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Editoriales

Sinodalidad en la Escuela

P. José Alvarez
Presidente del CONSUDEC

Para comprender mejor la necesidad que pone en movimiento el camino sinodal en la Iglesia, debemos tomar conciencia de la dificultad y límite que el clericalismo ha producido durante muchos años. Nada se hace sin permiso del padre, nada se puede si no lo sabe el padre, esto o aquello lo debe hacer el padre, estoy aquí o allá por que el padre me lo pidió, traducido en la escuela, la necesidad de que dependa del cura o de los catequistas autorizados toda actividad que pueda tener un tinte o empuje pastoral.

Aquí surge también otra forma de clericalismo que es aún más peligrosa que considerar al sacerdote como un factor centralizador de un poder pastoral en la comunidad, y es el clericalismo laical, donde algunos iluminados que alguna vez criticaron desde afuera la centralización y dependencia del clero, cuando ellos asumen determinada capacidad de autoridad se vuelven más centralizadores sobre sí mismos que los mismos curas. Desprecian la opinión de los demás, no escuchan a nadie y menoscaban a aquellos que pueden hacerles sombra en su gestión. Se vuelven un obstáculo en la integración y escucha del pastor con su pueblo, y del pueblo con el pastor.

Vemos así que el camino sinodal nos habla de un proceso de apertura, de participación, dándole un verdadero lugar al poder en el servicio, viviendo en todas las relaciones un estilo nuevo de comunicación e interacción. Liderar escuchando; proponer participando y dejando participar, conducir, estando dispuesto en la marcha que pueda surgir un giro mejor hacia el destino de lo que se participa.

Así la escuela se vuelve una comunidad en camino, una comunidad en que todos tienen una misión, y ponen  en juego lo mejor de sí mismos, todos nos escuchamos y todas las vivencias e iniciativas son dignas de enseñarnos algo nuevo.

Esto cambia la manera de conducir la escuela, no hay un director o un cura que decide todo, sino una comunidad que conduce, que se anima, y participa de toda la misión educativa, el camino sinodal nos desinstala de nuestro sitio de confort y nos pide un cambio revolucionario.

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