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Novedades

He visto Educar

“De educación se habla mucho y se repiten conceptos como calidad, gratuidad, e igualdad. Sin embargo, muy pocas personas se preguntan ¿qué significa educar? y delegan este interrogante a las escuelas o al sistema”. Así habla el autor y pedagogo italiano Franco Nembrini, quien mantuvo en este comienzo del ciclo 2021, un diálogo virtual con educadores y padres de Latinoamérica.  

Franco Nembrini es un profesor que afirma haber “visto” educar. Su experiencia vital como padre de familia y docente, y también por su contacto con el fundador del movimiento Comunión y Liberación, Luiggi Giussani, encontrará el origen estimulante y motivador de su compromiso educativo.

 Días pasados mantuvo un diálogo virtual con educadores de Latinoamérica. El encuentro que se organizó desde Santiago de Chile, lo provocó con estas preguntas: ¿Si la educación es un desafío constante, y se hace cada vez es más difícil poder comunicar algo verdadero… ¿Por qué vale la pena educar? Una síntesis de su intervención.

La primera respuesta que me surge es que los hombres siempre educan. Esto no es una lección que podamos tomar. Siempre digo que, si una persona pasara casualmente por un encuentro educativo nuestro y dijera: no soy monja, no soy mamá, no soy profesora… yo le contestaría quédate, igual que te va a interesar. Porque uno educa siempre… aunque estés haciendo las compras del supermercado; en la forma de recibir el vuelto, de saludar o de respetar a los mayores, todo esto es educar.

La educación es la compañía que los hombres se hacen siempre, aunque no lo admitan, es la compañía para volverse hombres o mujeres. Y es la tarea que más se asemeja, a la tarea de Dios.

Todos educamos, pero algunos hacen de esto una profesión específica. En mi libro “He visto educar” hay tres dedicatorias que están presentes para quienes la quieran adquirir en la edición Latinoamericana. La primera de ellas, es a mis padres que me han dado la vida, y también, además, su sentido de grandeza y positividad.

A mi parecer esta cuestión es decisiva.  El fundamento de todos los problemas que tenemos. Sé muy bien que podrían plantear muchísimas preguntas referidas a la afectividad, la sexualidad, el trabajo, la conducta, sin embargo, todo esto se comprende mejor si se entiende que: los hombres, aunque no quisieran, educan, comunican cierto sentimiento de la vida.

¿Porqué? Es que, a diferencia de los animales, los seres humanos tenemos algo que podemos llamar como quieran, alma, corazón, espíritu… el hombre, desde su concepción, tiene una invencible tensión hacia la realidad, hacia el bien, y la belleza. Una palabra que me gusta del lenguaje bíblico, es el corazón. Y la educación es la conciencia de que el otro tiene el mismo corazón que el tuyo, y vive en tu mismo deseo siempre.

La educación acontece por un dinamismo natural; un niño escucha y mira lo que le rodea. Mi eslogan es nuestros hijos nos miran siempre. Pero, ¿qué es lo que piden o buscan con su mirada? Una razón para mirar la vida con esperanza.

Cuando se hace educador como profesión, es testigo de la esperanza. Díganme si existe una tarea más linda que ésta.

Los jóvenes hoy están llenos de escepticismo, desconfianza, e inseguridades, entonces ¿qué hacer? ¿De dónde partir?

La respuesta ya la di, los jóvenes pueden estar desesperanzados, pero nada puede arrancar del todo su corazón. Hay que decir entonces que, la gravísima responsabilidad de los adultos es que han echado sobre los jóvenes el escepticismo, y el concepto de que todo es un asco. Cuando son niños bastaba poco para encender sus deseos, en cambio ahora, los jóvenes parecen estar bajo diez metros cúbicos de cemento: el cemento es el escepticismo que les contagiamos.

El corazón de los jóvenes está bien hecho y es para Dios, lo que pasa es que, para encenderlo, la señal tiene que ser más potente. En tiempos como los nuestros hacen falta adultos que vivan una experiencia tan interesante que traspase la mirada del niño o joven, que se siente atraído, arrastrado, es un problema de testimonio, no de técnicas para convencer. O para traspasar a la cabeza de ellos algunos valores o dogmas.

