Mag. José María Randle
Familiólogo y Educador www.josemariarandle.org
“Hay ciertas condiciones o cualidades que predisponen el corazón de los niños frente al aprendizaje”, y desde Mendoza, el educador y Familiólogo, José María Randle, invita a padres y a docentes a prestarles atención.
La primera dificultad que encontramos los educadores a la hora de entrar a un aula es, sin lugar a duda, la falta de hábitos, que yo llamo pre-educativos. Con esto me refiero a los hábitos que son necesarios adquirir antes de ingresar a la educación formal, y en el ámbito educativo familiar, especialmente en la primera infancia, puesto que es éste el centro primario de pertenencia que condicionará en gran medida el desarrollo cognitivo, emocional, social, físico y espiritual ulterior; como expresara Saint Exupéry “se es de una infancia como se es de un país”.
Cuando hablamos de hábitos pre-educativos nos referimos a ciertas condiciones o cualidades que se buscarán en el ámbito familiar y social para predisponer el corazón de los niños hacia el aprendizaje, hacia la contemplación, la abstracción, o el pensamiento. Los hábitos a los que me refiero son principalmente los referidos a la gestión del Silencio, del Tiempo, de la Espera y de la Palabra; hábitos de escalones, o en inglés, hábitos STEP.
El silencio
«Déjame crecer en el silencio de mi pueblo. Siento necesidad de meditar mi vida» (…) Y comprendí que tenían necesidad de silencio. Porque sólo en el silencio la verdad de cada uno se anuda y echa raíces.» Sólo en el silencio se puede recomponer la historia personal, descubrir los proyectos de Dios, sólo en el silencio se puede meditar y examinar la bondad y/o maldad de las acciones, sólo en el silencio se puede encontrar el sentido a la propia vida. Es el silencio el que permitirá escuchar, interior y exteriormente, la verdad enseñada y la verdad testimoniada. Es aquí, como medio, o como vehículo, que se puede comprehender la verdad predicada y aceptada.
Esto exigirá a los educadores (tanto padres como profesores), ser contemplativos, que cultiven la vida interior, para vivir y hacer vivir en la casa y en la escuela, un verdadero ocio-contemplativo, puesto que «cuando el hombre calla, Dios habla», como decía Petit de Murat. Siendo este una de las misiones del educador católico: conducir y auxiliar al hombre a descubrir y seguir su fin último. Y esto se logra en el silencio, puesto que «en el silencio es donde ocurren los grandes acontecimientos», como expresara Romano Guardini.
Acostumbrarse a realizar pequeños espacios de tiempo a lo largo del día para hacer silencio, aplicando quizá los sentidos del oído o la vista a algún sonido o paisaje, pero haciéndolo de modo consciente y voluntario. Queriendo escuchar y queriendo ver. ¿Esto podría implementarse en el aula? Creo que sí, necesitamos espacios de silencios, y silencios de espacios. Procuremos callar aquellos ruidos externos que no permiten hacer silencio interior.
El tiempo
Tendremos que considerar al tiempo no como una sucesión de momentos, sino como un emisario o mensajero, como un “cosechador que ata su gavilla” (Saint Exupéry) puesto que «el presente es el punto en el que el tiempo coincide con la eternidad» (Lewis). Este es quizá el punto más difícil de comprender en los tiempos que corren. Puesto que la sensación que poseemos del escurrimiento del tiempo, de la escasez, del agobio permanente, de la memoria de trabajo agotada de estímulos brillantes, pero sin sentido hacen que vivamos agotados de “cosas” que no podemos identificar realmente. Pero el tiempo que pasa no se recupera y lo que no es eternidad recuperada es tiempo perdido.
Debemos esforzarnos por darle el sentido que el tiempo merece. Hacer una cosa a la vez, evitando distractores. Gestionar lo importante primero y lo secundario después. Acentuar el contacto con la naturaleza, puesto que ella tiene sus tiempos, y nosotros aprendemos a respetarlos y a esperar junto a ella. Alejar las miradas de las TICs, usándolas conscientemente, poniendo horarios para su uso y horarios para favorecer el ocio contemplativo.
El tiempo, y específicamente el presente, es el único momento en que disponemos de nuestra vida, y es donde Dios habla, pues como dice Cassaude, Dios habla por medio de la Sagrada Escritura y del momento presente. No desaprovechemos esta oportunidad de sembrar, puesto que el cosechador vendrá por las gavillas, esperando encontrarlas atadas.
La espera
La capacidad de espera es una característica del dominio personal y exige la templanza y la fortaleza. Pero como hábito pre-educativo podría servir simplemente el posponer gratificaciones. Tarea ardua encontramos los padres cuando tenemos que decirle que “no” a alguno de nuestros hijos. Quizá sentimos que los estamos frustrando, pero lo que estamos logrando es que entienda que deberá posponer gratificaciones, aunque sean lícitas, en función de su domino personal. Según Walter Mischel y su estudio en Stanford, los niños que posponen gratificaciones tienen el doble de probabilidades de rendir mejor en la escuela, tiene menos propensión a conductas adictivas y/o delictivas, y consiguen relaciones familiares más estables.
Ayudemos a nuestros hijos y alumnos a que sean capaces de renunciar unos minutos a aquellas acciones que producen placer y que dediquen un tiempo equivalente a las cosas arduas, las actividades que hacen transpirar la camiseta.
La Palabra
Por último, la gestión de la palabra. La palabra es hoy mancillada en sus formas y en sus significados. Es manoseada vulgar e impúdicamente.
La palabra en la educación es la que dará el pensamiento, con lo cual tendremos que esforzarnos en conocer el significado exacto de las palabras, enseñar a conocer y “saborear” la esencia de las cosas, pues desde aquí que se puede crecer en abstracción y profundidad de pensamiento.
También tendremos que custodiar la palabra que resguarda la intimidad personal. No contar nuestras intimidades a cualquier persona, ni comentarlas en redes sociales como si nada pasara. La palabra también es reflejo de mi intimidad. No la descuidemos.
Sujetos al mundo
Y regresamos al principio, el mundo imprime en las personas un cierto modo de ser. Nos empuja a vivir, de modo inconsciente en una “cultura” SLIM, (Superficial – Líquida – Individualista – Masificada) y hace que no eduquemos a nuestros hijos y alumnos en éstos hábitos pre-educativos, de los que muchas veces también carecemos.