¿Cómo enseñar a los niños y jóvenes que todos somos iguales en dignidad? La doctora Raquel Bolton plantea una “conceptualización ecológica” que desafía a la comunidad educativa. La escuela y la misión de anunciar una existencia vivida en plenitud.
Hay que volver a considerar a la familia como el santuario de la vida, con espacios de contención y estándares claros de conducta. En efecto, es sagrada porque es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser protegida contra los múltiples ataques a los que está expuesta.
Contra la llamada “cultura de la muerte”, la familia constituye la sede de la cultura de la vida, con altas expectativas parentales hacia sus hijos y una dinámica familiar positiva, convirtiéndola en un agente preventivo natural de protección.
Inmersos en una gran cultura mediática, ésta nos exige reconocer lenguajes que articulan grandes cambios, donde situaciones de transgresión a la vida son evidenciadas generalmente a través de los medios de comunicación, donde una crisis de actitudes y valores es vivida con un individualismo que en varias oportunidades se ejerce sin discernimiento ni espíritu crítico.
Estamos en presencia de una crisis ecológica que se agrava cada día, complejizando la manera de interactuar con el medio y con las personas. Las crisis generan cambios y la sociedad acompaña la realidad histórica con cambios en la vida familiar, donde se observa un aumento en la inestabilidad de los vínculos y cambios en la dimensión social y cultural que privilegia el deseo de tener y gozar, más que de ser y de crecer.
En este contexto ¿Cómo enseñar a nuestros niños y jóvenes que todos somos iguales en dignidad?
Como sociedad y desde una comunidad educativa, surge la necesidad no sólo de percibir la crisis que nos atraviesa sino también de generar habilidades que permitan actuar frente a las crisis, asumir el desafío de modo creativo para la creación de estrategias para regenerar vínculos y recuperar la mirada centrada en el bien común.
La vida humana es un don recibido, la persona humana posee un cuerpo animado por un espíritu. Esta unión cuerpo-espíritu hace que el cuerpo humano tenga una unidad espiritual, desde el inicio hasta el final de la vida, dos etapas de la vida… la misma dignidad.
Como sociedad y desde una comunidad educativa, surge la necesidad de generar habilidades que permitan actuar frente a las crisis, asumir el desafío de modo creativo para la creación de estrategias para regenerar vínculos y recuperar la mirada centrada en el bien común.
El concepto de “Dignidad Humana” sobre el que vela la moralidad, puede ser entendido en su doble sentido:
- Ontológico
- Práctico o Dinámico
Sentido Ontológico: La persona humana es el ser viviente más perfecto de todos los creados por Dios.
Sentido Práctico o Dinámico: Queda a cargo del hombre el ratificar su perfil ontológico. El comportamiento humano puede llegar a opacar su dignidad ontológica, por eso es todo un mérito el saber cuidar de ella a través del orden moral.
Una conceptualización ecológica evidencia un desafío en el abordaje de la promoción y la educación en salud, porque el menosprecio en todas las etapas de la vida humana desafía a la comunidad educativa a buscar respuestas con diseños, planificaciones y desarrollo de actividades que generen espacios de reflexión y profundización sobre los distintos temas vinculados con la persona humana, la vida y la salud.
Cuidar la formación y capacitación de los educadores supone una tarea que debe contar con una formación permanente en el marco de la defensa de los derechos universales de cada persona y el valor de todas las dimensiones de la persona, educando en la apertura y el encuentro con el otro.
Humanizar la educación, facilitando una cultura de encuentro, permitirá profundizar en los valores comunes a distintas culturas que se encuentran enraizados en la naturaleza humana, estableciendo un punto de encuentro, que permita vislumbrar un porvenir esperanzador superando los desencuentros, allí donde se manipula la vida.
Elaborar propuestas que puedan facilitar una sociedad más justa con promoción de la salud, profundizando el liderazgo de los jóvenes, permitirá acompañar y animar el poderoso kerigma anunciado con la vida.
Humanizar la educación, facilitando una cultura de encuentro, permitirá profundizar en los valores comunes a distintas culturas que se encuentran enraizados en la naturaleza humana, estableciendo un punto de encuentro, que permita vislumbrar un porvenir esperanzador

Raquel Bolton
Una colaboración de la Dra. Raquel Bolton. Médica Bioeticista. Magíster en Ética Biomédica. Pontificia Universidad Católica Argentina. Durante la pandemia publicó su primer libro digital titulado “Una bioética que acompaña y anima”. Es Presidente del Consorcio de Médicos Católicos.