Hacen falta adultos que vivan una experiencia tan interesante que traspase la mirada del niño o joven, que se siente atraído, arrastrado, es un problema de testimonio, no de técnicas para convencer

El enemigo moral de la educación es el miedo de no ser adecuados. Sin embargo, Dios nos continúa confiando a nuestros hijos y, sobre todo, que los podemos educar. En cambio, hay toda una cultura que influencia a las mamás acerca de que, si no existe un equipo de expertos, psicólogos o sexólogos, o el cura católico, sin ellos, no se puede educar.

Pero, si la educación es testimonio de la vida como algo grande, bello, y bueno, la educación es posible para todos. Habrá que ayudarse, porque el miedo bloquea y hace jugar a la defensiva a muchos maestros, padres y profesores, pero la raíz de la educación es este testimonio.

Ser una autoridad

No puede educar quien no es constantemente educado y sigue una autoridad verdadera. Son muchos los ámbitos, la familia, la escuela católica, en que los chicos pueden ver autoridades verdaderas.

Cuando se le pide a un niño que escuche o te siga, tienes que tener una razón para esto. Por ejemplo, cuando tu hijo de 12 o 13 años plantea ¿por qué tendría que seguirte si todo el mundo dice lo contrario… si hay un montón de ofertas o propuestas que pueden ser más correspondientes. La biblia responde así: “Tu dirás a tu hijo así: nosotros éramos esclavos del faraón en Egipto y el Señor nos ha sacado con mano fuerte y potente y nos ha dado la tierra que nos había prometido”. Que traducido en el lenguaje de hoy sería: la mamá y yo siempre tenemos un deseo de grandeza, de verdad, de vida plena, es la promesa de Dios a nuestros padres, la felicidad a la cual aspiramos desde lo profundo del corazón. Hemos vivido este deseo y encontrado la vida cristiana que nos ha hecho felices…

¿Por qué es difícil esto? Porque de la felicidad no se discute, y acerca de ella no se pueden hacer discursos, o se es feliz por la vida que llevas, o no se es feliz.

Entiendo la tragedia educativa en la cual estamos cuando un chico de 13 años, me dice con dolor, “si es para volverme un león como mi papá, es mejor drogarse…”. O en la versión femenina, “si es para vivir enojada todo el día como mi mamá, es mejor drogarse”.

No se trata de explicarles para que sirve una autoridad, se trata de ser tan verdaderos, la autoridad se impone por la fuerza del testimonio. Seguirla, a veces, es un sacrificio en el sentido que conlleva un esfuerzo de la voluntad, la razón y la libertad; ellas, nunca son arrastradas por un discurso, sobre todo en aquella edad, sino que siempre se mueven por un testimonio.

Hoy la educación es vivida con ansiedad

No puede educar quien no es constantemente educado y sigue una autoridad verdadera. Son muchos los ámbitos, la familia, la escuela católica, en que los chicos pueden ver autoridades verdaderas.

Cuando se le pide a un niño que escuche o te siga, tienes que tener una razón para esto. Por ejemplo, cuando tu hijo de 12 o 13 años plantea ¿por qué tendría que seguirte si todo el mundo dice lo contrario… si hay un montón de ofertas o propuestas que pueden ser más correspondientes. La biblia responde así: “Tu dirás a tu hijo así: nosotros éramos esclavos del faraón en Egipto y el Señor nos ha sacado con mano fuerte y potente y nos ha dado la tierra que nos había prometido”. Que traducido en el lenguaje de hoy sería: la mamá y yo siempre tenemos un deseo de grandeza, de verdad, de vida plena, es la promesa de Dios a nuestros padres, la felicidad a la cual aspiramos desde lo profundo del corazón. Hemos vivido este deseo y encontrado la vida cristiana que nos ha hecho felices…

¿Por qué es difícil esto? Porque de la felicidad no se discute, y acerca de ella no se pueden hacer discursos, o se es feliz por la vida que llevas, o no se es feliz.

La autoridad es la consecuencia de un testimonio de vida plena

Entiendo la tragedia educativa en la cual estamos cuando un chico de 13 años, me dice con dolor, “si es para volverme un león como mi papá, es mejor drogarse…”. O en la versión femenina, “si es para vivir enojada todo el día como mi mamá, es mejor drogarse”.

