“Escenas, desafíos y recursos, ¿qué podemos generar para dar respuesta a esta tragedia del Covid?” El doctor Andrés Peregalli, integrante del Departamento de Educación de la UCA, especialista en la enseñanza “en sectores de alta vulnerabilidad”, dialoga con docentes de todo el país, desde una convocatoria lanzada desde Tucumán, para proponer, “en contacto con la realidad, seguir educando y seguir amando”.
“Chispas de luz en los ojos/ veo quien soy junto a otros”, mientras sonaba esta melodía en la webinar, el educador Andrés Peregalli invitaba a centenares de maestros que lo oían desde todas las provincias “a volver a pasar por el corazón, una experiencia de la educación en pandemia”. Decía que: “se puede pensar en una imagen o un rostro, algo que nos sucedió en los últimos dos meses de aislamiento obligatorio: esto nos sirve para ver cómo estamos viviendo este tiempo y qué escenas se les aparecen a ustedes en su experiencia, que es aquello que nos pasa. Hoy, lo que está sucediendo, transforma nuestro ser; nuestra manera de hacer educación, y el modo en que hacen educación las instituciones”.
“¿Cómo mitigar la desigualdad?” fue la primera pregunta que lanzó el docente de una escuela lejana para invitar a este especialista, a pensar en una pedagogía para los tiempos del covid. Peregalli, que hace años trabaja por la inclusión educativa sostiene que “el primer camino es preguntarse, ¿quiénes son los estudiantes? ¿dónde están que no nos podemos conectar? ¿cuántos son, que dificultades tienen? ¿qué podemos hacer?
“Sostener la inclusión no es dar a todos lo mismo, sino a cada uno lo que necesita” parafraseó. Para este educador “la inclusión llama a crear las condiciones para que ésta suceda. Pero ¿cómo se evidencia que es posible?” Contesta que “se requieren dos cosas: la coordinación interna para que la acción sea integral. (Es decir, que el rol del equipo en una comunidad educativa es clave). Y no es sólo un docente quien tiene esta preocupación, sino la comunidad. Sobre todo, si tiene en la misión, hacer cotidiana la inclusión como una cuestión central; para garantizar el derecho a la educación a cualquier adolescente o joven- por más familia que tenga, sabiendo que tiene potencialidad. Una inteligencia que hay que desafiar”.
El encuentro fue convocado por el Consejo de Educación Católica de Tucumán, y presidido por el arzobispo, monseñor Carlos Sánchez, que recordó acudir en este año mariano “a la Virgen Madre del Pueblo, esperanza nuestra” para que acompañe la actividad que realizamos en esta pandemia. Lo escuchaba el moderador, padre Fernando Giardina, y los patrocinadores del evento, de editorial Kapelusz, su director, Martín Colombo, y desde área de comunicación, Nicolás Mirabet.
El doctor Andrés Peregalli es uruguayo, pero hace más de diez años que vive en la Argentina. “Tengo raíz salesiana, y corazón oratoriano” dijo mientras recordaba la experiencia docente que lo ligaba a Tucumán por su trabajo en un proyecto de Unicef Argentina que le permitió aplicar durante varios años un método de evaluación en 640 escuelas de nivel primario de gestión estatal y 116 secundarios. Esta actividad le hizo conocer la situación de vulnerabilidad de varias escuelas rurales, de alta montaña, pero también de zonas urbanas.
Atravesado por el escenario que muestra la pandemia, el educador abre el diálogo con maestros de todas partes para ver que desafíos y qué recursos podemos generar como respuesta a esta situación excepcional.
Primero llama mirar el escenario, “las imágenes hablan de la economía que se cae, la medicina que está denodadamente tratando de dar respuesta a la salud, la educación que intenta conectar la casa y la escuela. Los docentes colaborando como pueden, y los chicos a veces entusiasmados y otras no.
Pero dice: “si la experiencia pasa por el corazón, se puede generar un diálogo… incluso, a pesar del wattsap que estructura nuestro día y nuestra subjetividad”.
La esperanza de una humanidad nueva
Peregalli trae las preguntas que hace el papa Francisco “¿por qué la Iglesia se ocupa de la educación? ¿Por qué tiene escuelas, o nos ocupamos los católicos de este campo?” Expresa que: tenemos la esperanza de una humanidad nueva, de otro mundo posible, y para eso la escuela es una herramienta formidable y espectacular.
