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Esperar la Navidad

El Papa Francisco dijo que el Adviento “es un tiempo para hacer memoria de la cercanía de Dios, que ha descendido hasta nosotros”. Y hasta el 24 de diciembre, domingo a domingo, se enciende una vela como signo de vigilia. Una tradición para contar a los niños.

Con ramas verdes entrelazadas en forma circular se prepara la corona de Adviento, una costumbre que encuentra su raíz en los pueblos del norte de Europa, entre los siglos 4 y 6. En ella se colocaban varias velas y al encenderlas, durante la oscuridad de diciembre, la gente pedía “al dios sol” que regresara con su luz y calor. En ese fuego vislumbraban una señal de esperanza en la venida de la primavera.

Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas y les enseñaron que debían aprovechar esta Corona de Adviento como medio para esperar a Cristo, celebrar su natividad y rogarle que infunda su luz en sus almas. Esta costumbre primitiva comenzó a contener entonces, una semilla de verdad; podían expresar el acontecimiento más relevante de todos los tiempos: Jesús es el Hijo de Dios, la luz que ha venido, que está con nosotros y que volverá con toda la gloria.

Algunos historiadores relatan que en el siglo 16 católicos y protestantes de Alemania, comenzaron a utilizar este símbolo, según una tradición navideña que nació en la ciudad de Hamburgo. Citan que los niños de un orfanato de esa localidad se llenaban de alegría con la Navidad que llegaba y preguntaban siempre cuántos días faltaban. En 1829, su director, revistió una vieja rueda de carreta con hojas y 24 velas para dar luz a la Navidad, y así, contar los días. Fue a partir de esta idea que le siguió la tradición de una corona con cuatro velas, casi simbolizando la luz que va creciendo más cada domingo hasta el momento en que nace el Salvador.

La corona está formada por una gran variedad de símbolos:

La forma circular

El círculo no tiene principio ni fin. Es la señal del amor de Dios que es eterno, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar. 

Las ramas verdes

Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas.

Las cuatro velas

Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. 

Las cuatro velas que se ponen en la corona se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento, en familia. Algunos colocan manzanas rojas a la corona y así representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo, pero recibieron también la promesa del Salvador Universal. 

La cinta roja no sólo envuelve las ramas de la corona, sino que también ella representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos abraza. 

Una conclusión

  • Es preferible elaborar en familia la corona de Adviento aprovechando este momento para motivar a los niños y hablarles sobre esta costumbre y su significado.
  • La corona puede ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los niños y que recuerden constantemente la venida de Jesús, y la importancia de prepararse para ese momento.
  • Fijar con anticipación el horario en el que se prenderán las velas. Toda esta planeación hará que las cosas salgan mejor y que los niños vean y comprendan que es algo importante. Así como con anticipación preparamos la visita de un invitado importante, estamos haciendo esto con el invitado más importante que podemos tener en nuestra familia.
  • Finalmente, la corona puede ser bendecida por un sacerdote.

En este tiempo de Adviento, una poeta chilena con ojos y corazón de mujer nos acerca a este momento de la vida con mucha hondura. Es María Gabriela Mistral, quien escribió que “la Navidad: Es amor. Es esperanza. Es fe. Es alegría. Es principio de Redención. Es una etapa de nuestra historia de Salvación. Es encuentro con Cristo, Niño. Es conversión y renovación. Es paz interior. Es vida nueva. Es camino que se abre para el tiempo y para la eternidad. Es verdad que se alimenta del Amor. Es vida que fructifica y madura, sin dejar de nacer siempre.

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