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Novedades

Un servicio muy especial

El padre Alejandro Puiggari, Rector del Instituto Superior de Catequesis Argentino, explica las claves del Motu proprio Antiquum Ministerium, el documento que redactó el Papa Francisco al instituir el ministerio laical del catequista.

¿Qué significa ser catequista hoy? El Papa Francisco señala que este es un gran desafío. Tuve la gracia de ser director de catequesis, cuando el santo padre era obispo, y todos los segundos sábados de marzo compartía encuentros con los catequistas. Siempre decía que ser catequista es una vocación, soy yo que me reconozco llamado. Esto, no es simplemente un hacer. Es el Señor que llama a un servicio, es un carisma. Y este servicio tiene como fuente el encuentro vivo con la palabra de Dios, pero, algo muy propio del catequista es el encuentro que establece para que la palabra de Dios se haga carne en la vida, en la cultura de la gente, del joven, del niño o del adulto.

Entonces el Papa hacía una distinción: el catequista no tiene que estar demasiado en la sacristía, está bien que rece, que vaya a misa, pero el catequista tiene que callejear. La primera vez que escuché la palabra callejear fue en boca del cardenal Bergoglio. Decía: salgan de las parroquias, salgan de las iglesias, vayan a las casas.

Otra distinción es que catequista es un ministerio, una vocación muy antigua de personas que al sentirse llamadas en este anunciar a Jesús, han ocupado un lugar en la Iglesia, siempre el de servicio.

Ahora, la Iglesia te invita y te acompaña por esto el Motu proprio es una gran invitación, no es algo que hago yo por mi cuenta, no privatizo la catequesis, sino descubriendo este llamado, soy enviado por la comunidad cristiana.

Antiguamente había como una especie de división. El primer anuncio era contar el kerigma que Jesús murió y resucitó. Después hubo un segundo momento que fue hablar de Jesús y enseñar su doctrina y después hubo una tercera instancia que habla de un seguimiento de las personas…

Sin embargo, el Papa Francisco en su Magisterio, dice que hoy vivimos en una realidad muy compleja, por lo tanto, subraya que el catequista acompaña el primer anuncio que es lo más propio de la misión, pero luego, toda la Iglesia tiene que estar en salida. No es una tarea de un grupito, toda la Iglesia tiene que anunciar, contagiar la alegría de la fe.

Ser discípulos y misioneros

Es propio del catequista ayudar con una presentación más sistemática del mensaje de Jesús. Y una de las cosas que el Papa insiste, es remarcar lo laical. Estoy muy contento con este acento de Francisco, no clericalicen a los catequistas, dice, porque ellos van a ir encontrando el lenguaje y los tiempos adecuados para llegar a todas partes en el proceso de profundización de la fe.

Hay algunos modos clericales de llevar una catequesis: al encararla como preparación para los sacramentos (catequesis pre-bautismal, de primera comunión, o pre- matrimonial) todo queda encasillado como en un cursito; la catequesis para recibir el bautismo, pero no para vivir la vida del bautismo. O cuando hablamos de primera comunión; que no es como una fiesta de quince, sino que vivir la comunión es recibir a Jesús en la Eucaristía y esto te abre también a los hermanos, aquí hay una dimensión social.

Luego haría una pequeña salvedad; la carta a los gálatas que el Papa menciona en el documento, es de las primeras veces que al aparecer la palabra catequista también habla de compartir los bienes. No puede haber separación.  El catequista prepara para la recepción de los sacramentos, pero el Papa dice, el catequista laico es quien más va a poder ayudar a enfrentar esta cultura globalizada.

Este es un gran desafío, porque uno está tratando de que la fe ilumine el caminar, los tiempos han cambiado, y han prescindido de Dios. El hombre cree que puede vivir una espiritualidad sin tocar la carne.

El papa ha planteado este tema a las conferencias episcopales de los distintos países. Y todavía pasará un tiempo para que, de un modo sinodal, nos estemos poniendo en contacto con muchos centros de catequesis en el mundo, sobre todo, para visualizar esta experiencia. Un ejemplo es la ciudad mexicana de Guadalajara que tiene instalado hace años la catequesis como ministerio y cuenta con más de treinta mil catequistas en la diócesis.  El espíritu santo ya sopló. Y el discernimiento es personal y comunitario, sobre todo, para que no se nos meta el virus del clericalismo y de los cargos.

