¿Cómo trabajar desde las escuelas? La mirada de varios expertos sobre la conceptualización de los casos de abuso y su problemática, para saber qué hacer en el contexto educativo y generar ambientes seguros.
Un diálogo sobre abuso sexual y grooming, temas que se actualizan por la conectividad que vivimos, fue presentado como la antesala de un curso on line que comenzará el 12 de abril con el título: “Escuelas Protectoras de la Infancia. La prevención de abusos en contextos educativos”.
Se trata de una capacitación para educadores promovida por el Grupo Integralis, que además ofrece becas con el 50 por ciento de descuento, como señaló el coordinador Patricio Videla.
Durante el encuentro virtual presentó a tres expertos; Ma Inés Frank, reconocida por sus publicaciones sobre temáticas de abuso sexual infantil y la guía orientada a la prevención en ámbitos educativos. Luego le siguió Sofía Martínez Agraz, abogada de México, Gerente de ambientes seguros de una red de colegios en su país. Y finalmente fue el turno de Hernán Navarro, titular de la ONG sobre Grooming en Argentina.
Como miembro de la Comisión Pastoral de Protección del Menor y Adultos Vulnerables del Episcopado, María Inés Franck introdujo este espacio, partiendo de la definición que la Organización mundial de la salud expresa sobre el abuso sexual: “maltrato a la infancia y una forma de violencia en cualquier actividad, en donde no hay consentimiento” del menor.
La especialista señala que las legislaciones de distintos países no son iguales al establecer a partir de qué edad del niño, niña o del adolescente se puede llegar a dar el consentimiento. Por eso “se trata de recorrer las características particulares de ese niño, y el concepto de asimetría que se da entre el agresor y el agredido. Asimetría que nos permite evaluar muchas veces cuando sucede un abuso entre personas de la misma edad, es decir, entre menores de 18 años”, dijo.
La experta repasó algunos aspectos a tener en cuenta:
El abuso sexual puede darse con contacto físico y también sin contacto físico. Se sabe que proviene del círculo más cercano e íntimo de un niño o niña o adolescente. Y esto nos tiene que dar la pauta para una posible prevención. Digo esto porque hay un mito de inseguridad callejera, y, ante la posibilidad de que se lleve a cabo un abuso, hay factores de riesgo y factores de protección.
Franck sostiene que la escuela “es un ámbito privilegiado para la prevención. Allí un chico pasa horas y encuentra la confianza, sobre todo, si tiene adultos de referencia o una relación positiva que le permita salir adelante y reaccionar con resiliencia. Como educadores podemos estar preparados y ser esos adultos protectores. Las instituciones tienen que contar con protocolos y capacitaciones para identificar las señales”.
Políticas de prevención “que cobren vida”
La siguiente intervención en este conversatorio fue de la abogada de México, Sofía Martínez Agraz. Ella es Gerente de Ambientes Seguros en la red de colegios Semper Altium y Asesora Legal de Naciones Unidas y de América Latina en la temática de abusos.
Se trata de una gran experta, que parte de lo que dice la OMS cuando afirma que: “normalmente el maltrato (a la infancia) se da en el contexto de una relación de confianza, responsabilidad y de poder”.
Por esta razón, dice Martínez Agraz, “la prevención tiene que estar presente de manera constante, es decir, formar parte de la cultura de una institución escolar”. “Precisamente, el tipo de relaciones habituales que hay dentro de un colegio son de responsabilidad, de confianza y de poder. Con esto no quiero sembrar dudas, pero es importante entender que, si esto es lo natural o habitual, entonces los colegios se vuelven en entornos bastantes más vulnerables ante un fenómeno de abuso”.
La especialista en “ambientes seguros” profundiza otros aspectos de la prevención:
“Es un desafío que toma tiempo: hay que contar con políticas claras que cobren vida, es indispensable que todo el personal de una escuela viva con pautas claras lo que debe ser el trato entre adultos y menores.
Además, esta política implementada para todo el personal sin excepciones, nos permite detectar situaciones sobre los cuales – probablemente- necesitemos actuar.
