Un nuevo año comienza y con él nuevos proyectos y desafíos. Este año, en particular, nos encuentra con cambios y no menos incertidumbres. En esta situación, los cristianos estamos llamados renovar la esperanza, esperanza profunda que hunde sus raíces en la alegría de sabernos amados por Dios. Un Dios que ama hasta el extremo y que nos invita a hacerlo también a nosotros.
Durante las últimas revistas, los hemos invitado a reflexionar sobre los desafíos que el Papa nos propuso en el Pacto Global Educativo: centralidad de la persona, escucha de las nuevas generaciones, promoción de la mujer. responsabilidad de las familias, apertura a la acogida, renovación de la política y la economía y cuidado de la casa común. En este número queremos profundizar sobre este último desafío, recalcando en primer lugar el carácter social de la propuesta de “Laudato Si”, renovada por el Papa Francisco en “Laudate Deum”.
Estamos convencidos del valor transformador de la educación. Educar en la Ecología Integral nos habla de la formación no sólo en el cuidado de la naturaleza sino principalmente en los valores éticos que se vinculan con nuestra relación con Dios, con la tierra y con el hombre. En este sentido nuestros proyectos y desarrollos curriculares deben transversalizar estos valores. Algunas de las propuestas que encontrarán en este número buscan motivarlos en este sentido.
Son tiempos difíciles, pero como el mismo Papa “la gran tentación en los momentos de crisis o dificultad es encerrarse para cuidar lo poco que se tiene, esperando, escondidos y acariciando recuerdos, la llegada de tiempos mejores”. Es ahora cuando más debemos sembrar para generar el cambio necesario, que resulta imposible si no lo hacemos desde el reconocimiento del otro, de su realidad, de sus necesidades y de su pensamiento. Nuestro aporte como cristianos debe ser concreto y realista, “encarnado” en cada comunidad donde estemos presentes, con una mirada cercana pero que con horizontes de mediano y largo plazo.
En el marco del Dialogo hacia un Pacto Educativo Argentino que nos propusieron los obispos de la Comisión de Educación de la CEA (agosto de 2022) y cuyo documento de trabajo con los primeros acuerdos ha sido aprobado en el mes de noviembre pasado. En los próximos números queremos proponerles profundizar sobre esta reflexión con el propósito de “bajarlos” a nuestras aulas y comunidades educativas en acciones concretas.
Cercanos a la Pascua los invito a recordar lo que el Papa Francisco nos pidió para esta Cuaresma 2024, que sea: “un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados. Invito a todas las comunidades cristianas a hacer esto: a ofrecer a sus fieles momentos para reflexionar sobre los estilos de vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución para mejorarlo…”
Que seamos artífices de este cambio empezando por lo pequeño, lo cercano, lo cotidiano.
