Este gran encuentro virtual que educadores y jóvenes pudieron seguir en vivo el mes pasado es antesala de un gran acuerdo presencial. A través de un video mensaje, el Papa Francisco nos dio la bienvenida: “Educar es siempre un acto de esperanza”, y luego, volvió a preguntar: “¿no vamos a faltar a la cita en este momento histórico?”
La última encíclica “Fratelli Tutti” iluminó la tan esperada reunión sobre el pacto educativo global. “La educación es una cuestión de amor y responsabilidad, pero también tiene que ver con la fraternidad” señaló el santo padre. Los panelistas y un público joven que guardaba la distancia social en el aula de la Pontificia Universidad Lateranense escuchaba cómo el punto 77 de esta carta documento se hacía eco una vez más: “Hacemos un llamamiento de manera particular a los hombres y las mujeres de cultura, de la ciencia y el deporte; a los artistas, a los operadores de los medios de comunicación de todo el mundo, para que ellos también firmen este pacto y, con su testimonio y su trabajo, se hagan promotores de los valores del cuidado, la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la acogida del otro y la fraternidad. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos».
¿Qué aspectos aborda el mensaje papal?
Es un compromiso personal y conjunto a:
— Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona.
— Segundo: Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna.
— Tercero: Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
— Cuarto: Tener a la familia como primera e indispensable educadora.
— Quinto: Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados.
— Sexto: Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.
— Séptimo: Salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.