No se trata de explicarles para que sirve una autoridad, se trata de ser tan verdaderos, la autoridad se impone por la fuerza del testimonio. Seguirla, a veces, es un sacrificio en el sentido que conlleva un esfuerzo de la voluntad, la razón y la libertad; ellas, nunca son arrastradas por un discurso, sobre todo en aquella edad, sino que siempre se mueven por un testimonio.

Hoy la educación es vivida con ansiedad

Como adultos vemos a nuestros hijos sumergidos en un charco de agua hedionda en medio del desierto, y no lo pasan del todo mal. Sin embargo, siguiendo con esta metáfora, como adultos también vemos el mar infinito por el cual los chicos están hecho. Pero tomarlos a la fuerza y llevarlos a ver el mar no se puede. A la libertad siempre hay que estimarla. Porque alcanzar la verdad tiene que ser un camino de la libertad, nunca una obligación. A veces a los chicos les cuesta salir del charco, y como adultos pensamos cuando tendrán la fuerza y el coraje.

Nuestra sociedad con la intención de dar esperanza a los jóvenes les propone estudiar; una educación utilitaria que no necesariamente significa abordar la realidad… Todo el valor del estudio reside en esto, se perdió la pasión por descubrir la realidad ahora.

Si un adulto testimonia vivir por el sueldo, la carrera, o por el éxito no puede hacer otra cosa que proponer lo que vive. Los chicos, sin embargo, tienen un instinto por el que rechazan vivir sólo por la plata o la carrera.

Los adultos tenemos una grave responsabilidad, porque somos los primeros que tenemos miedo de la realidad entonces perseguimos la carrera, para darnos seguridad. Esto tiene por lo menos dos consecuencias muy importantes. La primera, es que nuestros hijos necesitan ser amados, y lo damos por obvio. Sin embargo, les planteo una pregunta: ¿de verdad sabemos quererlos bien? Porque el mensaje que llega a sus oídos no es: nosotros te queremos; sino, más o menos así: querido, cuánto te amaríamos si por lo menos te sacaras un diez, todo el mundo dice que tienes la capacidad y no te esfuerzas. Decirle a un hijo, o a un alumno: podríamos quererte si tu cambiaras, no es afecto, se llama chantaje.

Entonces, la ley del amor se llama misericordia. Los chicos no se sienten perdonados, o amados como son. El amor es que Dios nos amó primero mientras todavía éramos pecadores. Es un amor, no es la gentil concesión del adulto, como soy bueno por esta vez, te perdono.

En este tiempo, el adulto tiene que vivir con una gran certeza, la señal tiene que ser fuerte…

Libros de Nembrini traducidos al español

El pedagogo Franco Nembrini es autor de numerosas publicaciones, entre ellas se destacan la serie de volúmenes “Dante, el poeta del deseo” y una versión comentada de “Don Miguel Mañara de Leca”. Un noble sevillano del siglo XVII, dotado de gran «don de gentes», fortuna y atractivo, que adquiere una gran fama en la ciudad por sus innumerables conquistas y aventuras amorosas.  A pesar de tener a su disposición todas las mujeres que quiere, está insatisfecho. Será a partir de su encuentro con Jerónima Carrillo, una joven doncella, cuando descubrirá lo que su corazón realmente quiere, se case con ella y comience una nueva vida. Sin embargo, al poco tiempo, Jerónima muere, y la experiencia del dolor obliga a Miguel a llegar hasta el fondo de su deseo. De este modo, se acabará haciendo fraile y morirá en olor de santidad. Al igual que sucede con La Divina Comedia, la relación de Franco Nembrini con el Miguel Mañara de Milosz, obra basada en el personaje histórico que inspiró el mito de don Juan, viene de lejos. Desde hace casi cuarenta años Nembrini usa este texto como referencia en sus clases de religión de bachillerato. Lejos de una aproximación al mismo de carácter estético o académico, Nembrini nos introduce en él de forma apasionada, mostrando cómo en los distintos acontecimientos de la vida de Mañara se representa el drama de todo hombre. 

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