Una manera concreta es hablar de equipos de catequistas, el Señor nos mandó de dos en dos.

La atención a las periferias

El papa habla de una pluralidad de modos de evangelizar, algunos con la música, otros con el arte o la belleza, pero lo importante es no separar estas acciones del servicio. El catequista tiene que visualizar también que el mejor sabe encontrar las palabras adecuadas es el joven para el joven, la mamá para el niño, el matrimonio, para otros matrimonios. Es muy importante entender la complementariedad.

Hoy hablamos de aprendizajes a través de proyectos y no separados del servicio. Como dice el Papa, cabeza, corazón y manos. La catequesis no puede estar demasiada centrada en el Monte Sinaí y los diez mandamientos, o en algo pietista. La catequesis nos tiene que hacer bajar al llano. Muchas veces es el párroco quien le pide a un laico dar catequesis. Este es un ministerio estable, a veces me encuentro catequistas que son abuelos y siguen adelante.

Otro camino que tenemos por delante es la formación. En el directorio se habla de formación inicial, luego de formación para la acción, pero también hay un tercer cauce que es la formación permanente, es decir, el abordaje de temas de nuestra actualidad que aparecen todos los días; la minería, la ecología, y todo un modo más amplio de entender la catequesis.  Y en esto, parece que uno nunca se recibe. Porque catequista es aquel que se pone a caminar con el otro para que la palabra se haga carne.

Fuente: Radio María.

Un ministerio muy antiguo

“Fidelidad al pasado y la responsabilidad por el presente” son “las condiciones indispensables para que la Iglesia pueda llevar a cabo su misión en el mundo”: así escribe el Papa Francisco en el Motu proprio Antiquum ministerium, firmado el 10 de mayo, con el que instituye el ministerio laical de catequista.

 El documento señala que en el contexto de la evangelización en el mundo contemporáneo y ante “la imposición de una cultura globalizada”, “es necesario reconocer la presencia de laicos y laicas que, en virtud del propio bautismo, se sienten llamados a colaborar en el servicio de la catequesis”.

 

El origen de este ministerio se remonta al Nuevo Testamento. Pero “toda la historia de la evangelización en estos dos milenios”, escribe, “muestra con gran evidencia lo eficaz que ha sido la misión de los catequistas”, que han conseguido que “la fe fuese un apoyo válido para la existencia personal de cada ser humano”, llegando a “dar incluso la vida” por este fin.

 

Desde el Concilio Vaticano II, señala el Papa Francisco, se ha tomado conciencia de que “la tarea del catequista es de suma importancia”, además de ser necesaria para el “desarrollo de la comunidad cristiana”. Todavía hoy, continúa en el Motu Proprio, “muchos catequistas capaces y tenaces” desempeñan una “misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe”.

El Papa señala que corresponde a los pastores reconocer “los ministerios laicales capaces de contribuir a la transformación de la sociedad mediante ‘la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico’”.

 

Y sostiene que: “El catequista, testigo de la fe, maestro, compañero y pedagogo, está llamado a ponerse al servicio pastoral de la transmisión de la fe desde el primer anuncio hasta la preparación para los sacramentos de la iniciación cristiana, y la formación permanente.

Todo esto es posible “a través de la oración, el estudio y la participación directa en la vida de la comunidad”, y para que su identidad se desarrolle, con “coherencia y responsabilidad”. 

Recibir el ministerio laical del catequista, de hecho, “da mayor énfasis al compromiso misionero propio de cada bautizado”. Debe realizarse – recomienda Francisco – “de forma plenamente secular, sin caer en ninguna expresión de clericalización”.

El Rito de Institución

El ministerio laical de catequista “es un servicio estable prestado a la Iglesia local” que requiere “el debido discernimiento por parte del Obispo” y un rito de institución especial que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicará próximamente.

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