Sin embargo, frente a esta pandemia, tenemos la posibilidad de hacerlo de otro modo. Como cuando decimos que la Iglesia no son las paredes, sino los cristianos. La escuela y los maestros por ahora no tenemos las paredes ni el patio, pero si tenemos en nuestro corazón, en nuestra mente y en nuestras manos, la capacidad y el desafío.
La escuela con sus horarios, sus gramáticas y esquemas bien establecidos se detuvo de golpe. Bruscamente nos pone en el desafío de generar en un estado de excepción lo que el conocido educador e investigador Axel Rivas denomina una pedagogía de la excepción:
Una pedagogía que comprenda y actúe sobre las desigualdades que la pandemia viene a mostrar. Una didáctica que busque interacciones con sentido, y no actividades sueltas. Son interacciones que reconfiguran la relación con las familias, sensata, sensibles, como una contribución positiva.
Una pedagogía que comprenda y actúe sobre las desigualdades que la pandemia viene a mostrar. Una didáctica que busque interacciones con sentido, y no actividades sueltas. Son interacciones que reconfiguran la relación con las familias, sensata, sensibles, como una contribución positiva
Nos ayuda una frase de Francisco, la escuela tiene que ser una comunidad unida por un programa didáctico, pero sobre todo por un programa de vida y de experiencias. Más allá de las paredes y de los muchos o pocos recursos que puedan tener, necesita un programa de vida que una “cabeza, manos y corazón”, como la Iglesia nos anima a hacer. Una palabra clave que me gusta señalar como recurso, es la palabra “cuidado”, ya que pensar en el otro, desde la educación se traduce en un gesto concreto que puede ser preparar bien una clase.
Avanzo para mostrar unos caminos que pueden colaborar en nuestra búsqueda o sumar más recursos. El modelo de aprendizaje que tiene la UCA, “inclusivo y afectivo” se basa en el aprendizaje de aptitudes que se adquieren haciendo y generan determinadas evidencias; por su parte, el docente diseña y orienta; y el alumno se auto evalúa y a partir de eso aprende. La evaluación es una instancia clave aprendida como retroalimentación.
Con esta propuesta, al buscar una educación integral, se forman expertos en humanidad.
Tomo un texto de Axel Rivas, que va al grano. Cinco caminos para tomar sobre esta pedagogía de excepción marcada por la pandemia. Y agrego un sexto elemento.
- Recuperar rostros, conectar con las personas y celebrar esos encuentros animarse, y dar espacio para tramitar también lo que pasa.
- Reclasificar el curriculum y las didácticas, estamos poniendo el foco en saber priorizar y flexibilizar. Disminuir un poco la biblioteca, pero ajustar en una secuencia didáctica aquellos contenidos que son claves y centrales para este momento.
- Clarificar con la desigualdad. No dejar de lado el que no tiene conexión, sino ir a buscarlo ¿cómo lo vamos a buscar? Hay una serie de materiales que nos pueden ayudar, canales de televisión, radios comunitarias, que nos pueden ayudar a ser real la inclusión, entendida como dar a cada uno lo que le corresponde.
- Una nueva secuencia. Hacer una rutina y dar paso formal a la tarea.
- Una llamada especial para los directivos, y equipos: reflexionar cómo valoramos el sentido de la misión y cómo generamos el espacio para procesar como docentes este tiempo.
- Cuidar y cuidarse. La Universidad de Chile acaba de decretar una semana de asueto a todos los docentes en vistas al esfuerzo que realizan para la tarea de este tiempo. Es un ejemplo de cuidado.
- Ser instrumento de esperanza, paz, salir al encuentro, una escuela que sigue trabajando en la periferia.
Agrego el aprendizaje y servicio solidario. Hay escuelas técnicas en Tucumán que colaboran con la fabricación de máscaras de protección. Son como escuelas que extreman la creatividad para seguir con la educación en tiempos de pandemia. Recrear una cultura del encuentro en estos tiempos nos pone ante una situación a veces desesperante. Pero cito a Francisco, que dice que “en tiempos de sufrimiento entendemos el llamado de Jesús, que todos sean uno”.
Fuente: Dr. Andrés Peregalli. Especialista en Tutorías y Educación Inclusiva. Docente e Investigador de la F. de Cs. Sociales de la UCA. Magíster en Educ. por la U. de San Andrés. Trabaja en equipos directivos y en asociaciones civiles de Uruguay y la Argentina con niños, adolescentes y jóvenes de sectores vulnerables. Autor de libros y artículos académicos sobre educación en sectores populares. email: andresperegalli@uca.edu.ar