Nuevamente tengo la oportunidad de trasmitirles mi saludo en este mes de septiembre en el que celebramos el día del maestro y el día del profesor.
En primer lugar, queremos compartirles el mensaje que hemos enviado en conjunto con los obispos de la Comisión Episcopal de Educación y el presidente de FAERA (https://episcopado.org/ver/4295).
Como siempre, lo primero que nos surge es decirles gracias. Gracias por el esfuerzo y el compromiso cotidiano en cada una de las aulas de cada comunidad educativa del país. Gracias, porque en un mundo cambiante, con dificultades y restricciones de todo tipo, siguen renovando su vocación docente cada mañana en favor de tantos niños y jóvenes que concurren a nuestras aulas.
En un mundo atravesado por la tecnología, los educadores resultan fundamentalmente formadores de humanidad.
Cuando preparaba que quería compartirles, hice el ejercicio de proponerle a la IA que mensaje les daría, pero aún luego de ajustar el “prompt” varias veces, el texto propuesto, si bien correcto, no lograba trasmitir aquello que quería, le faltaba algo, algo que los programas no pueden aportar: humanidad, cercanía, sentimiento.
Nada puede suplir la escucha atenta de la maestra jardinera en la ronda con los niños en la sala, la paciencia del docente de grado que guía los primeros años de la niñez y su ingreso a la preadolescencia, el respeto con que el profesor acompaña el camino de la adolescencia a la juventud, porque como nos dice el Papa Francisco “Educar es un acto de amor, es dar vida. Y el amor es exigente, pide utilizar los mejores recursos, despertar la pasión y ponerse en camino con paciencia junto a los jóvenes”; “Educar es siempre un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia en otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común”
¡Somos artesanos de humanidad!
FELIZ DÍA
Adrián Álvarez.