Rafael Diaz Salazar
Profesor de Sociología y Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense (Madrid). Sus ámbitos de docencia e investigación son las desigualdades internacionales, las políticas de desarrollo, la sociología de la religión y la geopolítica. Es profesor invitado en universidades de Brasil, México, Cuba y El Salvador.
El sociólogo Rafael Díaz Salazar, autor de PPC – editorial SM, es un investigador que sugiere “cómo restituir la belleza en el mundo” con proyectos educativos familiares y escolares. Su libro “Educación y Cambio Eco social” ofrece alternativas que ayudan a innovar las escuelas “desde la cultura de las Bienaventuranzas y el pensamiento ecologista del Papa Francisco”.
“¿Para qué adquirir muchos conocimientos y destrezas profesionales si destruimos la Tierra y nos deshumanizamos? plantea este profesor que se interroga “¿cómo puede llegar una persona a desarrollar un proyecto de vida comprometido con la ecología y la justicia social?” Y desde luego, “¿qué tipo de educación puede facilitarlo?
Rafael Díaz Salazar habla del cambio educativo a partir de lo que llama “el conocimiento eco social”. Dice que esto implica avanzar y dar institucionalidad a un currículo escolar imbuido de ecología: “una elaboración intra académica, que ayude a los chicos a abrir los ojos ante el comportamiento de los seres humanos y la destrucción del medioambiente”. Señala también que “la encíclica Laudato Si propugna una revolución cultural basada en la autocontención, la frugalidad y los cuidados, y que por esta razón la conversión de las escuelas y las familias tiene que impulsar nuevos estilos de vida”.
Para este docente de la Universidad Complutense de Madrid, se trata de “de destruir la parcialización de las asignaturas”. Por eso, los jesuitas en España, a partir de las reformas que implementaron en sus colegios lo consultan, y él coincide con ellos, les indica que “es necesario salir al encuentro de la cultura, las ciencias y humanidades, mezcladas armónicamente, e interaccionando socialmente”.
Es un especialista que afirma vivir “una verdadera tragedia intelectual”, ya que su tarea es explicar “cuántos mueren de hambre, o no les llega el agua, a qué cantidad de personas involucra la trata, las migraciones, los muertos por guerra, además de las causas y lo que hay que hacer…”
También es un apasionado de la estética y el arte, y se pregunta: “¿cómo combinar el sufrimiento económico con la belleza, la política y la educación?” Entonces, afirma con vehemencia que: “Necesitamos métodos y aprendizajes cooperativos, porque si la matemática no se entera del problema del belicismo, o la física no se entera de la destrucción medioambiental, y la historia nunca incorpora la explotación laboral; o el arte y el sufrimiento no tienen nada que ver, entonces nos están engañando. Nos hacen creer que somos innovadores cuando en realidad somos innovadores al servicio de la reproducción de la ceguera, y la injusticia”.
Una educación “para ver”
Estas son las definiciones de Rafael Díaz Salazar, cuyo libro se encuentra en las librerías de Buenos Aires:
“Vivimos en una sociedad de ciegos; curiosamente, cuando es una sociedad ante todo visual, que se pasa el tiempo mirando, pero no ve nada… . Por eso necesitamos una educación que nos despierte. Lo dijo Zigmunt Bauman, en uno de sus últimos libros: “estamos ciegos ante todo el sufrimiento social y económico, generado por la destrucción medio ambiental”.
Hoy puede haber algún tipo de educación que reproduce la ceguera y que se dice moderna y post-moderna. Pero hay preguntas muy importantes que en una sociedad de la rapidez no nos planteamos: ¿para qué educamos? ¿al servicio de qué causas sociales, económicas, o ecológicas educamos? Porque se puede enseñar muy bien pero no ser buenos educadores, reproducimos un modelo de enseñanza dominante, que educa desde una razón, aséptica, indolora, despistada, y muy interesada en que se reproduzca la organización social y económica que tenemos.
La innovación equivocada
Hoy las escuelas se dividen en innovadoras o no innovadoras. Miran quien cambia los métodos o quien introduce aprendizaje más personalizados, o cooperativos. Creo que es un inmenso error, un camino equivocado. Pero también puede ser una forma moderna de volver a la vieja instrucción escolar.
Frente a este modelo, la educación desde la ecología plantea un conocimiento y un aprendizaje que tiene como principio la configuración y organización del saber y de la vida. Los principales problemas eco sociales son los que determinan la realidad que viven la mayor parte de los seres humanos: la pobreza absoluta, las desigualdades internacionales, los conflictos bélicos y el militarismo, la violación de los derechos humanos, la discriminación de las mujeres, las migraciones y los refugiados. (Según la ONU, los migrantes en millones de personas ya no son refugiados políticos o militares, sino migrantes medioambientales ecológicos, en grandes éxodos humanos).
Llegados a este punto, no se trata de que aparezcan estos y otros temas de vez en cuando, sino de fijarse en hacer sabiduría y conocimiento; en una elaboración intra académica, para que los chicos lo puedan asimilar. Esto es hacer conocimiento desde la realidad que mayoritariamente viven los seres humanos en el mundo, y que lleva a la necesidad de que la escuela y la enseñanza incorpore el conocimiento eco social.
No necesitamos temitas, como el día de la ecología, o de la paz, sino que necesitamos matemáticas eco sociales, física eco social, química, historia, arte, y tecnología eco social.
La educación de una personalidad ecosocial
Se trata del aprender a hacer. Y la acción es la mejor forma de conocer. Por eso todas las asignaturas tienen que ser laboratorio. En la vieja escuela solo la Física y Química contaban con el laboratorio, pero si la escuela no hace laboratorio de todo, no se aprende.
Además, una educación que no genera prácticas eco sociales en el propio colegio, en la familia, pueblos, barrios y comunidades en las que habitamos es una educación que no está a la altura de los tiempos que vivimos.
Este modelo tiene que ser generador de activistas ecológicos. Es decir, la escuela está para que antes de que un chico termine el bachillerato o la formación profesional se pueda decir a que movimiento a favor de la ecología pertenece. Es de tu interior, al activismo ciudadano.
¿Quién ha dicho que los niños no pueden ser activistas? Se pueden crear redes con contratos educativos, entre centros escolares, organizaciones y familias. Y planificar y evaluar eco socialmente que es lo que sale de nuestro colegio.
¿Cómo avanzar en la educación ecológica?
Hay cuestiones concretas y objetivos globales que es donde se juega la posibilidad de institucionalizar una educación eco social. Se trata de la elaboración de un currículum que genere entrañas de misericordia y empatía con el sufrimiento de los empobrecidos y de la Tierra herida. Digo que para ecologizar la educación hay que ir más allá de la catástrofe.
A nivel cultural, nos interesa ver como una persona puede desarrollar un proyecto de vida comprometido, y qué tipo de educación puede favorecer este proceso para llegar a las familias, los movimientos juveniles, y asociaciones.