Mensajeros de la Resurrección, testigos de la esperanza

MENSAJEROS DE LA RESURRECCION, TESTIGOS DE LA ESPERANZA

Nos adentramos a vivir una nueva Semana Santa, nos acercamos a vivir una nueva Pascua en nuestras vidas y en nuestras comunidades, y cabe preguntarnos cómo vivir la alegría de la Resurrección en estos tiempos que corren. 

Todos los días, los medios de comunicación nos muestran nuevos actos de violencia, no sólo la guerra que desde hace más de un año aqueja a Ucrania y la violencia que no pareciera disminuir en otras partes del mundo, sino también la violencia cotidiana en nuestras calles, nuestras familias, nuestras escuelas, nuestra sociedad.

Frente a estos signos de desesperanza, estamos llamados a ser mensajeros de la resurrección. El Venerable Cardenal Eduardo Pironio, en su “Meditación para tiempos difíciles” nos decía: “Hacen falta hombres nuevos, capaces de saborear la cruz y contagiar el gozo de la resurrección, capaces de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos, capaces de experimentar la cercanía de Jesús y de contagiar al mundo la esperanza. Capaces de experimentar que «el Señor está cerca» (Flp 4,4), y por eso son imperturbablemente alegres, y de gritar a los hombres que «el Señor viene» (1 Co 16,22), y por eso viven en la inquebrantable solidez de la esperanza.” 

En su mensaje para esta Cuaresma, el Papa Francisco nos invitó a recorrer el camino ascético cuaresmal teniendo como meta nuestra transfiguración personal y eclesial, y a escuchar la voz del Señor que nos habla, no solo en las Escrituras sino “a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda” . 

Recientemente, al iniciar esta Semana Santa, nos recordaba además que “Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo hay personas necesitadas, sino que está Él”.  

Que sepamos reconocer en nuestras comunidades a esos «cristos abandonados», a veces invisibles: “jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor”, niños que necesitan ser abrazados, familias que necesitan ser acompañadas, docentes y no docentes que se ven abrumados por su realidad familiar o personal y “no dejemos que su voz se pierda en el silencio ensordecedor de la indiferencia” . Que, en términos de los desafíos del pacto educativo global, sepamos poner a la persona en el centro, escuchar a las jóvenes generaciones, promover a la mujer, abrirse a la acogida.

Que en esta Semana Santa acompañemos a Jesús en su pasión y su cruz cotidiana, en cada uno de los que componen nuestras comunidades educativas, para que el encuentro con Él sea resurrección en sus vidas y semilla de esperanza.

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCION!

Adrián Álvarez

Presidente