunidad, siendo una “vidriera” privilegiada donde se hallan presentes las distintas realidades sociales, personales y comunitarias, debe ser capaz de vincularse con aquellos que pueden darles respuestas, acompañando a la persona, pero sin renunciar a enseñar.

Múltiples son los problemas que hoy enfrentan en cuanto al aprendizaje nuestros estudiantes; los problemas de alfabetización primaria, la alfabetización digital en un mundo cambiante, la formación del espíritu crítico frente a las nuevas tecnologías, la incorporación de nuevos saberes y nuevas visiones, entre otras cuestiones son parte de los desafíos actuales. Se aspira a una escuela que enseñe a pensar y prepare para discernir ante los nuevos desafíos.

Nuestra tarea va más allá de los contenidos, tenemos el gran desafío de la “integrar los saberes de la cabeza, el corazón y las manos” 

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