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Editoriales

La Educación también se transmite por contagio

P. José Alvarez
Presidente del CONSUDEC

En este tiempo parece desacertado hablar de contagios como algo positivo, pero no deja de ser una ocasión para reconocer que los contagios no siempre son algo malo o sinónimo de transmisión de algo negativo. Más bien señalar que las cosas buenas también se pueden contagiar, y que en educación cuando uno transmite algo bello, bueno o verdadero que experimenta en sí mismo se vuelve una experiencia única.

Por eso no debería haber educación verdadera en que no se transmita algo de sí, en que no se proponga la propia experiencia, en que no se contagie el entusiasmo por las cosas grandes que en la vida hemos encontrado.

La característica del contagio educativo también puede ser por contacto presencial, o de algún otro modo, pero siempre es necesario que se produzca un encuentro, y aquí si la característica del encuentro tiene en sí misma la sorpresa de lo casual, lo imprevisto, y del asombro.

Hoy el desafío que estamos enfrentando es el de transmitir una visión de la realidad que llevamos dentro, que hemos aprendido, y que debemos mostrar, contagiar. La realidad actual aparece más difícil de dominar, de entender, de desenmascarar la autosuficiencia de los popes de la ciencia, de la economía, de la política, de la medicina para que rendidos a sus pies nos demos cuenta que no es el hombre el artífice del mundo.

Luego de haber creído que estaba superada la pandemia en lo que llamamos la primera etapa, vivimos la ilusión de volver a la vida normal, y parece que el objetivo de tantos es por ese lado, pero no era así, no estaba superado el problema, ni era el momento todavía. Hoy con las terapias al punto del colapso, debemos volver a ser cuidadosos para aceptar una realidad con la que debemos seguir conviviendo, y con los debidos cuidados.

Educar en este tiempo no es luchar por la virtualidad o la presencialidad, sino compartir las dificultades cotidianas, mostrar la esperanza que nos sostiene, acompañar en los temores, los miedos y dolores a las víctimas con la certeza de que lo que sostiene nuestra vida no es una vida normal sino una realidad desafiante que nos invita a sacar lo mejor de nosotros mismos en los momentos más difíciles, y nos coloca frente a una pregunta clave. ¿Alcanza la vida con volver a la normalidad?

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