A cinco años de la beatificación de Mama Antula, presentamos una obra sobre el legado de María Antonia Paz y Figueroa. La publicación de Editorial San Pablo se titula: Nuestra Mamá Antula “Caminante del Espíritu”. (96 pág) Autor: Victor Fernández, arzobispo de la Plata.
Un día, almorzando en la casa Santa Marta, se hablaba sobre la Mama Antula, y le escuché decir al Papa Francisco, con mucha convicción: ‘Ojo que esa mujer vale oro’. Más adelante vi un escrito del sabio padre Rafael Tello, donde la menciona como uno de los más grandes ejemplos de pastoral popular. Entonces empecé a sospechar que era una joya preciosa que valía la pena descubrir”, explica en el inicio de estas páginas Mons. Víctor Manuel Fernández.
Mama Antula es bien latinoamericana, nacida en Santiago del Estero y misionera peregrina por el noroeste argentino, Córdoba, Buenos Aires y Uruguay. Su tumba está en Buenos Aires, en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad.
En este librito vamos a recorrer la vida de esta gran mujer, que asombra y enamora. También, en la segunda parte, encontraremos una propuesta de novena para orar con el testimonio de su vida y recoger su ejemplo.
“Imagínense ustedes que en ese entonces la ciudad de Córdoba tenía 11 mil habitantes, y Mama Antula logró que más de 3 mil personas realizaran los Ejercicios Espirituales”, comentó Fernández.
Los Ejercicios Espirituales los hacían desde los más pobres -que eran esclavos en aquella época- y también los más nobles y de familias más ricas. Y la Mama Antula también se asombraba y decía: ¡Qué milagro lo que pasa acá!
Esos que en la vida común se desprecian, se odian, ni se hablan, y acá terminan juntos haciendo los Ejercicios Espirituales y todos tienen el mismo valor ante los ojos de Dios. Era como que toda la división de la sociedad se acababa allí”, expresaba monseñor Víctor Fernández. Teólogo y biblista, que fue Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina y colaboró con el entonces cardenal Bergoglio en la redacción del Documento Final de la Conferencia de Obispos latinoamericanos en Aparecida (Brasil), 2007.
El año pasado se cumplieron cinco años de la Beatificación de Mama Antula, entonces animó a organizar celebraciones, encuentros en las parroquias, escuelas y comunidades.
Siendo muy joven, Mama Antula comenzó a trabajar con los jesuitas, colaborando en particular en la organización de los ejercicios espirituales ignacianos. Había recibido una educación que no era habitual en las mujeres de su época. Cuando la Compañía de Jesús fue expulsada del Virreinato, ella inició un peregrinaje por varias provincias difundiendo los ejercicios y finalmente llegó a Buenos Aires donde durante 20 años se dedicó a predicar el mensaje de Cristo.
Al dejar Santiago del Estero, María Antonia nombró a San Cayetano como patrono protector de su empresa evangelizadora por ser el Santo de la Providencia y le encomendó cuidar todas sus tareas. La Casa Santa, fue el lugar donde se levantó el primer altar para San Cayetano en Argentina. Y nunca en el lugar fundado por María Antonia (que aún funciona en la avenida Independencia al 1100 de la ciudad de Buenos Aires) faltó nada del sustento material.
Pero la devoción por San Cayetano no pereció junto a Mama Antula, al contrario, fue creciendo porque la orden de las Hermanas Hijas del Divino Salvador, mantenían la fe en la capilla de aquella vivienda que luego fue trasladada al barrio de Liniers, espacio en el que también levantaron un colegio y una capilla desde la que fomentaban la devoción al Santo de la Providencia.
De esa manera nació y creció la devoción a San Cayetano que cada 7 de mes y en especial todos los 7 de agosto reúne a miles de peregrinos que acuden a agradecer las gracias y pedir salud y trabajo.