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Novedades

El mensaje de Laudate deum

El Papa Francisco y el último Congreso Interamericano de Educación Católica reafirman que “educar para el desarrollo sostenible es un desafío inaplazable”. Se trata del séptimo objetivo del Pacto Educativo Global que, junto con la exhortación apostólica Laudate Deum, “nos invita a pensar en itinerarios educativos que preparen a las generaciones presentes y futuras para valorar y proteger la belleza de la creación y aprender a restituir la que hemos degradado”. Un discernimiento del equipo coordinador del Movimiento Laudato Si’, capítulo Argentina.

Transcurridos ocho años desde la publicación de Laudato Si´, el Papa Francisco hace un llamado urgente a todas las personas de buena voluntad, ante las inocultables consecuencias de la crisis climática, uno de los límites planetarios que hemos excedido, afectando negativamente a los demás, al planeta en su conjunto y a todas sus criaturas. Todo está conectado.

Laudate Deum (Alaben a Dios) era la invitación que hacía san Francisco de Asís con su vida, con sus cánticos, con sus gestos. Esta nueva carta de seis capítulos fue publicada el 4 de octubre de 2023, coincidiendo con su fiesta litúrgica, con el último día del Tiempo de la Creación, y ante el advenimiento de la Cumbre sobre el Clima que tendría lugar el mes siguiente. En ella se describe con sencillez el estado de situación de las negociaciones en las sucesivas Conferencias de las Partes (COP por sus siglas en inglés), el órgano supremo de decisión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), una de sus grandes preocupaciones. Profundiza en las causas de la crisis climática, ya abordadas en Laudato Si’, denuncia la debilidad de la política internacional, el paradigma tecnocrático, la falta de avances más concretos y concluye con las motivaciones espirituales, a la luz de la fe católica.

En el Capítulo 1, “La Crisis climática global”, expresa: “Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos”. Al mismo tiempo, lamenta que para “ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos”. Se olvida, insiste Francisco, que “este y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta”. 

En el Capítulo 2,“Más paradigma tecnocrático”, retoma el concepto ya expresado en Laudato Si’: “Es un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla, como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico”. En Laudate Deum ahonda en este concepto y afirma que “la inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin límite alguno, cuyas capacidades y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología”. De esta creencia suele surgir la errónea idea de que es posible un crecimiento económico ilimitado en un mundo finito y que la tecnología resolverá todos nuestros problemas. 

En el Capítulo 3, “La debilidad de la política internacional”, expresa: “Me permito insistir en que deben ser favorecidos los acuerdos multilaterales entre los Estados” para que haya avances sólidos y duraderos. “Hablemos sobre todo de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”, citando su Encíclica Fratelli tutti.

En los Capítulos 4 y 5, “Las conferencias sobre el clima” y “Qué se espera de la COP 28” respectivamente, Francisco hace un repaso de las COP sobre el clima celebradas, cuáles han sido sus objetivos y cuáles sus logros y fracasos: “Los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos.” Es necesario que se convengan formas de transición energética “que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente”, (…) “porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males”.

El Capítulo 6, “Las motivaciones espirituales”, recuerda a los católicos las “motivaciones que brotan de la propia fe” para el cuidado de la creación: Dado que el universo muestra la inagotable riqueza de Dios, “no es irrelevante para nosotros que desaparezcan tantas especies, que la crisis climática ponga en riesgo la vida de tantos seres”. “La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres, pero hoy nos vemos obligados a reconocer que sólo es posible sostener un ‘antropocentrismo situado’. Es decir, reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas, porque todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde”. 

Es importante tener en cuenta que “no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas”. En este sentido, los esfuerzos por contaminar menos, consumir con prudencia, debatir con honestidad y transparencia, van “creando una nueva cultura que contribuirá a gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad”.

Un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo

Laudate Deum concluye con una poderosa afirmación: “un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo”. 

Este concepto final resume la clave de la exhortación apostólica y nos invita a pensar en itinerarios educativos que preparen a las generaciones presentes y futuras para valorar y proteger la belleza de la creación y aprender a restituir la que hemos degradado.

A propósito de este llamado, tanto de Laudato Si’ como de Laudate Deum, la educación es la herramienta por excelencia para cambiar nuestros estilos de vida. En tal sentido, cabe recordar el discurso del Santo Padre Francisco durante el encuentro de Religiones y Educación, el 5 de octubre de 2021, en el Vaticano: 

“Si en el pasado hemos tolerado la explotación y el saqueo de nuestra casa común, hoy, más conscientes de nuestro papel de custodios de la creación que nos ha sido encomendada por Dios, queremos ser voz de la naturaleza que grita por su supervivencia y formarnos a nosotros y a las nuevas generaciones en un estilo de vida más sobrio y eco-sostenible”.

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