Es raro que el abuso como fenómeno, acto o conducta de un tercero pueda ser detectado en flagrancia, por eso, tener políticas claras permite reconocer cuando algo está sucediendo fuera de la norma o de lo que se espera de nosotros, colaboradores, que trabajamos en una escuela.
Esto puede prevenir una situación de mayor riesgo, incluso, ser el detonante para cortar con una situación de abuso que puede estar ocurriendo. Pero, si estamos de acuerdo en cómo conducirnos, cómo debe ser nuestro trato, la prevención pasa a ser de todos. Estaríamos en capacidad de reconocer una situación que está cayendo fuera de la norma porque la política es pareja para todos, sin excepciones.
De hecho, las excepciones complican la cultura de la prevención: si me tengo que estar cuestionando porqué una persona está haciendo algo que no es lo habitual entonces pienso: “bueno como es el director o la coordinadora”, entonces todos los peros representan un obstáculo en nuestra cultura de prevención.
Las políticas son herramientas. Por eso el colegio tiene que señalar a un educador: “esto es lo que se espera de ti para cuidar a nuestros niños”.
Instrumentos de contratación estrictos
Quienes contratan tienen que tener una noción de este problema, y revisar el currículum de la persona que va a entrevistar. Un proceso de contratación con referencias externas, no nos va a blindar al cien por ciento, pero puede ser un excelente filtro.
En las capacitaciones con personal del colegio se tumban muchos mitos que giran alrededor del fenómeno y del entendimiento cultural que tenemos. Todos podemos arrojar distintas visiones, pero creo que el fenómeno es igual en todos los contextos, no discrimina fronteras, edad, sexo, creencias, se maneja con las mismas dinámicas en todos los lugares.
Sin embargo, cuando uno se cuida de cosas equivocadas, las acciones preventivas te protegen de las cosas equivocadas. Si te cuidas de la inseguridad callejera y no vemos que pasa dentro de casa, se deja desprotegido un ámbito importantísimo de prevención que es donde más probablemente ocurra aquello de lo que te estás cuidando.
Al tumbar estos mitos y el personal está empapado en lo que es el fenómeno y la relevancia que toma en el sitio donde profesionalmente se mueven los docentes, ayuda – de manera importante – a seguir generando esta cultura de prevención.
Incluso al explicar el contexto al momento de presentar una política de prevención; la política encuentra una razón de ser, y la comunidad educativa se la apropia. Esto cambia la dinámica cuando abordamos el tema y la implementación de las normas que hay en la institución. Entonces, el foco está en las cuestiones relevantes y no basándonos en mitos.
Un protocolo de respuesta
Estar siempre listos para reaccionar; porque si se reporta una situación, la respuesta inicial que reciba esa presunta víctima va a ser toda la diferencia en su proceso de sanación e incluso, de recuperación, que necesariamente conlleva un acto de abuso en primera persona.
Escuchar, no cuestionar, y decir: “voy a actuar sobre esto, y asegurarme de que tú estés bien”. Después llamaremos al comité de crisis, o informaremos a las autoridades. Sepamos recurrir a un referente de nuestra institución que sabrá qué hacer.
Dos aspectos más: Tener canales en este sentido para reportar. Es importante saber con quien debo ir a conversar de determinada situación y que sea una persona muy visible e importante. Que toda la comunidad comparta quien es porque éste es un tema muy transparente. Además, quien trate estos casos, puede figurar en la página institucional del colegio, ya que ofrece la posibilidad de que si una persona fuera del colegio o de determinada comunidad desea consultar algo puede recurrir a esta información.
Siempre es bueno contar con una variedad de canales porque nunca vamos a saber cuando una persona que ha vivido una situación de este tipo lo puede informar. También puede hacer un buzón para hacer denuncias anónimas.
Dejo para el final el programa de prevención para alumnos y las habilidades para la vida, que no necesariamente significa hablar con los alumnos de estos temas. Personalmente enfatizo que la capacitación a los alumnos de un colegio, no puede ser el eje de nuestro trabajo preventivo. No podemos cargar sobre ellos la responsabilidad, porque aquí somos los adultos quienes debemos involucrarnos.