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Novedades

No perdamos este tiempo, es único

Amanda Céspedes

Médica cirujana por la Universidad de Chile, especializada en Psiquiatría Infanto Juvenil. Directora del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Educación y Salud mental del niño. Miembro honorario del Colegio de Psicólogos del Perú y de la Sociedad de Dislexia del Uruguay. Es autora de numerosas publicaciones y en 2012 ganó un premio mundial por su libro “Educar las emociones, educar para la vida”.

“Todos los países están entrando y saliendo de situaciones muy complejas que afectan el desarrollo de niños y jóvenes; ellos necesitan acompañantes, y la escuela está aquí; como un gran dilema: hemos llegado al siglo 21 inmersos de información, pero repletos de inhabilidades”. Así habla Amanda Céspedes; médico psiquiatra infantil, quien plantea: “¿cómo abrir el corazón desde la educación?” 

 

Amanda Céspedes es una profesional reconocida por su calidad humana para hablar de la salud y felicidad integral de niños, adolescentes, y educadores. Como médica psiquiatra dirige desde Chile una fundación que promueve capacitaciones para conciliar la tarea docente con los últimos hallazgos neurocientíficos.  En este sentido, la especialista señala que “cada cierto tiempo algunos temas en educación se ponen de moda; hoy, es la inteligencia emocional; pero, la educación emocional está en crisis, y los adultos que la llevan adelante, dicen que los niños están imposibles, rebeldes, oposicionistas, desafiantes, o (cuando son adolescentes), transgresores, por eso, ya no da resultado”.

Sin embargo, la médica enseña que “nosotros tenemos el corazón” y “entre los dos ventrículos y las dos aurículas hay un cerebro, pequeñísimo, con 45 mil neuronas, que a través del llamado nervio vago, procesa la información de todo el organismo. No hay sistema en el ser humano que actúe como este nervio. Es un procesamiento en modo sabiduría, intuición y clarividencia. Por eso, hay que aprender a usar este cerebro dentro del corazón. El corazón manda la información al mundo emocional que está debajo de la corteza cerebral, y allí todo se serena, produce sosiego, certeza, confianza, estima, pertenencia, seguridad. Este sistema es bottom ap, del corazón hacia arriba”.

“Por lo tanto, prestemos atención a los niños cuando se están portando mal; y miremos con dulzura”, le dice Céspedes, a los educadores. Su invitación es “acercarse al corazón”. 

“Tenemos que tener interés genuino por lo que está ocurriendo con los niños. Hoy la crianza es distraída, estamos con el celular, y alrededor nuestro ocurren verdaderos desastres. Entonces, si lográramos tener sensibilidad, estaremos cambiando consignas transgeneracionales; y construyendo, sin darnos cuenta, un mundo de paz y no violencia. Esto es educación. Formar personas con buen corazón; no chicos que se preparen solamente para un buen trabajo”, señala la especialista.

Con esta pandemia, ¿el afecto, el cuidado, se visibilizó en las escuelas?

Amanda Céspedes soñaba con el momento de detener por un año completo la marcha de la escuela para sentarnos a pensar, discutir o conversar sobre los cambios en la educación. “El momento llegó – afirma – pero hasta ahora hay demasiado miedo a que los chicos paralicen sus mentes si no están en clases”. Comenta que no comparte las palabras del secretario general de las Naciones Unidas, cuando dijo que detener la marcha de la educación “iba a tener un impacto enorme sobre generaciones de niños”. “Al decir estas palabras tan alarmistas, tentó a muchas autoridades de educación a exigir que se trabaje, entonces, no queda tiempo para lo demás: tenemos en la mano una oportunidad y la estamos perdiendo” enfatizó.

La médica argumenta que “en las escuelas se fomenta el individualismo” y “hay algo que se enseña poco: la solidaridad”. No obstante “con esta pandemia los niños y adolescentes nos han dado una lección de solidaridad, han estado dispuestos a estar encerrados para no contagiar a los frágiles; los adultos de la tercera edad, o los enfermos. Además, están totalmente conscientes de que el covid, tiene alta probabilidad de ser un resfrío en ellos”.

 

Con esta pandemia los niños y adolescentes nos han dado una lección de solidaridad, han estado dispuestos a estar encerrados para no contagiar a los frágiles

Para Amanda Céspedes la escuela en tiempos de pandemia “soporta la presión política, social, de las familias, que tal vez, guiados por malas concepciones de lo que debería ser su función, logra que no tengamos tiempo para dedicarlo a otras actividades fundamentales en la vida de los chicos. Este es un síntoma más de lo que está pasando hace muchos años. En ningún país es nuevo esta idea de ver la escolaridad sólo en términos de aprendizajes muy concretos. Es una mirada economicista que nos aparta de lo que es importante”.

