Tres educadores de distintos países, pero unidos por la misma realidad que trajo la pandemia, dialogan sobre el libro del sacerdote español Julián Carrón, con un planteo: “cómo vivir en profundidad este tiempo”.
“El despertar de lo humano” es el último trabajo del responsable internacional del movimiento de Comunión y Liberación, Julián Carrón, que se presenta como reflexiones “de estos tiempos vertiginosos” a causa del coronavirus, y que sigue dando lugar a interesantes diálogos entre prestigiosos académicos, periodistas y autores de distintas partes del mundo.
El texto tiene 78 páginas y se puede bajar por internet; a través de él, Carrón invita “a medirnos con un dato imprevisto que ha irrumpido en nuestra vida cotidiana, bajo el rostro del coronavirus”, el cual, “impone un cambio drástico en nuestro estilo de vida, suscitando preguntas urgentes que no conseguimos ignorar. ¿Qué respuestas están a la altura de la situación?” escribe.
Provocados por esta lectura, se reunieron a tres docentes: Giovanna Ottoni (Brasil)- Alfonso Luis Calavia Arespacochaga (España) y Fredy Vota (Argentina) para dialogar sobre esta crisis y su impacto en la educación.
La moderadora del CIEDA- a cargo del encuentro- abrió el espacio con una cita de Carrón: “La realidad, de la que huimos a menudo creyendo que así podremos respirar, pues somos incapaces de estar con nosotros mismos, ha sido esta vez inclemente, y nos ha obligado a la mayoría de nosotros a quedarnos encerrados en casa, a pararnos. Y en este aislamiento, está brotando ante nuestros ojos –quizá por primera vez de forma tan clara y extendida– nuestra condición existencial”.
“Son tiempos que llevan a hacer preguntas profundas, dijo para introducir el diálogo, ¿quiénes somos?, ¿qué queremos para nuestra vida? ¿cuál sería el papel de los docentes para ayudar a chicos y a jóvenes en este momento único para la humanidad?”.
Desde Madrid, Alfonso Calavia, profesor de Literatura del colegio San Ignacio de Loyola de Torrelodones, contaba que había comenzado esta crisis como todos, sin dejar de mirar que podía trabajar con comodidad desde casa y evitar los traslados a la escuela, hasta que la muerte del director de su colegio y de un familiar por coronavirus, provocó que algunas preguntas empezaran a aparecer.
Entonces, aprovechó la ocasión para contar una experiencia que lo abrió a la realidad y que terminó siendo muy educativa tanto para él como para sus alumnos: “trataba de encontrar rasgos de humanidad en las publicaciones de los periódicos españoles, porque veía en los comentarios sobre la pandemia, reacciones similares a la mía”. Un periodista lo perturbó cuando escribió que “este virus llega para recordarnos que la muerte existe; para ayudarnos a recuperar el sentido de la vida…”
El profesor de Literatura quería “llegar hasta el fondo de lo que estaba pasando”. Con la aparición del libro – entrevista “El despertar de lo humano” su atención se enfocó en la primera pregunta: “¿Julián, pero qué respuestas están a la altura de esta situación? En aquel momento, lo ayudó la descripción de la realidad que plantea el autor: “…nosotros vivimos fingiendo que todo estaba bajo control…,” escribe, en coincidencia con lo que le decía a él una amiga periodista, “mostramos ebriedad vital, pero tenemos una crisis existencial. Es decir, las preguntas nos asustan…”
Calavia afirmó entonces que “una de las cosas más bonitas que podemos hacer los profesores es introducir a un chico en la totalidad de esta realidad. El trabajo de la prensa me sirvió para las clases, porque quiero que ellos aprendan a mirar el crecimiento de la persona; que se da a partir de la realidad”
Abrir la razón
En varias partes del libro, Carrón expresa que cuando más nos golpea la realidad, más se nos abre la mirada de la razón… ¿por qué la asocia a la crisis de la pandemia? preguntó la moderadora.
