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Novedades

La educación al alcance de todos

Hace 405 años “el Papa Pablo V comprendió que era el Espíritu Santo quien guiaba a José de Calasanz para dedicarse a la educación de los niños que vagaban por las calles de Roma”. Así habló el Papa Francisco de este santo reconociendo que “fue un pionero de la educación al alcance de todos”. 

San José de Calasanz, Patrono universal de la Educación Católica, fundó la primera escuela cristiana popular en Europa, en una época en que la educación tenía por destinatarios casi exclusivos a las familias adineradas. 

José de Calasanz nació en Aragón, España, y se ordenó sacerdote dejando de lado los deseos de su padre que quería que fuera militar y heredero administrador de sus bienes y riquezas. Su fama de santidad y sabiduría hizo que las autoridades de la Iglesia le fueran concediendo puestos de mucha responsabilidad; pero él sentía una voz en su interior que le decía: «¡Vete a Roma! ¡Vete a Roma!». Así que, renunciando y repartiendo entre los pobres las grandes riquezas que había heredado de su familia, se dirigió a pie a la Ciudad Eterna.

Educador de los pobres

En Roma se dedicaba a enseñar catecismo a los niños, y viendo que la ignorancia era total y que no bastaba con enseñar religión los domingos, comenzó a preparar una escuela para que ellos tuvieran educación durante la semana.

Calasanz reunió enseguida a algunos sacerdotes amigos; sin embargo, pronto tuvieron que conseguir más profesores y edificio, porque rápidamente llegaron a los 1.000 estudiantes. Con muchos de ellos, en sus ratos libres se dedicaron a socorrer enfermos y necesitados, especialmente cuando llegaban la peste o las inundaciones. Apenas un par de años después ya había ‘Escuelas Pías’ en muchos sitios de Italia. Calasanz les puso ese nombre a sus institutos educativos y a los padres que lo acompañaban se los comenzó a llamar Escolapios.

Sin embargo, pronto comenzaron las quejas contra las Escuelas Pías; dos Sumos pontífices tuvieron que enviar emisarios y al mirar lo bien que funcionaban las escuelas del padre Calasanz, le concedieron toda su ayuda. 

Pese a todo, de otra manera totalmente inesperada llegarían más sufrimientos para San José de Calasanz. Un colaborador suyo ambicioso, se propuso quitarle el cargo de Superior General, y por sus calumnias el santo fue llevado a tribunales. Las acusaciones mentirosas llegaron a tal punto que la Santa Sede determinó acabar con la congregación que había fundado.  Al escuchar tan triste noticia, San José de Calasanz repetiría las palabras del santo Job: «Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios».

Su Obra Pedagógica

En 1610, San José de Calasanz escribió el Documentum Princeps, en el que expone los fundamentos de su obra pedagógica. Sus visitas por los barrios romanos, le enseñan el desafío. No solo es testigo de la situación social de familias numerosas y miserables que vivían con sus problemas de alimentación, higiene, salud y moralidad, sino también de la lamentable pérdida de las grandes inteligencias que demostraban poseer algunos niños y jóvenes. 

Entonces escribe: “jovencitos de bellísimo ingenio y aptos para hacer gran servicio a la república, quedaban en la oscuridad de la ignorancia por no poder aprender las letras y juntamente con ellas las buenas costumbres”. Así nace la primera escuela popular, pública y gratuita de la Edad Moderna en Europa. Entonces fue una innovación altamente revolucionaria que rompía de forma radical con los privilegios de clase que mantenían en la marginación y la pobreza a grandes masas de población. Por eso, José Calasanz es el gran pedagogo de los pobres y de la gratuidad; de la generalización de la enseñanza a todas las clases sociales sin discriminación social, racial, o religiosa. Su prestigio y universalismo fueron tan grandes que incluso el imperio turco le hizo peticiones para la fundación de Escuelas Pías que no pudo atender, por carecer de los maestros necesarios. 

 

A él se le atribuye también la creación de la graduación escolar por niveles y ciclos en la enseñanza primaria, la formación profesional, y enseñanza secundaria popular. Sus escuelas llegaron a tener hasta 1.500 alumnos, lo que lo obligó a desarrollar una organización muy compleja y minuciosa. Así, la Escuela de San Pantaleón disponía en el curso 1623-1624, de una dotación de 37 miembros, entre los que se contaban los maestros, encargados de la intendencia, personal administrativo, enfermeros, cocinero. El sacerdote – pedagogo se preocupaba además por la educación física y la higiene de los alumnos. Siempre vigiló la máxima pureza de las aguas utilizadas en sus escuelas, y exigió la limpieza de todas las dependencias, muy especialmente en los lavabos.  

 

En otros aspectos, también se anticipó a nuestros tiempos creando espacios complementarios: comedores, roperos, residencias y ordenando que se proporcionara a los alumnos gratuitamente el material necesario, incluso tinta y papel. Los maestros debían llevar tres libros de registro: el de matrícula, el de asistencia y el de calificaciones. Debían preparar previamente sus clases y estar en sus puestos antes de la llegada de los estudiantes. Una vez terminadas las clases, los maestros los acompañaban hasta sus casas. El mismo Calasanz realizó esa tarea hasta los 85 años de edad. 

 

También Calasanz fue el iniciador del método preventivo, según el cual en educación es mucho mejor prever que reprimir. Ese método sería desarrollado después por San Juan Bosco, el creador de las Escuelas Salesianas. En materia de disciplina, y en contra de lo que era habitual en su época, siempre defendió la máxima moderación en los castigos. 

 

Algunas de sus frases más conocidas refieren que: “Si desde su tiempo infantil los niños son educados intensamente en la experiencia de Dios y estimulados en los aprendizajes, hay que esperar sin duda un feliz transcurso de toda su vida”. 

 

El 25 de agosto de 1648, a los 92 años, san José Calasanz pasó a la eternidad.

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