Un estudiante con problemas para ver no siempre se acercará mucho al papel o se saldrá de los márgenes; puede adoptar otras conductas que en general no se asocian a un déficit visual como estar siempre distraído, no querer copiar lo que se indica o directamente rechazar ir a la escuela. De ahí que un maestro o profesor, sólo con su propia observación, puede reconocer dificultades fisiológicas que estén obstaculizando el proceso perceptivo del niño o adolescente. Pero, después de sugerir una consulta con el oftalmólogo, ¿qué más puede hacer el docente?
Las profesoras especializadas en discapacidad visual Mariel Cordero, Noelia Schwarz y Marlen Florez, integrantes del Grupo CRE (Centro de Recursos Educativos) brindaron herramientas concretas para facilitar el aprendizaje y desarrollo de alumnos con baja visión durante una capacitación virtual organizada por la Cámara Argentina de Apoyo a los Servicios de Inclusión Escolar (CASAIE).
Si la dificultad permanece aún después de tratamiento podría ser necesario adecuar tareas visuales, adaptar materiales o mejorar las condiciones ambientales de los espacios de aprendizaje. Se trata de apoyos específicos que sin modificar los contenidos facilitan el acceso a ellos. Se busca que el estudiante pueda hacer la actividad con naturalidad y no que consuma todas sus energías en descifrar lo que se le está proponiendo.
El dicho “hay una realidad, pero distintas formas de verla” vale también aquí. Dos personas con la misma patología pueden ver diferente, por eso cada alumno puede tener una necesidad particular. Algunos, por ejemplo, pueden tener problemas en actividades de visión cercana, como la lectura y la escritura o pueden tener dificultad para recibir una pelota, en la clase de educación física, pero no para lanzarla.
Sugerencias para docentes de alumnos con baja visión
- Ofrecer materiales con un tamaño de la letra adecuado a la agudeza visual del alumno (lo mismo en teclados de pc o calculadoras), hojas con renglones o figuras remarcadas, imágenes simples con trazos nítidos y pocos detalles.
- Usar colores diversos y altos contrastes, por ejemplo, entre el color de una pelota en relación con el piso, en una clase de educación física, o el tono de las plastilinas y el de la mesa en una clase de arte.
- Acortar la cantidad de ejercicios sobre un mismo tema y otorgar más tiempo en actividades o evaluaciones según las necesidades individuales de cada uno.
- En cuanto a la iluminación del aula, revisar los reflejos en la pizarra o las ventanas y tener en cuenta que hay quienes se benefician con mayor iluminación y otros con menos.
- Otro aspecto a tener en cuenta es si la ubicación del alumno en relación a la pizarra o a los monitores es la adecuada a sus condiciones.
- Considerar ayudas extras como apoyos físicos (atriles), ópticos (lupas comunes o electrónicas, telescopios, filtros en anteojos especiales) o electrónicos (magnificadores, aplicaciones de celulares y programas específicos en la pc).
Ayudas básicas para un alumno ciego
Los estudiantes con ceguera requieren áreas curriculares específicas -sistema braille, orientación y movilidad y habilidades para la participación social- que se desarrollan en espacios especializados. No obstante ello, hay orientaciones generales que cualquier adulto puede tener en cuenta al tratar a un alumno con ceguera. Algunas de ellas son:
- Anticipar al alumno las acciones: “Te voy a alcanzar tal cosa” o “Voy a salir del aula”.
- Dar indicaciones posicionales como “da medio giro a la izquierda”, “acércate hacia mi voz”
- Tomar la iniciativa en los contactos
- Mantener un orden (los ayuda a manejarse con seguridad)
- Usar con naturalidad palabras como “ver” o “mirar” porque ellos las usan cotidianamente.
La presentación de las profesionales de Grupo CRE, disponible en el canal de youtube de CASAIE, incluyó aportes conceptuales. En este sentido se afirmó que si bien el eje dominante de la experiencia que hacemos los humanos a través de los sentidos es en un 80% originada por estímulos visuales, a la hora de aprender todos los sentidos son valiosos. Sonidos, sabores, aromas, superficies, se suman a las imágenes como auxiliares de las palabras, números o dibujos y favorecen a todos los alumnos, sean cuales fueran sus capacidades.
Marlen Florez, después de describir los logros de una alumna con Síndrome de Down de once años tras habérsele detectado una patología visual y adaptado adecuadamente los materiales y actividades en la escuela, concluyó “Muchas veces se encasilla a los chicos por ser especiales; se repite que no pueden aprender y la verdad es que no siempre es así. Por eso invito a los docentes a seguir estudiando, capacitándose y, principalmente, observando porque la observación es la herramienta más grande que tenemos los docentes”.
Fuente: Capacitación virtual ofrecida por la Cámara Argentina de Apoyo a los Servicios de Inclusión Escolar (CASAIE) que trabaja en red en todo el país.
