Inicia marzo e inicia el ciclo lectivo en todo el país, en todos los niveles educativos. Este año, dos eventos en particular nos marcan la ruta, uno mundial (aunque con un fuerte matiz argentino) y el otro nacional (pero con una resonancia a nivel regional y mundial).

Por un lado, los 10 años de la elección del Papa Francisco, que no solo se ha convertido en el Jefe de la Iglesia Católica sino en un líder reconocido mundialmente, cuyas palabras impactan más allá de los propios fieles generando espacios de diálogo con los otros que, sin compartir la fe, comparten sus preocupaciones por un mundo que muestra su fragilidad: conflictos bélicos y raciales, aumento de la pobreza, impacto ambiental, en otras realidades, hoy hieren a toda la comunidad humana.

Laudato si y Fratelli Tutti, por decir solo dos de sus mensajes, han hecho foco y generado la reflexión sobre cuestiones claves que debemos atender. Economía de Francisco y la convocatoria, particularmente a los jóvenes a pensar que otra economía es posible, dejando de lado “una economía que mata” y que fomenta el descarte de los más débiles, no se trata solo de una denuncia profética totalmente necesaria sino de la generación de una propuesta concreta para un cambio de paradigma.

En nuestro caso, el llamado a un Pacto Educativo Global nos invita a cuestionar nuestras propias miradas y prácticas educativas de manera de dar respuesta a una realidad que hoy resulta sumamente desigual y que requiere también de nosotros el cambio de aquellas conductas que no favorecen una verdadera educación para todos.

Francisco es un Papa no solo de las palabras sino de los gestos. En este número, quisimos empezar a reflexionar sobre lo que ha generado en nosotros estos diez años de su pontificado, seguiremos haciéndolo durante todo el año; no para regocijarnos en sus palabras sino para que motiven en nosotros aquellos proyectos y gestos concretos que posibiliten hacer presente su mensaje en nuestras comunidades educativas. Nos toca a nosotros sembrar la semilla del cambio que el Papa nos propone para que el Evangelio ilumine las estructuras de la sociedad y las haga más humanas, para que las futuras políticas y planes de gobierno no dejen de lado la centralidad de la persona. Quienes pueden generar ese cambio están hoy en nuestras aulas, pero requieren que nosotros nuestro compromiso con este proyecto.

Este año conmemoramos en la Argentina los 40 años de la vuelta a la democracia, la que hemos recuperado no sin esfuerzo y que aún con dificultades y momentos de zozobra hemos sostenido a lo largo de estas cuatro décadas, convencidos que éste es el mejor sistema que tenemos para llevar adelante el futuro de nuestro pueblo. Será importante que generemos en nuestras comunidades educativas, pero especialmente en nuestros estudiantes, los valores y actitudes que nos ayuden a fortalecer este camino. Diálogo, fraternidad, bien común, solidaridad, subsidiariedad, participación, son principios básicos sin los cuales será imposible que nuestro país sea la tierra de hermanos que todos queremos.

El desafío es enorme y recién empieza, pero podemos empezar por dar el primer paso en nuestras aulas.