Este libro es fruto de un camino de muchos años de trabajo con niños en Educación Musical. Por Eleonora Orengo. Docente de la carrera de Magisterio de Música y del Profesorado de Instrumento. Estudió en la Universidad de la Plata.
La experiencia apasionante y desafiante de la escritura, particularmente de este tipo de obra necesita de una mirada retrospectiva, que no hubiera sido posible sin la documentación de la enseñanza, la observación y la escucha, no solo de los niños y niñas, sino también de los adultos que los acompañan de una u otra forma, así como de los estudiantes de la formación docente.
Entre fundamentos, reflexiones, y actividades, esta obra diagrama una pedagogía musical que abreva del quehacer y la experiencia atravesada por las voces de todos los actores que se encuentran y religan en un recorrido, convocados y mediados por la Música.
Lejos de ofrecer recetas o actividades acabadas, es un libro que convoca a cada maestro a pensar en su propia bitácora. Invita a abrir nuevas puertas, para crear y recrear la propia tarea en las aulas y en los distintos espacios de trabajo. Los niños y las niñas se encuentran inmersos en un tiempo de cambios permanentes signados por muchas desigualdades y diferencias. Estas cuestiones también nos llevan a pensar en el acompañamiento y la inclusión de las familias en un camino educativo que encuentra en la construcción de espacios de música y juego un lugar placentero y frondoso.
Además, este tiempo de pandemia nos ha interpelado profundamente desde nuestro rol docente y ha pasado por distintos tamices muchas prácticas y modelos pedagógicos. De igual forma reveló el rol fundamental de las familias como pilar y sostén de la tarea docente.
En un mundo y en un tiempo en donde son muy pocas las certezas, de lo que sí no tenemos ya ninguna duda, es de que la función de la escuela y la tarea de los maestros es insustituible. Sabemos que en cualquier tiempo o contexto aspectos de la organización de las clases, tales como la planificación, la preparación del espacio físico y el registro de las mismas siempre serán necesarios, tanto en un contexto como el actual, “entre casas” – las de los niños y las de sus maestros – o dentro de los edificios escolares.
Finalmente, de lo que no queda ninguna duda es todo lo que implica y lo maravilloso que acontece cuando nos reunimos y “religamos” en la música: su potencia y su valor como lenguaje simbólico, y las huellas que imprimen las experiencias estéticas en la vida de los niños, y adultos, incluidas las experiencias musicales realizadas en el agua, son relatadas al final del libro.