Mientras tanto, “de los docentes ha surgido con fuerza la importancia de cuidar, proteger, y de un acompañamiento más afectivo. A veces, más que las familias, porque ellas están muy tensionadas, preocupadas esencialmente por la economía familiar o la pérdida de trabajo”, sostiene la médica. Porque para ella, “la comunidad de educadores de muchos países ha sufrido el impacto de tensiones multifactoriales por décadas y se está enfermando. Hay maestros que enfrentaron esta pandemia muy debilitados y continuaron más allá de sus propias fuerzas; debido a que muchos colegios privados exigen a los docentes, y con lo agotador que es, la jornada completa en enseñanza remota”.

Salud integral

Algunos conceptos de Amanda Céspedes:

“Muchas maestras enseñan con amor, pero, nosotros separamos la racionalidad de los sentimientos, el cerebro del cuerpo… y es un error.  ¿cómo afecta la separación mente – cuerpo en las aulas?

Durante la segunda mitad del siglo 20 se discutió mucho la dicotomía mente – cuerpo. Esto dio origen a una rama de la medicina que es psicosomática, pero ahí se quedó. En cambio, en este siglo hemos avanzado mucho en dilucidar la tremenda capacidad comunicativa que tiene el cuerpo de expresarse, incluso para sanarnos integralmente. Somos un organismo complejo, pero integral.

¿Cómo podemos entender desde la ciencia del cerebro las oportunidades que tenemos?

La médica resume algunas claves de sus treinta años de experiencia. Dice que: “El cerebro del niño es prodigioso, pero frágil. ¿Cuál es el momento en que debemos cuidarlo más? Los primeros diez años de vida son fundacionales. Y siempre transmito a los docentes, que no existe lo cognitivo separado de lo emocional. Por lo tanto, el noventa por ciento de nuestras acciones educativas deben entrar por aquí. Las emociones son la brújula en la vida. Ellas guían las cogniciones y no al revés. De manera muy gruesa explico que, en los niños, todo su prodigioso desarrollo cognitivo va atado indisolublemente a la emoción. Esto es muy fácil verlo. Y sobre este aprendizaje, hay que actuar.

Guías para maestros con adolescentes en sus aulas

La adolescencia comienza a los diez años, y a pesar de que el niño se sigue viendo como niño ya comienzan los procesos hormonales que se prolongan generalmente por una década. La adolescencia está muy lejos de la adultez; que comienza alrededor de los 32 años. Esto es importante saberlo porque muchos docentes de enseñanza secundaria estiman que sus alumnos deben pensar o actuar como adultos, y dicen: usted es un adulto, sea sensato. Pero el joven está a años luz, tendría que doblar la edad que tiene.

Los adolescentes están en un período de enorme fragilidad, perciben que no tienen escapatoria para afrontar la vida independiente, y su cerebro se transforma a una velocidad increíble. Esta transformación es tan prodigiosa como el cerebro de un niño que se desarrolla entre los 0 y 5 años de edad.

 ¿Qué es lo que digo a los docentes de secundaria? Tienen que estar muy cerca de ellos. La clave es el amor respetuoso, el amor que no impone, no califica, y descalifica, no ofende, no aparta, sino que incluye. Desde ese amor respetuoso el adolescente se consolida, pierde el miedo. Mucho de ese miedo es que él no quiere transformarse en un adulto, como los ejemplos que ve a su alrededor, partiendo por sus padres; (se cometen grandes errores en la parentalidad).

La adolescencia me fascina, es una edad extraordinaria. Pero los chicos están muy solos; lo vimos en esta pandemia cuando nos tuvimos que encerrar. La escuela es un lugar de afecto que puede hacer mucho por ellos. La enseñanza con las tecnologías en la virtualidad no es sustitutiva en estas edades.

Acompañantes

Amanda Céspedes, espera titular así su próximo libro para “sensibilizar” a padres, maestros y profesores acerca del enorme potencial con el que nace todo niño, y para el cual “a lo largo de su crecimiento, necesita acompañantes”. “La escuela es uno de ellos, – afirma – pero lo hemos olvidado. Este es el dilema. Y como educadores hemos llegado al siglo 21, llenos de inhabilidades. Estamos inmersos en la información, y no sabemos acompañar”.

 Sin embargo, dice la médica “este es el momento de encontrar las claves para convertirnos en verdaderos compañeros de las nuevas generaciones”.

 

Fuente: Edu 21, Voces iberoamericanas. Espacio de la Fund. Santillana.

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