Desde Brasil, Giovanna Ottone; psicóloga, (con especialidad en el deporte) que trabaja con estudiantes de 14 a 20 años en su formación profesional, también transmitió su experiencia, y acotó: “somos hijos del iluminismo, por lo tanto, nos parece inteligente decir que usamos la razón. En el libro Carrón me ayuda a entender que quiere decir la razón, estamos acostumbrados a usarla como medida de todas las cosas, como un cálculo que se puede demostrar con exactitud, considerando que se puede vivir así la relación con la realidad. Pero él, con sus preguntas, nos hace entender que la razón es como una ventana abierta. Fue hecha para respirar. Este autor luego dice: la realidad nos provoca. Porque cuando muere alguien próximo, como sucede en este tiempo, el miedo llega, como un sentimiento que se expresa y que luego cierro. Carrón en verdad, viene a decir que la razón necesita del sentimiento como una lente que podemos usar para vivir la vida. Para mí este punto es una revolución. Él escribe “El despertar de lo humano”, y nosotros acostumbramos a decir que lo más humano son las emociones, pero cuando empecé a leer el libro, me di cuenta que tengo que ir más al fondo de las emociones. Me pregunto ¿qué hay de novedad? Hay un más allá, una libertad. Y como dice Carrón en una situación compleja, la razón me permite ver más en profundidad… “
La respuesta no está en mí
Alfredo Vota, educador, sociólogo, es director general del CIEDA, y acompaña a distintas instituciones del país en el proceso de mejora escolar. Comenta que el libro del sacerdote español lo hizo pensar: “¿qué es esta idea de la introspección? ¿me tengo que mirar a mí mismo para entender la realidad?”
El educador trajo al diálogo una metáfora de la ópera, “La Traviata” de Verdi, que cuenta la historia de una mujer cortesana y de vida ligera. “Su nombre es Violeta, – dice – y en una escena encuentra a Alfredo que le propone un amor verdadero, muy distinto a lo que ella está acostumbrada a vivir. Entonces canta: “toda la vida es locura, salvo el placer… gocemos ya que, rápido y fugitivo, el placer del amor, se va…” Vota describe cómo, “frente a una propuesta verdadera, Violeta se empecina en el placer”.
“Es como la propuesta de la cultura hegemónica, el hábito que cada uno tiene incorporado, y por el cual creemos que ser felices es el placer eterno” agrega Vota.
“Pero, de repente ante esta circunstancia de la pandemia, no hay respuesta: es decir, todo lo que venimos contando sobre el imperativo del placer permanente, se queda sin respuestas. Es el gran tema del momento, y ante la vida que se desgasta en placeres, podemos preguntarnos ¿es suficiente, alcanza esta mirada?”
Vota retoma el argumento de La Traviata, ya que Violeta canta: ¿qué puedo esperar todavía? ¿qué puedo hacer? Y se contesta: “vivir en los torbellinos de la voluptuosidad, morir de placer”, como queriendo convencerse porque se sintió herida por un amor inesperado. La voz de Alfredo que viene de afuera, podría ser la voz de su propio corazón: el amor es la inspiración del universo entero, misterioso y noble, plus y delicia para el corazón… Queda atónita, pensando en una pregunta inesperada, nueva, ¿quién soy? ¿qué espero? ¿qué puedo hacer en esta circunstancia?
Carrón nos propone esta llamada, me gustó su expresión “quitarnos el torpor”, que habla de la distracción de esta vida que se agota en correr de un placer a otro, y se nos aparece el coronavirus con preguntas trascendentes: ¿quién soy? ¿qué espero vivir?
Creo que hay que aceptar esta llamada, porque si la respuesta es efímera, al correr tras el placer inmediato me aparece un miedo inexplicable. Pero en este caso, la voz de Alfredo llama y habla de este amor misterioso que inspira el universo, entonces el miedo se transforma en otro sentimiento; que es empezar a descubrir la racionalidad que tiene esto y quién me está llamando a mí en estas circunstancias.
Por último, el autor de “La educación transformada” describió cómo “El despertar de lo humano”, dio sentido a sus razonamientos: “frente a las circunstancias el misterio nos interpela, nos provoca, y nos ayuda a descubrir de qué estamos hechos, más aún quién nos hace”
Vota agregó: “descubrí que la respuesta no está en mí, sino en Otro – con mayúscula – que me hace, o en otros que se manifiestan en una comunidad”
Dejo preguntas abiertas, y propongo ir a fondo de la realidad. ¿Quién estoy siendo hoy mismo? ¿Qué me despierta esta situación? y encontrar una compañía que me ayude a pensarlas. Volviendo a la metáfora que elegí: no quiero estar sordo ciego y mudo ante lo que está sucediendo.
Fuente: Encuentro del Centro de Innovación Educativa Dante Alighieri(CIEDA), con la participación de su director, Alfredo Vota, co-autor del libro “La educación transformada”- Giovanna Ottoni (Brasil) y Alfonso Luis Calavia Arespacochaga (España)